Un recorrido por esta fascinante urbe que atrae a amantes de la cultura, gastronomía y diversión
Mi último viaje a México, D.F. fue perfecto. Te recomiendo que pases 6 días en el DF o tengas unas vacaciones más largas en una playa mexicana en el Pacífico (Zihuatanejo me encanta) o en el Caribe (Cancún, Playa del Carmen). Como viajé con unos amigos, quise hacer puro turismo, y este es un viaje ideal para quien no conoce el DF o desea “redescubrirlo” después de años sin visitarlo.
DÍA 1. Fuimos de New York a México, D.F. en clase Business, de Delta. Fue mi primer vuelo en esa línea aérea y quedé encantada con su servicio: las comidas de la chef Michelle Bernstein y los vinos de la sommelier Andrea Robinson.
Nos hospedamos en mi favorito Camino Real, tan fabuloso como siempre, con impactante arquitectura y un jardín interior con una piscina que es un oasis de serenidad, a dos pasos de Polanco y del Bosque de Chapultepec. En el hotel nos recomendaron el uso de un auto con chófer, un método de transporte seguro, que nos llevó por la ciudad con comodidad y rapidez. En camino al hotel “reconocí" México, aunque más moderno y vibrante: el Paseo de la Reforma, el Monumento de la Independencia (“el Angel”), la Diana Cazadora y, al fondo, el Castillo de Chapultepec. ¿Esa noche? Tuvimos una cena deliciosa en el Bar Tomate, en la trendy zona de Polanco. Después pedimos que nos llevaran en auto, aunque no nos bajamos, a ver el Zócalo iluminado y la pintoresca plaza Garibaldi, donde puedes contratar mariachis y llevarlos a una fiesta ¡o a una serenata!
DÍA 2. Regresamos al Zócalo en el Centro Histórico del D.F. El auto nos dejó frente al Palacio Nacional, con los murales sobre la historia de México pintados por Diego Rivera. Después vimos la Catedral Metropolitana (la más grande de Latinoamérica) y, al fondo, las ruinas del Templo Mayor --la gloriosa Tenochtitlán, gran ciudad de los aztecas-- y el museo del templo. Volvimos frente a la catedral para pararmos en medio de la plaza (¡pavimentada por Hernán Cortés en 1520!), donde ondea la bandera mexicana más grande del mundo. Pasó el ómnibus de Turibús que hace paradas en los sitios de interés, donde el turista puede subirse y bajarse a su gusto. Esta visita nos muestra una capital con una gran historia y el estilo arquitectónico de cada momento de su herencia cultural.
Caminando por la calle peatonal Madero, vimos palacios extraordinarios y, al fondo, la silueta moderna de la torre Latinoamericana, lle- gamos a la Casa de los Azulejos (tiene un Sanborns donde siempre almuerzo), de 1596, con una fachada de azulejos de Talavera de Puebla. Enfrente está la famosa iglesia de San Francisco, del siglo XVI, y fuimos a rezar a San Charbel Majluf, un milagroso santo libanés que vivía como un ermitaño, a quien le pusimos unas cintas de colores con peticiones.
También pueden almorzar muy cerca, en el Café Tacuba, con gran charme desde 1912, con cocina mexicana tradicional. El auto nos recogió aquí y esa noche cenamos en Polanco, en el muy de moda Dulce Patria, en el hotel boutique Las Alcobas, donde saludamos a su chef Martha Ortiz Chapa y nos fascinó la bella presentación de sus postres, como el Solo sale de noche.
DÍA 3. ¡De compras! Adoro la artesanía mexicana y les recomiendo el enorme Mercado de la Ciudadela. Espejos de latón y azulejos, marcos de pewter, cerámicas, bandejas, cristalería, ropa estilo de Frida Kahlo, etc. Me encantan: Artesanías Rangel, El Calendario Azteca y Artesanías Carmen Arellano.
A las 3:00 p.m. comimos en la Colonia Roma, en un restaurante de pescados y mariscos: Contramar. ¡Nos encantaron sus Rollos crujientes de jaiba con queso crema, sus Tiritas de zihuatanejo y sus Albóndigas de róbalo con salsa de chile morita. ¡México es un festín gourmet como pocos! Después visitamos El Palacio de Hierro y la zona de Masaryk con Louis Vuitton, Tiffany & Co., Coach, Tous, Cartier, Hermès, Chanel, etc. Todas las grandes marcas tienen tiendas en México, en Polanco o en la zona de Santa Fe. Al final de la tarde conocimos el museo Soumaya. Esa noche saboreamos los panes dulces de El Globo.
DÍA 4. En el auto fuimos a Coyoacán --uno de los barrios más antiguos y llenos de encanto-- y visitamos la Casa Azul o museo de Frida Kahlo (soy fanática de su obra); la casa donde mataron a León Trostski, y después paseamos por sus plazas y viejas calles adoquinadas. Almorzamos en el encantador San Angel Inn; como era sábado, llegamos al Bazaar Sábado.
DÍA 5. Comimos un brunch en Bondy, en Polanco, y después fuimos al Museo Nacional de Antropología y al Castillo de Chapultepec, donde vivieron los emperadores Maximiliano y Carlota. Hay una espectacular vista del Monumento a los Niños Héroes y del Paseo de la Reforma. Cenamos en Izote, de la famosa chef Patricia Quintana.
DÍA 6. ¿Opciones? Excursión a las pirámides de Teotihuacán (en autocar a solo una hora de la ciudad). Visita la basílica de Guadalupe y el museo Dolores Olmedo, y da un paseo en chalupa por Xochimilco o uno por las colonias Condesa y Roma para ver el “renacimiento” de sus antiguas mansiones.