Parque Nacional Kruger, vive una aventura hospedándote en medio de la selva.
Ene. 04, 2011
Después del Mundial de Fútbol muchos latinoamericanos comenzaron a viajar a Suráfrica y a descubrir esa maravillosa parte del mundo. Eso hice y disfruté uno de los viajes más inolvidables de mi vida.
Un safari en el lujoso hotel Singita Lebombo (en medio de la selva, en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, donde la gurú de estilo Martha Stewart había estado recientemente) con la familia y los amigos tomó mucha preparación: vacunas, lecturas, videos... y comprar ropa en tonos caqui para “confundirnos” con la selva y no llamar la atención de los animales. Era vital aprender la historia y la cultura del país, y lo hicimos antes de tomar un vuelo de 16 horas de New York a Johannesburgo, en la cómoda clase Business de South African Airways, con vinos de Africa del Sur y una rica cocina. Con el buen servicio, el asiento-cama y lo mucho que nos mimaron, el vuelo se hizo cómodo y menos “largo” de lo que pensábamos.
DIA 1. Johannesburgo. Llegamos al Grace Hotel en Rosebank, en Johannesburgo, donde nos recogió KDR Tours para un tour privado al Museo del Apartheid y al barrio de Soweto. Después fuimos al township de Soweto, sede de muchos eventos históricos. Nuestro guía Ngugi, uno de los fundadores del museo de la casa donde vivió Mandela (Nelson Mandela House Museum) nos llevó allí y después a la calle Vilakazi, la única del mundo donde han vivido dos ganadores de premios Nobel: Desmond Tutu y Mandela. Comimos en un café pollo asado, pap o crema de maíz y sofrito de cebollas, y visitamos el Kliptown Youth Center, que ayuda a niños huérfanos.
DIA 2. De Johannesburgo a Singita en el Parque Nacional Kruger. Un vuelo de 45 minutos en un avioncito nos llevó a un mundo ciento por ciento nuevo en el Parque Nacional Kruger, donde nos recogió nuestro guía Ian Weerepas en el jeep del hotel Singita Lebombo. La aventura comenzó allí, porque en el camino a Singita vimos cebras y otros animales que viven libremente y me parecía ser un personaje de Out of Africa u otras películas. En Singita Lebombo, mi hija y yo compartimos una villa ¡divina!, como una caja de cristal en lo alto de una colina y cerca del río, a donde venían los animales a descansar y a tomar agua. Preciosa, con terrazas, dos duchas (una al aire libre) y unida a otras villas y al lobby, comedor y piscina del hotel por rampas de madera.
Esa tarde tomamos el primer game drive (paseo-safari fotográfico en jeep) con Ian, nuestro guía, y Daniel, nuestro tracker, de la tribu Shangaan en Kruger, que conoce muy bien la selva y las huellas de los animales a los que les seguimos la pista.
DIAS 3 a 5. En Singita Lebombo. Seguimos un horario que comenzó a las 6:00 a.m. con un desayuno ligero y a las 6:30 a.m. ya estábamos los cinco amigos en nuestro jeep. A las 10:30 a.m. regresamos para el desayuno oficial y a las 2:30 p.m. nos sirvieron el almuerzo en el comedor. También ofrecieron un delicioso high tea a la inglesa a las 3:30 p.m. y a las 4:00 p.m. comenzó el segundo game drive, que terminó en la noche. Ian (quien tenía un rifle para cualquier emergencia) y Daniel nos inspiraban confianza y nos hicieron sentir seguras todo el tiempo. ¿Qué vimos en esos emocionantes recorridos? Animales increíbles que paseaban a una distancia muy cercana, como dueños de su libre hábitat. Familias de leones (las leonas son las que se ocupan de sus hijos y llevan la responsabilidad de todo, mientras los leones se dejan cuidar y querer); altísimas jirafas que corren con un paso muy peculiar; bellas cebras que cruzan delante de nosotros como en las películas (las rayas de cada cebra son distintas, y son sus huellas digitales o ADN personal); elefantes con sus hijos (¡incluyendo un viejo elefante llamado George, que reconocen por no tener colmillos!); hipopótamos semisumergidos en el río y cuyos ojos nos seguían; rinocerontes, búfalos, veloces gacelas, cocodrilos, kudús... La experiencia es ¡única!
Ian nos habló de cada animal y de sus costumbres. Daniel descubrió la huella de un leopardo y excrementos frescos, y encontramos una familia de bebés leopardos jugueteando mientras la mamá buscaba comida. Es curioso observar tan de cerca cómo los animales mantienen la unidad familiar y protegen a sus hijos. Algo emocionante que desencadena nuevas formas de ver la naturaleza. Los paseos tienen descansos e Ian saca botellas de champán y snacks (paté de venado). Al caer el sol, la selva amarillenta da paso a un cielo rojo.
Así pasaron nuestros días en Singita. Cenábamos a las 8:30 p.m. en el comedor o en nuestra villa. La cocina es deliciosa e internacional. El hotel es conocido por su cava de vinos y nos ofrecieron un tasting. Una tarde nos dimos un masaje en el spa, mientras oíamos a los hipopótamos chapotear en el río y el rugido de los leones. La última noche hubo una barbacoa en la selva, donde los empleados del hotel cantaron y bailaron. Nuestro viaje continuó hacia Cape Town, donde pasamos cuatro días...