Un recorrido por la ciudad conocida como la Venecia del Norte.
Nov. 12, 2009
Estocolmo es una de las ciudades más bellas del mundo. Gloriosa, dorada, limpia y muy organizada, la capital de Suecia está envuelta en una luz muy especial y consta de 14 islas. Desde mi primera visita me encantó por combinar una variada arquitectura -mezcla de muchas épocas, desde la medieval y la art déco con la de los años 50- con la presencia del agua del mar Báltico y del lago Mälaren en cada rincón. Por eso la comparo a una mezcla de París con Roma y Barcelona.
Este es mi diario de cuatro días perfectos, los que puedes disfrutar si conoces Estocolmo después de un crucero por el mar Báltico. Muchas líneas aéreas ofrecen paquetes cortos y a buen precio de 4 o 5 días para conocer las principales capitales de Europa, y Estocolmo debe ser una de ellas.
DÍA 1. Volé con mi hija de New York a Estocolmo en SAS, la línea de Escandinavia que es absolutamente perfecta desde que entramos en el avión. A la ida fuimos en su fabulosa Business Class, y al regreso en Economy Extra, mucho más cómoda que la clase Turista normal y solo cuesta un poco más (muchas líneas aéreas tienen ahora la opción de Turista Plus). Como los taxis en la ciudad son muy caros (del aeropuerto la tarifa fija es 75 dólares) elegir el hotel Sheraton Stockholm fue la mejor idea del mundo, y se los recomiendo. Al estar en el centro, pueden caminar a todos los lugares de interés y evitar el enorme gasto de los taxis o del metro.
Caminamos a la Plaza Gustavo Adolfo, donde compramos la excursión Panorama de 90 minutos (38 dólares), esencial para conocer a vuelo de pájaro las islas y barrios principales de la ciudad. Si quieren pueden combinarla con un paseo en barco y conocer la ciudad desde el agua o comprar una excursión hop on hop off. Como los libros de la Trilogía del milenio están tan de moda, este tour visita muchos de los lugares donde tienen lugar, como el barrio Soderlmalm. Al terminar, estarán fascinados con la belleza de Estocolmo. Después, caminamos al parque Kungsträdgården -la ciudad está llena de parques, además de canales y barcos, siendo la más verde de Europa-, donde almorzamos en el Café Piccolino dos enormes ensaladas de camarones y vegetales (25 dólares cada una). De allí fuimos a la zona de tiendas: la muy fashion NK, el mall Galleria y la calle peatonal Drottningattan, con infinidad de tiendas de souvenirs, cafés, etc. Todo es muy caro y comprar no vale la pena, pero esta callecita es muy curiosa.
A las 8 pm estábamos en el Grand Hotel para disfrutar una cena maravillosa en el Matbaren, el restaurante más informal del chef Mathias Dalhgren, premiado con Estrellas Michelin, quien nos hizo un tasting increíble, y después nos pasó al contiguo y más formal Matsalen, donde en un rinconcito de la cocina nos hizo probar maravillas.
DÍA 2. Caminamos desde el hotel unos 3 minutos hasta llegar a la parte vieja de la ciudad, o Gamla Stan, cruzando el puente Vasabron y el antiguo arco del Parlamento. Había sol y Estocolmo era un mirage terracota-dorado en aguas azules. Gamla Stan es una ciudad de los años 1600, preciosa, situada en una isla pequeñita y llena de recovecos, callejones y callecitas de adoquines estrechísimas. Pasamos todo el día recorriéndola. Bajamos por Stora Nygatan, la calle donde desemboca el arco, nos desviamos hacia la Catedral (donde Victoria de Suecia de casará con Daniel Westling), con su altar de plata y una estatua de San Jorge y el Dragón de los años 1400.
Fuimos hacia la plaza Stortorget, que es una belleza con sus edificios medievales y el Museo Nobel. Buscamos la calle Österlånggatan, llena de galerías y boutiques, y caminamos hasta la confitería Sundbergs, que data de 1785, en Järntorget. Regresamos a Stora Nygatan para buscar la calle más estrecha de la ciudad: Marten Trotzigs. Allí observé la arquitectura de los edificios y los detalles de sus puertas. Después, cruzamos a la isla Riddarholmen y visitamos la iglesia Riddarholmskyrkan, del siglo XIV, donde entierran a los reyes. Hicimos una visita a la tumba de la reina Desirée Clary, la francesa que fue novia de Napoleón, que por casualidad se convirtió en la fundadora de la actual dinastía Bernadotte (si puedes, ve la película Desirée, de 1954, con Marlon Brando, antes de irte de viaje). Me encantó visitar a la rebelde Desirée en su lugar de descanso. Esa noche cenamos cerca del hotel en el elegante y muy gourmet F12.
DÍA 3. Fuimos al Palacio Real y recorrimos algunos de sus impresionantes salones. Después caminamos unos 40 minutos a lo largo del agua, hasta la zona de Strandvagen. Junto al mar almorzamos al aire libre en el barco-muelle Strandbryggan. Fue precioso ver pasar las canoas que padres e hijos alquilaban en el otro lado del canal. Una orilla tiene edificios de hace siglos, y la otra, la isla de Djurgården con restaurantes junto al agua y un ambiente deportivo. Caminamos al museo del barco Vasa, que por 333 años estuvo en el fondo del puerto de Estocolmo, hasta que lo sacaron intacto y ahora es posible verlo en el museo precedido de un increíble filme. Al regresar, cenamos en Prinsens las famosas albóndigas suecas con puré de papas, que son deliciosas.
DÍA 4. Unos amigos suecos nos llevaron en su barco a conocer las islas del archipiélago y a ver la ciudad desde el agua. ¡Fabuloso!