Si alguna vez queremos nadar alguna vez en una piscina utilizada como escenario cinematográfico o para desfiles de moda, París es el lugar ideal
Si alguna vez queremos nadar alguna vez en una piscina utilizada como escenario cinematográfico o para desfiles de moda, París es el lugar ideal. La capital francesa tiene varias históricas, algunas de las cuales están declaradas monumento nacional, donde cada quien puede hacer sus ?largos?. He aquí algunas de las piscinas más bonitas... Aquí, la piscina Molitor: Ya en la década de los 30, los parisinos acudían a este lugar para ver y ser vistos. La elegante instalación fue diseñada por el arquitecto Lucien Pollet al estilo de un crucero cuyos camarotes se encuentran distribuidos en tres plantas de forma rectangular alrededor de la piscina exterior de 50 metros.
Desde el principio, la piscina Molitor, a la que pertenece también una piscina cubierta, fue utilizada para actos sociales glamorosos.
El nadador y actor Johnny Weismüller, quien más tarde se convertiría en el célebre intérprete de Tarzán, inauguró la piscina, ubicada en el elegante XVI Distrito de París, en 1929. En 1946, la piscina fue el escenario escogido para la presentación mundial de los primeros bikinis.
La piscina fue cerrada en 1989 y se convirtió en plataforma para artistas murales y grafiteros. El edificio se fue deteriorando progresivamente hasta que se realizó, en 2012, una amplia renovación que permitió hace un año la reapertura de la piscina. Desde entonces, la Piscine Molitor forma parte de un hotel de cuatro estrellas. Sin embargo, los nadadores pueden elegir en el restaurante algunas de las ofertas combinadas con una visita a la piscina. (Piscine Molitor, 2 avenue de la Porte Molitor, 75016, París).
Piscine de la Butte aux Cailles. El arquitecto Louis Bonnier tenía en mente hacer una “fábrica de natación” cuando inició en 1922 la construcción de esta piscina en la elegante plaza Paul Verlaine, en el XIII Distrito de París. También hoy, se parece un poco a una fábrica con su techo abovedado de 17 metros de alto apoyado en siete brazos de hormigón.
Ya en el año 1898 se había descubierto en el lugar donde se encuentra la piscina una fuente artesiana cuya agua tenía una temperatura de 28 grados. En 1922, cuando Bonnier comenzó a construir la piscina con su bonita fachada de ladrillo, apostó por la higiene: por primera vez, los bañistas tenían que atravesar una zona de duchas antes de poder entrar en ella (Piscine de la Butte aux Cailles, 5 place Paul Verlaine, 75013 París).
Piscina Pontoise. Nos traslada a los visitantes a una época pasada. Al igual que antes, las puertas azules de las 160 casetas, situadas detrás de galerías en dos plantas alrededor de la piscina de 33 metros, las tiene que abrir un bañero. El arquitecto Lucien Pollet terminó en 1933 la construcción de esta piscina de estilo art decó.
Está situada a solo pocos minutos del concurrido boulevard Saint Germain. Dos años después de su inauguación, el oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau realizó bajo el techo de vidrio de la piscina, hoy un poco empañado, sus primeros ejercicios con el traje de buzo. En la década de los 90, Juliette Binoche hizo sus largos en esta piscina para la película “Tres colores: Azul”, de Krzysztof Kieslowski. (Piscine Pontoise, 10 rue de Pontoise, 75005, París).
Piscina Joséphine Baker. En París está prohibido bañarse en el río Sena. Sin embargo, en el barco Joséphine Baker, los nadadores se sienten casi como si estuviesen en el Sena porque esta piscina flotante está situada directamente a orillas del río. Este moderno cajón de vidrio y hormigón no solo es una piscina, sino también un auténtico barco. Para cumplir con las normas, el Joséphine Baker tuvo que demostrar que efectivamente puede navegar por el río, así que la piscina flotante está firmemente anclada en el muelle debajo de la biblioteca moderna François Mitterrand, en el XIII Distrito de París. (Piscine Joséphine Baker, Quai François Mauriac, 75013 París).