Costa este de Australia, edén natural

Costa este de Australia

Un destino con parajes maravillosos para los aficionados a la pesca, al buceo o al surf

Lugar privilegiado por su rica biodiversidad, en la costa este australiana existen parajes maravillosos que forman un auténtico edén para los aficionados a la pesca, al buceo o al surf, y un territorio donde se han instalado, desde una comunidad alternativa a un gran templo sij.

A unos 536 kilómetros al norte de Sidney, la reserva natural de la isla Muttonbird tiene un valor especial para los aborígenes, quienes creen que allÌ vive un “gigante” mitológico que cuida sus plantas y animales. Llamada por estos aborígenes “Gittain Mirera"- que significa “puesta de Luna” en su lengua- esta pequeña isla, situada en el estado de Nueva Gales del Sur, contiene parajes espectaculares.

Según la leyenda, en ese islote vive un gigante mitológico que mantiene a las pardelas de Tasmania, aves conocidas como “muttonbirds” en Australia, para que puedan alimentar a los lugareños y, para ello, utiliza a la luna que se encarga de formar oleajes, inundaciones o revolver las olas para castigar a aquellos que osen romper con las reglas de conservación.

Estas aves migratorias viajan miles de kilómetros hacia el sureste de Asia, retornan en el mes de agosto a Muttonbird, donde habitan además centenares de otras especies de aves y reptiles.

La isla es atravesada cada año, entre junio y noviembre, por centenares de ballenas jorobadas que se desplazan entre las aguas tropicales del norte y los mares Antárticos.

Una familia en el embarcadero de Coffs Harbour. Foto: Destino NSW

COFFS HARBOUR, TIERRA BANANERA

En tierra y cerca de Muttonbird está la ciudad de Coffs Harbour, que ofrece diversos atractivos para todos los gustos, y donde se ve disfrutar, desde los aficionados a la pesca o el buceo, a los amantes de las caminatas por los bosques.

Las olas son perfectas para los amantes del surf, aunque con precaución ante la posible presencia de tiburones, mientras que también se puede uno relajar en las piscinas de los lujosos hoteles o nadar con los simpáticos delfines en los acuarios.

Ya sea en la tranquilidad de un complejo turístico o en los bosques aledaños, nadie se salva de los encuentros con animales como las lagartijas, los canguros, los pavos nativos, o del asalto de una gaviota o de un kookabarra (martín pescador) que merodean por este entorno.

Por eso no es casual que en las carreteras de la zona haya carteles que advierten del paso de los koalas o de los canguros, que pueden sorprender al conductor en cualquier momento y que recuerdan que los humanos compartimos el planeta con otros seres vivos.

Con su emblemática reproducción gigante de una banana, esta ciudad de la costa este de Australia se llamó originalmente Korrf’s Harbour (Bahía de Korff) en honor al capitán John Korffs, quien se refugió empujado por una fuerte tormenta en ese lugar en 1847, pero un error administrativo en los registros públicos le cambió el nombre a Coffs Harbour.

La ciudad comenzó su desarrollo como puerta de salida marítima de los troncos talados y, a finales del siglo XIX, comenzó la agricultura.

Poco después, se desarrolló una próspera industria frutera, especializada en el cultivo de bananas, expandiéndose a otras localidades cercanas.

Parque Nacional Bongil Bongil,en la costa de Coffs. Foto: Destination NSW

WOOLGOOLGA, GRAN CENTRO SIJ

Las plantaciones de bananas dominan partes del escenario rural de Coffs Harbour y sus alrededores, como el de las cercanÌas de la vecina localidad de Woolgoolga, donde se levanta un enorme templo sij, una religión procedente de India que combina el monoteísmo islámico con creencias del hinduismo, entre ellas la reencarnación.

Algunos días está abierta a los curiosos e, incluso, comparten de forma gratuita sus alimentos vegetarianos preparados por los fieles y abren sus coloridas ceremonias religiosas con la condición, eso sí, de que hombres y mujeres se quiten los zapatos y se coloquen un turbante o tónica para cubrirse la cabeza.

Así se entra a ese mundo sij, con personas afables y dispuestas a hablar de sus alimentos, en un mundo ajeno como son los parajes de la costa este australiana.

Los sijs representan casi el 50 por ciento de la población de Woolgoolga, que la comenzaron a poblar en 1940 y después comenzaron a afincarse y a crecer como población. Ahora no es raro ver a sus representantes ataviados de turbantes y con sus barbas largas por las calles de esta localidad costera.

Esta minoría religiosa, que llegó como mano de obra para las plantaciones de banana, ha aumentado su poder económico a lo largo de los años y, actualmente, controla el 95 por ciento de esta industria local en Woolgoolga y el 10 por ciento de la de Coffs Harbour.

Por eso no es casual que Woolgoolga tenga su festival anual del curry para celebrar la herencia punjabi, que incluye un desfile gastronómico de comidas tradicionales, un desfile callejero sij y un torneo de lucha tradicional india llamada “Kabaddi”.

Comiendo en Coffs Harbour. Foto: Destino NSW

BUNDAGEN, COMUNIDAD ALTERNATIVA

A unos 22 kilómetros al sur de Coffs Harbour y en medio del Parque Nacional Bongil Bongil se esconde una comunidad alternativa, creada en 1981, a partir de una cooperativa creada en oposición a la construcción de un campo de golf.

Sus casas ecológicas y de diseños creativos se levantan en medio de los bosques y las tierras de la nación aborigen Gumbaingirr, su ambiente es apacible y muchas veces se puede ver a los niños jugando futbol en la playa aledaña, donde además se permite el nudismo.

El jardín central de Bundagen es un centro de reuniones de la comunidad, allí también se preparan alimentos con los productos que salen de las huertas, y se baila al ritmo de los tambores y ritmos tribales que interpretan sus habitantes.

Esta comunidad nació en oposición a un proyecto inmobiliario para construir un campo de golf en la zona denominada Bundagaree Head, lo que provocó protestas de los ecologistas del lugar por la pérdida de bosques y hábitat de animales nativos.

Algunas personas comenzaron a comprar terrenos del lugar para evitar que se desarrollara el campo de golf y crearon una empresa para apropiarse de los terrenos, lo que finalmente se convirtió en una cooperativa.

Una década después del nacimiento de Bundagen, los lugareños comenzaron a hacer una fuerte campaña para que el entonces bosque estatal se convirtiera en el parque nacional Bongil Bongil, cuyo nombre significa en lengua aborigen “un lugar donde una persona se puede quedar por mucho tiempo debido a la abundancia de comida”.

En el presente, menos de dos centenares de personas viven en las comunidades alternativas en Bundagen, donde no admiten a más miembros, aunque sÌ es posible organizar una visita a través de su página web (http://bundagen.com.au/).

“Después de treinta años conocemos y amamos este tierra. Nuestras aldeas nos proveen de hogares estables y nuestras granjas y jardines de alimentos orgánicos y frescos. Algunos de los que vinieron en los primeros años con niños ahora tienen nietos”, dice la web de la comunidad.

Los habitantes de Bundagen también admiten que tienen que trabajar duramente, luchar contra las plagas y esforzarse para mantener la armonía en la toma de decisiones para la comunidad en procesos que califican de “difíciles”.

Su objetivo es vivir en armonía con el entorno natural, quizá como lo hizo la tribu Gumbaingirr que habitó estos bosques hasta que, en los años setenta, se mudó buscando otras tierras o quizá oportunidades en las ciudades.

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