Puro lujo hospedarse en un famoso palacio inglés que ha sido convertido en hotel.
En mi reciente viaje a Londres, mi broche de oro fue pasar un fin de semana encantador en Cliveden House, que fuera el country house de la familia Astor, a apenas una hora de Londres. Allí no solo me hospedé en el que fue el dormitorio de Lord Astor, cerca del de su esposa Lady Nancy Astor -la primera mujer que fuera parte del Parlamento británico en 1919-, que se supone tenía una “puerta secreta” que comunicaba las dos habitaciones, sino que pude disfrutar lo que debe haber sido la esplendorosa vida de esta gran familia en su palacio campestre.
Cuando vivimos tan lejos y en ambientes tan distintos, es impresionante aprender a descansar sin sentir estrés ni apuro alguno recorriendo sus bellísimos jardines. También lo podemos hacer sentadas en sus grandes terrazas con unas vistas preciosas del verde campo inglés, tomando un crucero con champán por el río Támesis, en uno de los barcos favoritos de Lady Nancy, y cenar muy gourmet en comedores a la luz de las velas. Esto lo hicieron, en las mismas mesas y sillas doradas, la reina Victoria, el rey Jorge I y la reina María, y también Charles Chaplin, George Bernard Shaw y Sir Winston Churchill.
Un fin de semana en Cliveden -uno de los palacios ingleses más famosos, que han sido convertidos en grandes hoteles por la compañía Von Essen- es una experiencia que se vive una vez en la vida y la recomiendo a los que aman la historia. ¿Algo muy bueno? Que hay “paquetes” a precios bastante moderados, a veces sorprendentemente accesibles, ofrecidos por aerolíneas y operadores de tours dedicados a conocer estos estates ingleses, pues es un estilo de excursión muy de moda entre los viajeros internacionales.
Cliveden fue comprado en 1893 a su segundo dueño, el duque de Westminster, en un millón y medio de dólares, por el millonario norteamericano William Waldorf Astor, quien lo dio en 1906 como regalo de bodas a su hijo Waldorf y a su nuera, la heredera americana Nancy Langhorne, quienes llegaron a recibir los títulos de lord y lady e hicieron famoso el palacio.
Majestuoso como pocos, a 30 minutos del aeropuerto de Heathrow y a una hora de Londres en auto, el palacio fue construido en 1666 por el duque de Buckingham, en medio de 376 acres campestres, con unos jardines de película, y desde lo alto de sus terrazas disfrutamos de una vista panorámica del río Támesis. Tiene un pabellón con piscina convertido en spa de lujo, donde hace años ocurrió el escándalo entre la call girl Christine Keeler y el ministro John Profumo, quienes estaban quedándose allí mientras sostenían un affair que al político le costó su carrera.
En su entrada, pasando la Fuente del amor y sus rejas inmensas, vemos Rolls-Royce, Bentley y toda una exhibición de autos lujosos, propiedad del hotel y de sus huéspedes.
La habitación de Lord Astor, de estilo shabby chic, con los muebles originales, era muy cómoda, aunque no lujosa, porque los excesos son de mal gusto en Inglaterra, y me esperaba sobre el escritorio (donde Lord Astor escribió sus cartas) una carpeta de cuero con mi nombre y un recuento de las actividades a mi disposición. Cuando bajé las escaleras de caoba, rodeadas de una galería de cuadros con retratos históricos de los duques y príncipes, me sentí la invitada de honor de Lady Astor y parte de un mundo que ya ha desaparecido. En el salón principal, con armaduras de caballeros medievales, el famoso retrato de Lady Astor hecho por el pintor John Singer Sargent, chimeneas de mármol, tapices y valiosas alfombras, me senté a leer el periódico. Después di un paseo por los jardines, y disfruté de un chapuzón en la piscina caliente y de un masaje en el spa.
El segundo día desayuné en la terraza, caminé de nuevo por los jardines, comencé a leer un libro sobre la historia de los Astor que me había comprado en Londres, y por la tarde di un paseo por el río Támesis. Tomé el afternoon tea en el salón azul Wedgewood, e incluso visité los sótanos, donde están las campanas que llamaban al servicio, que todavía funcionan, y el antiguo pabellón del invernadero. Los jardines y sus parterres fueron diseñados por John Fleming en 1855 y son bellísimos, incluyendo el jardín secreto, las estatuas de personas famosas y los jardines chinos, y en su terraza hay un templo de 1735 de Giacomo Leoni, donde tienen lugar muchas bodas.
Durante todo el año, Cliveden es sede de conciertos, obras de teatro y funciones de ópera. En los campeonatos de tenis de Wimbledon tienen ofertas especiales y muchos eventos, lo mismo que cuando se celebran las famosas regatas de Henley.