Descubre la historia de una fiesta que ha encantado al mundo... Si recorres Irlanda en cualquier día del año te darás cuenta de que es un país al que le gusta el verde: está en sus colinas, en sus tréboles, en sus monumentos y hasta en sus leyendas con hombrecitos pelirrojos que visten de este tono para diversión de locales y extranjeros. No obstante, si vas de visita el 17 de marzo, día dedicado a su santo patrono Patrick o Patricio, te rodearás por una doble ración de verde festivo. Irlanda se pinta para celebrar sus orígenes pero, sobre todo, su presente. Su legado, en términos simbólicos, incluye arcoíris, ollas con oro y una buena dosis de la llamada “suerte del irlandés”, celebrada en el mundo con mucha simpatía y cerveza. ¿Cómo es que una fiesta nacional contagió de tal manera al planeta?
De vuelta al siglo V
San Patricio vivió en los años 400. No se sabe su fecha exacta de nacimiento, pero sí se estableció un día para su muerte: el 17 de marzo del 461, según el santoral católico. Fue un misionero a quien se le acredita haber llevado la religión cristiana a Irlanda y, muy al estilo local, su vida está rodeada de leyendas. Se dice que liberó al país de una plaga de serpientes utilizando tréboles, aunque la explicación científica es que fue la separación de Irlanda de Gran Bretaña, en la última glaciación, la causa de que no existan esos reptiles ahí. También parece haber enseñado el concepto de la Santa Trinidad con la ayuda de un trébol de tres hojas, y he ahí la razón por la que el shamrock, como se le conoce a esta especie local, sea tan importante para la cultura irlandesa. No es casualidad que los católicos hayan elegido esta planta para representar a San Patricio, sus connotaciones mágicas remontan a la tradición celta, culto previo en la región.
Siglos más tarde, entre 1845 y 1849, Irlanda vivió la Gran Hambruna, un episodio lamentable en el que un millón de personas murieron de hambre a causa de una plaga en las papas, principal fuente alimenticia de la población. Otro millón logró escapar. Algunos se refugiaron en diversos países de Europa, pero la mayoría emigró a Estados Unidos, donde se formó una comunidad de expatriados. Lejos de casa, del verde y de posiciones en la política de su nuevo país, los migrantes salieron a las calles de Nueva York a celebrar sus raíces y mostrar su deseo de integración con una manifestación. Pero lejos del allure festivo que tienen hoy sus desfiles alrededor del mundo, fueron retratados en caricaturas como alcohólicos en los periódicos del día siguiente. No fue hasta 1948, cuando el presidente Harry S. Truman asistió a su desfile en la “Gran Manzana”, que se le dio al Día de San Patricio o St. Patrick’s Day la validación de fiesta nacional que necesitaba aun estando lejos de suelo irlandés.
Que comience la fiesta
Siete décadas han pasado desde la oficialización del Día de San Patricio como fiesta nacional, por lo que los irlandeses han tenido tiempo de hacer ajustes a sus personajes y a su mitología. Han sabido sacar partido de la curiosidad que sus criaturas despiertan en propios y extraños y, aunque siguen teniendo tintes oscuros que hacen alusión a sus cielos nublados, la magia que las rodea permanece. Si un día tienes la fortuna de encontrarte en sus tierras, éstas son las formas típicas de disfrutar el día en grande:
En modo cultural
Sus monumentos se iluminan de verde al caer la noche, en especial en Dublín. La catedral de San Patricio, los edificios del gobierno, sus principales museos y universidades, entre las que destaca el Trinity College, tienen un brillo resplandeciente, y no hay mejor momento para recorrerlos. Otros emblemas globales se contagian en solidaridad, como el Coliseo romano, el London Eye y el Empire State Building de Nueva York.
Para disfrutar la naturaleza
Toma el volante por la costa norte y haz parada en formaciones naturales impresionantes, como el famoso Giant’s Causeway. Se trata de una formación rocosa en forma de hexágonos que, por su figura tan particular, se dice que está habitada por hadas. Cruzar su puente colgante sobre el mar y las montañas es una experiencia única.
Otra parada espectacular son los acantilados de Moher, cuyos 200 metros de altura los colocan como unos de los más altos del mundo. Atrévete a caminar a la orilla si no tienes vértigo y contempla la inmensidad del mar desde la cima.
En modo festivo
Tienes que hacer un clásico bar crawling por la zona de Temple Bar, una de las más animadas de Irlanda. Beber una Guinness mientras escuchas música en vivo es básico. Los pubs abren desde temprano y encontrarás gente dispuesta a festejar desde las 11 de la mañana. Por supuesto, debes vestirte para la ocasión con prendas verdes y accesorios al gusto. Si no tienes, no te preocupes, abundan las tiendas de souvenirs en donde puedes conseguir todo para lograr el atuendo perfecto.
La suerte del irlandés
Si quieres vivirla en carne propia y saber qué hay detrás de sus historias, visita el National Leprechaun Museum en Dublín. Una de sus instalaciones más divertidas es un arcoíris gigante hecho de hilos que tienes que atravesar para entrar al mundo mágico. Suena a cuento para niños, pero como descubrirás no existen muchos finales felices en sus creencias, y es ese misterio lo que ha contribuido a que la fiesta de San Patricio genere más adeptos cada año. He aquí algunos datos acerca de los personajes que asisten al festejo: • Los famosos hombrecitos con traje verde no se llaman duendes, sino leprechauns. Éste es su nombre original y de simpáticos no tienen nada. Aunque son parte del folclor nacional, a los creyentes locales no les agradan, pues aseguran que son muy irritables y que se roban todo lo que tienen a la mano. Según la leyenda, les gusta vivir en los jardines amplios o bajo grandes árboles, siempre en solitario.
• Sobre el origen de los leprechauns. Los personajes que conocemos hoy, con ropa verde y pelo rojo, no son producto de la imaginación de Irlanda. Aunque la leyenda de estas criaturas ha estado presente por siglos allí, fue en Estados Unidos que se les dio ese aspecto adaptando los rasgos más característicos de los irlandeses. Se estamparon en el cereal Lucky Charm y se les dio una transformación de personalidad: en lugar de ser poco amigables y maliciosos, como se cree en el país, los pintaron sonrientes y traviesos. A los irlandeses les pareció buena idea, sobre todo en términos de comercio y turismo, y así nació la imagen actual que tenemos de ellos. • Ten cuidado con las hadas. Éste es el personaje más temido de todos porque se roba a los niños, así que a diferencia de las versiones de Disney, nadie las quiere merodeando en su jardín. Están asentadas en zonas boscosas, en donde hay letreros advirtiendo de su presencia, ya que lo menos que te puede pasar si te atraviesas en su camino es perderte en la inmensidad del bosque.
• Las hadas también viven en Giant’s Causeway. Según la leyenda, esta zona basáltica fue creada por gigantes, y su forma de columnas hexagonales es uno de los lugares favoritos de estas criaturas para instalar su hogar. Dicen que si acercas el oído entre las piedras puedes escucharlas hablar. ¿Qué dirán?
• Pon atención a los caminos mágicos. Esto es un hecho comprobado. Hay zonas de Irlanda en las que los autos suben cuesta arriba sin estar en marcha, desafiando a la gravedad. Algunos aseguran que se debe a que las hadas tratan de asustar a los visitantes. ¿Magia? ¿Campos magnéticos? Es un misterio no resuelto.
Imperdible
Este año se llevará a cabo el desfile de San Patricio del 14 al 18 de marzo y se estima atraerá a 500 mil personas a las calles de Dublín. Debes elegir un sitio de la ruta a lo largo de O’Connell Street en donde podrás admirarlo, o bien, adquirir boletos para las gradas, una opción recomendable si viajas con niños y quieres tener una vista de primera fila.