Una ciudad con ambiente que conserva y ofrece su historia para conocerla
Llamada la Venecia del Norte por sus puentes y canales, la capital de Holanda conserva la arquitectura original de los siglos XVI y XVII
Me encanta Ámsterdam y siempre me ilusiona volver a esa ciudad, por su charm que la hace uno de esos lugares encantadores que hay que conocer una vez en la vida. Este viaje fue mi primero en cinco años, y aunque fue de cuatro días, lo disfruté muchísimo, porque estaba loca por conocer lugares nuevos y volver visitar los que ya había visto.
Me hospedé en el bello hotel Pulitzer, mi favorito, frente a uno de los 165 canales de la ciudad -el Prinsengracht-, construido en 25 casitas históricas de los siglos XVII y XVIII, unidas por jardines. Al estar en el centro de la ciudad, caminé por todas partes.
Amsterdam debe conocerse caminando y tomando los divinos recorridos en barco por los canales, de día o de noche. Algunos barcos permiten nos subamos y nos bajemos en las paradas turísticas en los canales.
DÍA 1. Comenzamos caminando del hotel por Prinsengracht hasta la esquina, donde está Westerkerk, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, y poco más allá el monumento a Anna Frank y su casa-museo. Como era temprano, la fila para la entrada era pequeña y fue maravilloso visitar el "ático” donde estuvieron escondidos los Frank y sus amigos, y ver el diario que Anna escribió. ¡Una visita obligada!
De allí caminamos por Raadhusstrasse hasta el fabuloso centro comercial Magna Plaza (en un bello edificio del siglo XIX con el rico restaurante italiano Ovidius) y después cruzamos a la enorme plaza Dam. Aquí están el Palacio Real (la familia real no vive en ese lugar) y la iglesia Nieuwe Kerk, de 1408, donde se casaron el príncipe Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta. Estando en la plaza Dam, fíjate en el gran estacionamiento de bicicletas, las que todos usan, desde mujeres elegantísimas con tacones altos, hasta viejitos o niños con sus padres.
FOTOGALERÍA: UN RECORRIDO POR ÁMSTERDAM
De Dam caminamos por el famoso Barrio de las Luces Rojas, una atracción turística que muchos visitantes desean conocer y que poco a poco está desapareciendo, pues la ciudad ha cerrado muchos de sus burdeles, sex shops y coffee shops, para cambiar la atmósfera del barrio. En este barrio, las calles están llenas de vitrinas de cristal iluminadas por luces de neón rojas o rosadas, donde las prostitutas de Amsterdam están en exhibición, y cuando “trabajan” cierran las cortinas. Un penoso “mercado humano”, aunque la prostitución es legal en Holanda y las chicas tienen sindicato.
Después de este recorrido volvimos a la plaza Dam, donde desemboca la calle peatonal de tiendas Kalverstraat. Almorzamos allí un broodje -el famoso sándwich holandés relleno- en la panadería Bakkerij Bart. En esta zona fíjate en las fachadas de las casas, pues hasta las tiendas están situadas en estrechos y antiquísimos edificios históricos, como la iglesita The Parrot o Papegaai, donde se escondían los católicos que eran perseguidos hace cientos de años, y todavía sigue funcionando.
Después caminamos al bello mercado flotante de flores en Singel. Regresé al hotel, atravesando canales y enamorada del ambiente tan agradable de la ciudad y de sus casitas. Algunas son hoteles, como el cool Blakes (sucursal del de Londres), el Toren, cerca de la casa de Anna Frank, y el maravilloso hotel Amstel InterContinental, con su restaurante La Rive, con una estrella Michelin. Esa noche cenamos en el boutique hotel The Dylan cuyo restaurante Vinkeles es famoso.
DÍA 2. Fuimos en taxi a la zona de los museos, primero al Rijksmuseum, hogar de Ronda de noche, de Rembrandt, una de las obras maestras de la pintura, y de allí seguimos por la Milla Van Gogh, un camino de instalaciones de arte que lleva al Amsterdam Hermitage Museum, donde estará hasta el 25 de abril del 2013 la colección del Museo Van Gogh, que está siendo restaurado. De aquí caminamos hacia Kalverstraat, donde en una calle transversal (Voetboogstraat 31) está Vleminckx Sausmeesters, el quiosco que vende las papas fritas más ricas del mundo desde 1887. Cenamos cerca del hotel en el pequeño restaurante indonesio Long Pura, a precios moderados.
DÍA 3. Fui al mercado étnico de la zona de Albert Cuypstraat, donde hay vendedores de todas las nacionalidades. Después tomamos el tour de una hora en barco por los canales. Esa noche cenamos en Amstel Bar & Brasserie. Otros restaurantes trendy: La Oliva, Beddington’s, De Kas, Greetje y Take Thai.
DÍA 4. Tomamos la excursión de un día para ver los molinos de viento y los mercados de quesos de Markeen a Volendam. ¡El perfecto broche de oro del viaje!
FOTOGALERÍA: UN RECORRIDO POR ÁMSTERDAM