A Luis Miguel lo conocí en Acapulco (cuando estuvo en el puerto en un festival musical ya desaparecido) gracias a su mánager, el argentino Hugo López (EPD), quien me eligió para entrevistarlo entre varios medios de comunicación tanto nacionales como internacionales apostados en la puerta de su camerino.
Recuerdo que el cantante vestía una playera blanca con su perfecta dentadura, jeans azules y lucía la piel dorada, misma que hacía resaltar el color de sus ojos. La sonrisa, por supuesto, era impecable, y puedo decir, que, hasta inocente. Así me recibió Luis Miguel.
Nos saludamos con un beso en la mejilla y comenzamos a conversar. El intérprete me contó que había demasiados lugares a los que no podía asistir como una persona común. Hacía mucho tiempo que no iba al cine y cuando llegó a hacerlo tenía que entrar hasta los últimos asientos y con la sala lista para comenzar la proyección.
Para sus conciertos, debía esconderse dentro de las cajas de sus equipos, pues sólo así evitaba que lo vieran. Ese día percibí a un joven muy solitario, con un gran vacío en el alma. Tenía 21 años.
Poco más de cinco décadas en la música
Al cantante más influyente de la música en español, por más de cinco generaciones, lo vi de nuevo en la oficina de Jacobo Zabludovsky, cuando iniciaba el tan sonado romance con Myrka Dellanos. Y nos saludamos, no sin antes, pactar un próximo encuentro.
Hoy, Luis Miguel tiene 53 años, tres hijos, una próxima boda ya anunciada con la española Paloma Cuevas, y se le ve totalmente pleno, apoyado por un hombre que confía en su talento y que es experto en finanzas, un magnate mexicano que nos devolverá tantos años convertidos en canciones del basto repertorio de “El Sol de México”.
Luis Miguel, quien se cambió de casa en la Ciudad de México, continuará con su extensa gira por varios países. La buena noticia es que se siguen abriendo fechas para verlo y escucharlo.
Dejemos a un lado los trascendidos sobre la celebridad y disfrutemos de la voz de un magno intérprete. ¡Nos leemos en la próxima, mis queridas mujeres Vanidades!