Qué es la resiliencia y cómo podemos levantarnos ante las adversidades

Volver a empezar, aguantar los embates de la vida, reinventarse y seguir adelante, eso es ser resiliente, y podemos enseñárselo a nuestros hijos

Resiliencia

Además te decimos cómo contagiar a tus hijos de buena actitud

Yana Iskayeva/Getty Images

Resiliencia es un término que se usaba para describir a los metales principalmente, para hablar acerca de su capacidad de resistir. Hoy día se emplea en psicología y tanatología para referirse a las personas que se crecen ante el dolor, que no se olvidan de sus fortalezas en tiempos difíciles y que hacen de la pérdida un camino de crecimiento. Después de todo, afuera puede estar lloviendo, pero eso no te convierte a ti en tormenta.

¿Quiénes son más resilientes?

No es cuestión de competir, sino de inspirar. Las mujeres hoy día damos prueba de esta resiliencia todo el tiempo, al ayudar al marido si se queda sin trabajo y animar a los hijos a enfrentar los contratiempos de la vida y, llegado el momento, hasta con sus rupturas amorosas. Aconsejamos a las amigas para que se mantengan positivas y acompañamos a nuestros padres a enfrentar las duras pruebas que les pone la vejez.

El poder de la mujer radica precisamente en su capacidad de dar vida; tal vez por ello se encuentra más cercana a los procesos de pérdida y a los dolores del ciclo vital de una familia. Una mujer sabe desvelarse al cuidado de otro y renunciar a lo que desea en el momento pensando en un fin mayor, además de que apoya y ofrece ayuda sin que ello implique un sacrificio.

Es parte de nuestra labor de padres el enseñar a los pequeños acerca de la resiliencia. Mostrarles el gran gusto que es compartir la vida con personas resilientes, que le dicen sí a la vida bajo cualquier circunstancia y que buscan siempre herramientas para crecer y ser su mejor versión. Evitemos formar niños quejumbrosos o que se les cierran las posibilidades cuando algo no les sale a la primera que lo intentan. La resiliencia se enseña capitalizando la frustración a favor.

Esta historia puede ayudarnos a explicarles mejor el tema: en Japón, a los floreros que se rompen no los tiran a la basura, como nosotros solemos hacer con la taza que se despostilla. Por el contrario, rellenan las grietas con oro para darle un nuevo valor y convertirlo en algo mucho más valioso. Esta técnica se conoce como Kintsugi y es el arte de arreglar las fisuras de la cerámica con este metal.

Los nipones no descartan un florero porque ya no esté nuevo, aseguran que tiene más valor que uno recién adquirido por el tiempo que ha transcurrido y las experiencias que ha enfrentado. Asimismo, nuestras heridas cuentan una historia y sus cicatrices son nuestras insignias doradas de batalla que demuestran que hemos salido victoriosas y que seguimos estando atentas para nuestra principal misión en la vida que es: amar y ser felices.

Debemos enseñarles a nuestros hijos que todos caemos alguna vez, que nadie está exento, pero que ser valiente significa no quedarte en el piso. Si educamos así, crecerán con menos miedo a equivocarse y con más capacidad de aventurarse en algo cuyo éxito no tienen garantizado. Es demasiada presión por parte de los padres el que les digamos que ellos tienen que ser el número uno de la clase, el mejor del futbol o la más bonita del ballet. La vida ya es muy demandante de por sí como para ir en ella con miedo a defraudar a quienes te trajeron a este mundo. Más que de expectativas, los padres debemos de estar llenos de herramientas útiles para compartirles a los hijos en la construcción de su vida.

El mejor aliado

Un libro es, sin duda, un aliado para aprender a ser resiliente, para crecer y fortalecernos, ya que ayuda a los niños a sentir empatía e inspiración. Y en esta ocasión les quiero recomendar La niña a la que se le vino el mundo encima (Ed. Diana), para que lo lean con sus hijos o nietos, a partir de 10 años en adelante. Una historia de amor y fuerza en la que Karen, la protagonista, tras haber sufrido varias pérdidas decide darse otra oportunidad en la vida y no renunciar a sus dones. De eso se trata la vida, de no dejar de ser quien eres cuando más lo necesitas. De estar ahí para ti y ser tu mejor amiga. Darte la mano a ti misma y creer en tu persona es la mejor definición de resiliencia efectiva que pueda existir.

Nadie puede dar lo que no tiene. Por eso los hijos piden congruencia. Nos observan todo el tiempo para ver si hacemos lo que les decimos que hagan y para sentir si somos lo que esperamos que ellos sean. ¡Menuda tarea de 24 horas al día nos escogimos!

Todas y cada una de nosotras tenemos grandes dones que podemos poner al servicio de nuestra comunidad, país y familia. Sólo que no debemos permitir que el dolor de la pérdida o la ausencia de algo o alguien nos aplaste y nos impida mostrar nuestra luz.

No se muevan en la sombra, mejor pónganse de pie y denle una respuesta a la vida misma, ya que ello es la mejor manera de rendir homenaje a quienes nos han amado.

Relacionado