¿Es verdad que los polos opuestos se atraen? ¿Por qué nos gusta cierto tipo de persona? ¿Qué rol tiene mi cerebro en esto? El amor es una de las emociones más poderosas y complejas que experimentamos como seres humanos. Nos impulsa a conectar con otros, a formar relaciones duraderas y a experimentar una profunda alegría y satisfacción
Le llamamos química a las chispas de atracción que pueden surgir con la persona menos esperada, en el momento más sorprendente. Se trata de una palabra compleja que nos puede llevar por caminos imprevistos, desde el “polos opuestos se atraen” hasta salir con alguien que no encaja con las características físicas o de personalidad que teníamos en mente.
El amor es esa caja de chocolates en la que nunca sabes qué te va a tocar… o eso creíamos hasta ahora
La doctora Helen Fisher, autora del libro Anatomy of Love, realizó imágenes por resonancia magnética a personas enamoradas y descubrió que cuando les mostraban fotos de sus parejas, las zonas de motivación y compensación del cerebro se iluminaban, lo que quiere decir que sus cuerpos se estaban inundando de hormonas que físicamente los motivaban a sentirse felices en presencia de la otra persona, pero ¿cómo llegaron a este punto de felicidad? Aunque los deseos del corazón siguen siendo en gran parte un misterio, su laboratorio arrojó un poco de luz al por qué decide tomar cierta ruta.
¿De quién nos enamoramos?
Después de hacer un estudio en 40 mil personas solteras para su libro Why Her? Why Him? Fisher separó en cuatro categorías los modelos de pensamiento y comportamiento, dos neurotransmisores (dopamina y serotonina) y dos hormonas (estrógeno y testosterona). A cada una le otorgó una constelación de rasgos de personalidad.
- Dopamina “el explorador”: Se conforma por personas que aman los riesgos, son curiosas, energéticas, creativas y en busca de novedades.
- Serotonina “el constructor”: Son precavidos, amantes de las costumbres, respetuosos de la autoridad y siguen las reglas.
- Estrógeno “el negociante”: Tienden a ser muy empáticos, confían en los demás y saben expresar sus emociones.
- Testosterona “el director”: Son analíticos, lógicos, directos, pueden tomar decisiones rápidas y son algo escépticos.
Las personas ricas en dopamina y serotonina se sienten atraídas a gente de su mismo grupo, mientras que el estrógeno busca a la testosterona y viceversa.
La ciencia del amor
“Los constructores se enamoran entre ellos porque ambos son tradicionales, del tipo que puede tener matrimonios de 50 años con cinco hijos. El negociante y el director necesitan las habilidades del otro, porque el indeciso debe decidirse y el rudo busca un corazón más amable”, dice Fisher.
“A nivel evolutivo, la atracción entre los exploradores es la más curiosa, porque ¿quién va a ocuparse del bebé si ambos están escalando el Everest? Pero veo la estrategia darwiniana, crear nuevos humanos con diferentes patrones, que se adapten a todo, porque así hay más variedad genética”.
Fisher asegura que todos tenemos características de los cuatro grupos, pero siempre hay un par más dominante, la química surge cuando dos personas empatan en el mismo grupo de neurotransmisores y encuentran a su opuesto en hormonas.
“Si quieres llevarte con un director, pregúntale lo que piensa; si quieres conquistar a un explorador, pregúntale lo que hace; si quieres tener una relación con un constructor, pregúntale lo que sabe, y si quieres llevarte bien con un negociante, pregúntale lo que siente”, aconseja la doctora Fisher.
Atrás de lo que llamamos “química” está la ciencia del amor. Helen ha estudiado uno de los misterios más grandes del universo y nos muestra cómo, al comprender los mecanismos que subyacen al enamoramiento, podemos aprender a navegar mejor por las complejidades de las relaciones humanas y encontrar una conexión más profunda y significativa con nuestros seres queridos.