Es curioso, pero muchas veces, el contenido de nuestras peores discusiones en pareja ni siquiera parece tan importante. ¿De verdad vamos a dejar que se nos arruine todo el fin de semana porque nuestra pareja llegó media hora tarde?, ¿en serio es tan grave que le guste comer en casa de su mamá todos los domingos?, ¿es un pecado imperdonable darle “me gusta” a la foto de un excompañero de la universidad? Claro que no, el problema no suele ser el hecho en sí mismo, sino el enorme y doloroso significado que hay detrás.
Los niveles de comunicación de las peleas
Muchas personas creen que el principal problema en las relaciones es la falta de comunicación. Sin embargo, por mucho que nos comuniquemos, si no entendemos los significados y las necesidades de orden superior que hay detrás de cada situación conflictiva, lo único que sucederá es que terminaremos atrapados en peleas eternas y desgastantes en los que ninguno logra hacerse entender, ni mucho menos llegar a un acuerdo.
En toda pelea podemos distinguir tres niveles:
- El contenido: por ejemplo, “estamos peleando porque gastaste demasiado dinero”.
- La categoría: sea dinero o poder.
- La necesidad primaria de cada quien, que puede ser distinta incluso en peleas con un contenido y una categoría idénticas.
Por lo general, cuando discutimos, somos muy conscientes del contenido de la discusión y frecuentemente ocurre que quien está recibiendo el reclamo le resta importancia al hecho, y en contraataque el otro hace extensiva esa pelea a toda la categoría, ante lo cual el primero se siente sometido a una acusación injusta.
Las discusiones relacionadas con el cuidado, la atención, los detalles y el cariño también entran en la categoría de reconocimiento y pueden traducirse como ¿por qué no te esfuerzas más en hacerme sentir que soy importante para ti?
Como cuando nos molesta que nuestra pareja gastó demasiado dinero y terminamos reclamándole que siempre usa recursos financieros, lo cual no necesariamente es cierto. Esto en la práctica suele verse más o menos así:
-Amor, ¿por qué hay un cargo de $3,000 en la tarjeta?
- El fin de semana pasado que fui a cenar con los compañeros de trabajo, yo invité.
- ¿Cómo se te ocurre hacer eso?, estás viendo que este mes nos toca pagar lo del carro.
- No es para tanto, el próximo mes nos recuperamos.
- Es que siempre es lo mismo contigo. Nunca piensas que tenemos otros gastos.
- ¿Cómo me dices eso?, ¡si me la paso trabajando y me limito mucho para que no falte nada en casa!
En este punto tenemos dos personas enojadas, frustradas y que no desean hacer equipo contra el problema, sino atacarse una a la otra o cerrarse del todo a la comunicación para evitar más ataques. Probablemente, esta pareja despertará al día siguiente sin ganas de pelear y dispuesta a hacer una tregua, pero una situación similar volverá a aparecer en poco tiempo, el ciclo se repetirá y la frustración se va a acumular.
Razones por las que discutes
Llevo años como terapeuta de parejas y, detrás de todos los contenidos y categorías específicas de peleas que he escuchado en el consultorio, y que son prácticamente infinitos, siempre hay dos personas haciéndose alguna de estas preguntas: ¿Por qué no me ayudas a confiar en ti? ¿Por qué no confías en mí? ¿Por qué me quieres controlar? ¿Por qué no me das más poder? ¿Por qué sólo miras lo que hago mal? ¿Por qué no te esfuerzas más?
Estos cuestionamientos entran en el territorio de tres necesidades básicas de cualquier ser humano para vincularse afectivamente: confianza, poder y reconocimiento, y descubrir cuál es la pregunta esencial que cada miembro de la pareja se está haciendo en una discusión recurrente es una de las maneras más efectivas de salir de la trampa del contenido. Imaginemos la misma discusión del ejemplo anterior, pero con dos personas capaces de acceder a su verdadera necesidad de fondo y de comunicarla sin invalidar la necesidad del otro:
-Amor, ¿por qué hay un cargo de $3000 en la tarjeta?
- El fin de semana pasado que fui a cenar con los compañeros de trabajo, yo invité.
- Cuándo haces este tipo de cosas, siento que no puedo confiar en que vas a ser un buen proveedor para la familia.
- Entiendo cómo te sientes, pero cuando revisas cada peso que gasto, yo siento que sólo te enfocas en lo que hago mal y no notas que casi siempre nos alcanza el dinero.
- Entiendo, y reconozco todo tu esfuerzo. Pero como mi papá siempre gastaba en tonterías y nunca alcanzaba en la casa, ese tipo de cosas detonan una respuesta emocional intensa en mí.
Cuando nuestra pregunta esencial en una discusión es ¿por qué no me das más poder sobre ti?, es necesario cuestionarnos si ese es un poder que realmente nos corresponde tomar, o si responde a expectativas sociales relacionadas con el dinero o el género.
En este segundo panorama, tenemos a dos personas que ya entendieron la necesidad básica detrás del contenido y la categoría de la pelea, y que están en condiciones de negociar y trabajar en equipo, en lugar de tener una discusión eterna sobre si estuvo bien o mal que uno invitara a sus compañeros a cenar. En este caso, ambos estaban discutiendo por dinero, pero en realidad uno estaba luchando por confianza y otro por reconocimiento.
Esta es solo una guía muy general que puede ayudarte a romper la “visión de túnel” en tus conflictos de pareja. Pero recuerda que un terapeuta profesional también puede enseñarles a ti y a tu vínculo a tener discusiones mucho más sanas y edificantes.
Las discusiones en pareja pueden ser un signo de que hay problemas subyacentes que necesitan ser abordados. Al comprender las causas comunes de los conflictos y al implementar estrategias de comunicación efectiva, puedes fortalecer tu relación y construir un futuro más feliz juntos.