La Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard ha identificado siete hábitos clave que las mujeres pueden adoptar para extender su longevidad y mejorar su calidad de vida.
Según un estudio publicado en la Revista Americana de Nutrición Clínica, implementar estos ajustes podría sumar hasta 24 años de vida. Aunque lo ideal es iniciar a los 40, los beneficios también se obtienen comenzando más tarde.
¿La clave? Integrar estos hábitos gradualmente, ya que según los especialistas, cada pequeño paso cuenta para vivir más y mejor.
Hábitos saludables para mujeres a partir de los 40 años
- Mantenerse físicamente activas
El ejercicio regular reduce hasta un 50% el riesgo de muerte, fortalece el corazón, mejora la circulación y aumenta la densidad ósea. Además, liberar endorfinas promueve el bienestar emocional. - Abstenerse del tabaco y los opiáceos
Evitar estas sustancias puede disminuir un 40% el riesgo de muerte prematura. El tabaco está vinculado a cánceres y enfermedades respiratorias, mientras que los opiáceos conllevan riesgos de adicción y sobredosis. - Manejar el estrés
Controlar el estrés reduce un 22% la mortalidad prematura y previene enfermedades como hipertensión y depresión. Técnicas como la meditación, el yoga o establecer límites saludables pueden ser efectivas. - Moderar el consumo de alcohol
Limitarse a un máximo de cuatro bebidas semanales reduce un 19% el riesgo de muerte prematura. Un consumo excesivo se asocia a cánceres y enfermedades hepáticas. - Dormir bien
Descansar entre siete y nueve horas al día mejora la longevidad y optimiza las funciones cognitivas. Un sueño reparador es clave para la salud integral. - Seguir una dieta equilibrada
Una alimentación rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras activa los mecanismos naturales de regeneración del cuerpo, previniendo enfermedades crónicas. - Cuidar las relaciones interpersonales
Mantener una red social activa puede aumentar la longevidad en un 5%. Las relaciones sólidas mejoran la salud mental y física, mientras que el aislamiento incrementa riesgos de depresión.