Comencé a tener problemas de ansiedad en la adolescencia. Tenía ataques de pánico y muchos miedos irracionales que no me dejaban vivir tranquila. Recorrí consultorios psicológicos y me diagnosticaron ansiedad generalizada. A los 18 años comencé a estudiar y practicar yoga. No sólo las posturas y el movimiento me ayudaron a sentirme mejor, sino que descubrí que la herramienta más eficaz para calmarme era la respiración.
Los cambios que experimenté fueron grandes y desde entonces me he dedicado a formarme con varios métodos para convertirme en guía de respiración y sostener a otros en su camino de bienestar.
En realidad, todos los problemas de ansiedad tienen una causa y varios factores se entrelazan para que de pronto exploten en el cuerpo. “Respirar es más que un acto meramente bioquímico o físico… la respiración influye en nuestros órganos internos; afecta a la frecuencia cardiaca, la digestión y al estado de ánimo. Es un interruptor del sistema nervioso autónomo”, dice James Nestor, autor del bestseller Breath: the New Science of a Lost Art, donde explora cómo de todas las funciones regidas por nuestro sistema nervioso, la respiración es la única que podemos alterar conscientemente: “No puedes estar saludable a menos que estés respirando correctamente”, afirma el experto.
La respiración (pranayama) enseña a regular la respiración y, por lo tanto, la mente”
La mayor parte de la población usa tan sólo 30% de su capacidad respiratoria. Es decir, casi todos respiramos superficialmente. ¿La consecuencia de respirar mal? Aparecen migrañas, nos falta energía, vivimos en estado de estrés y, además, provoca un mal funcionamiento del organismo. Esto también deriva en envejecimiento celular. Sin embargo, la respiración no sólo condiciona nuestra salud física, a través de esta herramienta podemos ir más allá, hacia las partes más sutiles de nuestro ser.
B.K.S. Iyengar, quien fue uno de los maestros de yoga más importantes del mundo y autor del libro Light on Pranayama, decía: “El control de la respiración (pranayama) enseña a regular la respiración y, por lo tanto, la mente”. La buena noticia es que se ha comprobado que con ejercicios de respiración se puede regular el sistema nervioso, la mente y emociones. Lo que influye en pulmones más fuertes, mejor circulación, vitalidad, mejora en el rendimiento intelectual, menos estrés y, por supuesto, mejor salud.
Cómo mejorar la respiración
¿Respiras por la boca? Si es así, la calidad de la respiración es menor y el corazón hace un sobreesfuerzo. Lo mejor es hacerlo por la nariz, ya que es la encargada de limpiar y filtrar el aire, para que pase por las vías respiratorias en condiciones óptimas.
¿El abdomen no se hincha? Si al inhalar lo único que sube es tu pecho, es probable que el diafragma no se mueva y, por lo tanto, respiras de manera superficial. La respiración diafragmática o abdominal permitirá que tus pulmones absorban más oxígeno y ayudará a reducir el estrés.
¿Tienes una mala postura? Si elevas los hombros cuando inhalas o tienes la necesidad de estirar el cuerpo de manera constante, es posible que inconscientemente tu cuerpo necesite ensanchar la caja torácica para facilitar la inspiración. La mala postura como encorvarse hacia adelante limita el diafragma y entorpece otras funciones corporales, como la circulación y la digestión.
¿Bostezas o suspiras con frecuencia? Son señales de una respiración de baja calidad. Estos síntomas aparecen cuando el cuerpo necesita equilibrar los niveles de oxígeno y dióxido de respiración.