Dime cómo respiras y te diré cómo vives: mejora tu forma de respirar

La respiración consciente es el método más barato y eficaz para acabar con tus problemas de ansiedad, erradicar el estrés y, por si fuera poco, hasta ayuda a eliminar los signos de envejecimiento prematuro de la piel.

street style Tamara Kalinic aparece luciendo un top negro de Louis Vuitton, una falda blanca, un cinturón negro y un bolso negro en el exterior del desfile de Louis Vuitton durante la Semana de la Moda de París, el 1 de octubre de 2024.jpg

La mayor parte de la población usa tan sólo 30% de su capacidad respiratoria. Es decir, casi todos respiramos superficialmente.

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Comencé a tener problemas de ansiedad en la adolescencia. Tenía ataques de pánico y muchos miedos irracionales que no me dejaban vivir tranquila. Recorrí consultorios psicológicos y me diagnosticaron ansiedad generalizada. A los 18 años comencé a estudiar y practicar yoga. No sólo las posturas y el movimiento me ayudaron a sentirme mejor, sino que descubrí que la herramienta más eficaz para calmarme era la respiración.

Los cambios que experimenté fueron grandes y desde entonces me he dedicado a formarme con varios métodos para  convertirme en guía de respiración y sostener a otros en su camino de bienestar. 

En realidad, todos los problemas de ansiedad tienen una causa y varios factores se entrelazan para que de pronto exploten en el cuerpo. “Respirar es más que un acto meramente bioquímico o físico… la respiración influye en nuestros órganos internos; afecta a la frecuencia cardiaca, la digestión y al estado de ánimo. Es un interruptor del sistema nervioso autónomo”, dice James Nestor, autor del bestseller Breath: the New Science of a Lost Art, donde explora cómo de todas las funciones regidas por nuestro sistema nervioso, la respiración es la única que podemos alterar conscientemente: “No puedes estar saludable a menos que estés respirando correctamente”, afirma el experto.

La respiración (pranayama) enseña a regular la respiración y, por lo tanto, la mente”
B.K.S. Iyengar

La mayor parte de la población usa tan sólo 30% de su capacidad respiratoria. Es decir, casi todos respiramos superficialmente. ¿La consecuencia de respirar mal? Aparecen migrañas, nos falta energía, vivimos en estado de estrés y, además, provoca un mal funcionamiento del organismo. Esto también deriva en envejecimiento celular. Sin embargo, la respiración no sólo condiciona nuestra salud física, a través de esta herramienta podemos ir más allá, hacia las partes más sutiles de nuestro ser.

¿Te falta aire? Respirar bien puede hacerte sentir mejor

Al inhalar, aportamos oxígeno a nuestro cuerpo, esencial para nuestro adecuado funcionamiento.

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B.K.S. Iyengar, quien fue uno de los maestros de yoga más importantes del mundo y autor del libro Light on Pranayama, decía: “El control de la respiración (pranayama) enseña a regular la respiración y, por lo tanto, la mente”. La buena noticia es que se ha comprobado que con ejercicios de respiración se puede regular el sistema nervioso, la mente y emociones. Lo que influye  en pulmones más fuertes, mejor circulación, vitalidad, mejora en el rendimiento intelectual, menos estrés y, por supuesto, mejor salud.

Cómo mejorar la respiración

¿Respiras por la boca? Si es así, la calidad de la respiración es menor y el corazón hace un sobreesfuerzo. Lo mejor es hacerlo por la nariz, ya que es la encargada de limpiar y filtrar el aire, para que pase por las vías respiratorias en condiciones óptimas.

Tip: Para evitar respirar por la boca, colócate una tira de micropore en los labios; así podrás hacer conciencia de hacerlo por las fosas nasales. Si te atreves aplica esta técnica no sólo durante el día, sino también a la hora de dormir.

¿El abdomen no se hincha? Si al inhalar lo único que sube es tu pecho, es probable que el diafragma no se mueva y, por lo tanto, respiras de manera superficial. La respiración diafragmática o abdominal permitirá que tus pulmones absorban más oxígeno y ayudará a reducir el estrés.

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Meditación y respiración: el dúo perfecto para tu bienestar.

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Tip: Acuéstate boca arriba y coloca una mano en el pecho y otra en el abdomen (justo debajo de la caja torácica). Observa el ritmo de tu respiración natural y, después de unos segundos, concéntrate en llevar el aire a tu vientre. Siente cómo el estómago se expande bajo tu mano y cuida que la mano que está en el pecho no se levante. Exhala de modo sutil y siente cómo el abdomen regresa a su posición original. Repite cada día al menos cinco minutos. 

¿Tienes una mala postura? Si elevas los hombros cuando inhalas o tienes la necesidad de estirar el cuerpo de manera constante, es posible que inconscientemente tu cuerpo necesite ensanchar la caja torácica para facilitar la inspiración. La mala postura como encorvarse hacia adelante limita el diafragma y entorpece otras funciones corporales, como la circulación y la digestión. 

Tip: Cuando estés sentada, enfócate en tener la espalda pegada al respaldo de la silla y alarga la coronilla hacia arriba. Ambas plantas de los pies deberán estar en el suelo y los hombros relajados. Al estar de  pie, procura mantener la espalda recta y la mirada al frente cuando camines. En tu tiempo libre practica ejercicios de reeducación postural y asiste a clases de yoga o de Pilates. 

¿Bostezas o suspiras con frecuencia? Son señales de una respiración de baja calidad. Estos síntomas aparecen cuando el cuerpo necesita equilibrar los niveles de oxígeno y dióxido de respiración. 

Tip: Además de trabajar en la respiración abdominal, concéntrate en inhalar durante al menos cinco segundos y exhalar durante unos cinco segundos. Repite la secuencia las veces que puedas y, si es posible, incrementa el tiempo de exhalación. Céntrate en el ritmo de tu respiración y en tratar de cultivar las sensaciones de tu cuerpo en el presente.

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