De haberse salido con la suya, Lady Gabriella de Windsor habría acabado siendo una de las novias más originales y llamativas de la familia real británica en su enlace del pasado sábado con su novio de los últimos tres años, Thomas Kingston. Entérate por qué.
El vestido deseado
La intención inicial de la hija de los príncipes de Kent era alejarse de los tradicionales vestidos en tonos blanco o marfil para optar por un diseño en un color empolvado. Sin embargo tuvo que acabar renunciando a esa idea después de que se confirmara que contraería matrimonio en la capilla de Saint George del Castillo de Windsor en una ceremonia mucho más formal de lo que se esperaba en un principio, según confirmó Luisa Beccaria, la encargada de vestirla de cara a su gran día.
El vestido definitivo
Finalmente, la novia lució una creación mucho más tradicional, con un cuerpo ajustado, mangas de encaje y una cola de seis metros, que completó con una tiara que perteneció a su abuela, la princesa Marina de Grecia, y que tanto ella como la propia madre de Gabriella utilizaron en sus bodas.
“La tiara es legendaria, así que teníamos claro que había que rendirle homenaje. El vestido, por tanto, no podía ser tan simple como ella había pensado. Si te fijas en las fotos de su abuela, aunque se trataba de un diseño totalmente diferente, el factor chic lo aportaba la cola, y ahora los dos vestidos tienen eso mismo en común. Crear un vestido para la nieta de un icono como ese es todo un honor”, aseguró la diseñadora italiana al periódico The Daily Telegraph.
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