Ha sido un día histórico para Dinamarca. En lugar de vivir una proclamación en medio de un duelo nacional, la reina Margarita II de Dinamarca ha cedido el trono a su hijo, Federico X, en medio de “hurras”, aplausos y algunas que otras lágrimas.
La ahora reina regente de Dinamarca, Margarita II vivió una emotiva jornada en la que sobresale el amor de su pueblo y su familia, como lo demostró el príncipe Christian.
Tras 52 años en el trono de Dinamarca, la reina Margarita II decidió dar un paso atrás y abdicar en favor de su hijo, viviendo una jornada emotiva, en la que recibió el amor de su pueblo y su familia.
La jornada comenzó con el recorrido del príncipe heredero Federico y su esposa, Mary Donaldson, abordo del coche Krone 1, ellos partieron del castillo de Amalienborg al castillo de Christiansborg.
Casi paralelamente, la reina Margarita, en solitario, dentro del imponente carruaje real hizo un recorrido del Palacio de Christian IX de Amalienborg al Palacio de Christiansborg. Lo hizo saludando animosamente, con su melena recogida, abrigada en pieles y portando un traje sastre morado.
Tak, Dronning Margrethe ✍🏻
— ChristinZ (@ChristinsQueens) January 14, 2024
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El gentil gesto de Christian para con Margarita
Durante la sesión del Consejo de Estado, imponente sentada en la cabecera de la mesa, la reina Margarita firmó una declaración de abdicación, marcando el inicio de la sucesión al trono. Fue un acto breve y solemne.
Tras firmar y pasar lo documentos correspondientes, se levanto e hizo un gesto con su mano, invitando a su hijo a sentarse en el trono. Mientras tanto, el ahora príncipe heredero y primero en la línea de sucesión al trono, el príncipe Christian se levantó para acercarle el bastón a su abuela, la ahora reina regente, Margarita II.
Serio, sensible y acomedido, el sencillo gesto del príncipe Christian es una clara muestra del carácter del nuevo príncipe heredero.
Margarita se quedo parada frente a la puerta, viendo cómo todos tomaban sus asientos, cómo la vida sigue su curso, cómo su hijo se sienta al frente. Con una sonrisa de satisfacción se dio la media vuelta, dejó la sala... terminando su papel de reina de Dinamarca, dando por terminada una era en la historia de la realeza europea.
El discurso y la lágrima del rey: Federico llora
¿Por qué lloró el rey Federico? Si habías oído la anacrónica frase, los hombres no llorar. En Dinamarca, ¡hasta el rey llora! El nuevo monarca se mostró emocionado hasta el llanto. Esto pasó al salir al balcón y ver a la multitud reunida. El monarca, rápidamente se secó las lágrimas y salío a saludar.
Desde el balcón del Palacio de Christiansborg, Federico salió para ser proclamado rey. Mette Frederiksen, la primer ministro, fue la encargada de hacerlo. Era el turno del primer discurso de Federico como rey: “Mi madre ha gobernado durante 52 años. Durante medio siglo se ha mantenido al día con los tiempos”.
Mi esperanza es convertirme en el rey del mañana
Y el rey continuó diciendo: “Mi madre ha logrado convertirse en una con su reino. Hoy el trono sucede. Mi esperanza es convertirme en el rey del mañana. Es una responsabilidad que asumo con respeto, orgullo y mucha alegría. Afronto el futuro con la certeza de que no estoy solo”. Mientras su pueblo lo vitoreaba.
El pueblo esperaba escuchar el nuevo lema del nuevo rey. Para terminar su discurso, el rey expresó: “Unidos, comprometidos por el Reino de Dinamarca”.
El esperado beso de los reyes Federico y Mary de Dinamarca
Esperado e inesperado al mismo tiempo, tras ser oficialmente proclamado rey ante el pueblo de Dinamarca, desde el balcón del Palacio de Christiansborg, Federico ondeaba su brazo en gesto de alegría. Tras él apareció su esposa, Mary Donaldson.
El rey sostuvo con sus dos manos a la ahora reina consorte, en medio de los gritos de júbilo de la multitud aistente. Aunque el momento fue emotivo, fue muy breve pues se incorporaron a cuadro sus cuatro hijos. Posteriormente, ingresaron al castillo.
Afuera, la gente seguía gritando hurras, por lo que Federico y Mary volvieron a salir, ahora de la mano. Sonrientes y en actitud cómplice, la pareja protagonizó un emotivo beso, uno de cuento, romántico y muy aplaudido.
Mientras tanto, como es tradición, se dispararon tres rondas de 27 salvas desde la batería Sixtus en Holmen, Copenhague, como señal de celebración. Acto seguido, el estandarte real fue ceremoniosamente arriado y vuelto a izar en Amalienborg, marcando el inicio de una nueva era monárquica.