El trato de Sarah Ferguson con la familia real británica siempre ha sido algo complicado desde aquel incidente de 1992, cuando se filtraron unas fotografías en las que aparecía tomando el sol mientras su asesor financiero de aquel entonces le mordisqueaba los dedos de un pie que acabaron precipitando su divorcio del príncipe Andrés. El nivel de tensión varía dependiendo del miembro de la monarquía -la duquesa de York no estuvo invitada a la boda de William y Catherine, pero sí asistió, por ejemplo, el pasado mayo a la de Hary y Meghan debido al carácter menos institucional de ese evento-, pero lo que está claro es que siempre ha sido uno de los royals favoritos del gran público gracias a su extrovertida personalidad que ha brillado con luz propia este viernes. La exesposa del príncipe Andrés se ha convertido en una de las grandes estrellas del enlace de su hija Eugenia en las redes sociales, que a estas alturas ya arden con un sinfín de memes de su llegada al castillo de Windsor. Sarah hizo su entrada triunfal acompañada de su otra hija, la princesa Beatriz, enfundada en un llamativo vestido verde de la marca local Emma Louise Design, que combinó con un bolso vintage de Manolo Blahnik, que pertenecía a su madre Sarah Barrantes, y un impresionante sombrero adornado con un gran lazo. Nada más bajarse del vehículo que las había llevado hasta la capilla de St. George y mientras la princesa Beatriz esperaba pacientemente, ella se acercó a saludar a varios curiosos.
De hecho, tras intentar descender del coche con toda la gracia que le permitía su ajustada falda, no dudó en señalar divertida con el dedo a los curiosos que, móvil en mano, tenía en frente como pidiéndoles que no sacaran fotografías comprometidas de aquel momento.
Cuando terminó de subir la escalinata oeste y antes de entrar al interior del templo, Sarah se volvió hacia el público para saludar enérgicamente una última vez y realizar lo que parecía ser un gesto de victoria con el puño.
Sus ‘ocurrencias’ no acabaron ahí; mientras esperaba la llegada de la novia junto al resto de royals, que se entretenían charlando discretamente entre ellos, Sarah se dedicó a saludar con la mano a otros de los invitados e intercambiar divertidos gestos -uno de ellos implicaba menear de forma muy graciosa el meñique- que fueron perfectamente documentados por las cámaras, que tampoco dejaron de captar las divertidas muecas de sorpresa y emoción que fue esbozando a lo largo del servicio religioso.
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