Las renuncias en el entorno de los duques de Sussex continúan. La dimisión de varias figuras relevantes del personal de palacio en un período de tiempo muy reducido, incluyendo a una de las asistentes personales de Meghan a la que solo se conoce por el nombre de Melissa y a una secretaria de comunicación de la pareja, avivaron los rumores sobre el supuesto carácter difícil de la duquesa, dando pie a la primera gran crisis en su hasta entonces impoluta imagen pública. En concreto, varios informantes aseguraban que sus encontronazos con los empleados de Kensington -donde se instaló con Harry tras su enlace mientras concluyen las reformas de su futura residencia Frogmore Cottage en Windsor- se debían a su forma ‘demasiado hollywoodiense’ de entender su nuevo papel institucional y la noticia de que la jefa de su dispositivo de seguridad abandonará en breve su puesto ha provocado que el carácter de la futura mamá vuelva a ser puesto en entredicho. Existen dos versiones acerca de por qué la inspectora de la policía metropolitana de Londres, que fue vista escoltando a Meghan durante su gira oficial por Australia y Nueva Zelanda, ha abandonado su labor: la primera apunta a que ha tenido que abandonar por motivos personales el cuerpo, que se ocupa de la seguridad de la familia real, y la otra -completamente extraoficial- alega que la costumbre de la esposa del príncipe Harry de acercarse a charlar con los curiosos que se reúnen para saludarla en cada una de sus apariciones públicas, incluso cuando no está previsto que se detenga a interactuar con ellos, complicaba la labor de sus escoltas. Quienes defienden esta última teoría explican que no ha existido ningún tipo de tensión entre Meghan Markle y su hasta ahora guardaespaldas y que su relación laboral ha concluido en buenos términos. Por el momento, la casa real británica no se ha pronunciado al respecto y lo más probable es que, si llega a hacerlo, se limite a agradecer el servicio prestado por la inspectora.