Nunca el rol de la reina de Jordania fue tan importante. Como rostro del islam moderado y progresista, no cesa de viajar por el mundo para solicitar ayuda humanitaria a sus dirigentes para resolver la crisis de los refugiad
Qué fácil sería para Rania dedicarse solo a su familia, a inaugurar una escuela y a entregar un premio de vez en cuando; a, simplemente, lucir bella junto a su esposo en eventos oficiales y viajes internacionales. ¿Quién podría reprochárselo? La función de reina consorte nunca suele estar muy reglamentada y mucho menos en las monarquías del Medio Oriente, donde aún rigen antiguas tradiciones que relegan a las mujeres de las familias reales a un lugar secundario, por no decir casi oculto.
Sin embargo, la reina Rania de Jordania eligió otro camino: dar un nuevo rostro a la monarquía hachemita, participar en el desarrollo de su país y representarlo en el extranjero, no como una cara bonita junto a su marido, el rey Abdalá II, sino con voz propia. Rania se expresa con energía y conocimiento sobre temas como educación, salud, microfinanzas y diálogo multicultural. A esta amplia paleta de intereses ha agregado últimamente la situación de los refugiados sirios, un tema de gran actualidad que la ha llevado en los meses recientes a recorrer medio planeta para instar a los gobiernos a actuar con urgencia, con el f in de solucionar la crisis.
MUJER DE CONVICCIONES
Rania Al-Yassin nació en 1970 en Kuwait, hija de padres palestinos. De joven estudió Administración en la American University de El Cairo y tras obtener su diploma, trabajó en el departamento de marketing del Citibank y en Apple, en Amman, Jordania, donde su familia se había instalado huyendo de la Guerra del Golfo. En 1993 conoció al príncipe Abdalá. Ese mismo año se comprometieron y se casaron. Rápidamente les nació el primer hijo, Hussein (1994), a quien siguieron Iman (1996), Salma (2000) y Hashem (2005).
Sus hijos y su marido fueron y siguen siendo su prioridad y el centro de sus preocupaciones, pero muy pronto se hizo evidente que la joven reina (Abdalá asumió el trono en 1999) no iba a hacer de los pañales y biberones su principal actividad. Rania inició sus primeras funciones públicas en 1999 al asumir la presidencia de la Jordan River Foundation (fundada por la exreina Noor), destinada al empoderamiento de las mujeres y de los niños en la sociedad jordana, y con la creación, por su propia iniciativa, de un programa dentro de esa organización, contra la violencia hacia los niños.
Mujer libre y educada, Rania llegó a un acuerdo con su marido ?a quien califica también como su mejor amigo? para asumir las posiciones según sus convicciones, aun cuando a veces podían chocar con las ancestrales costumbres del país.
Rania defiende apasionadamente la libertad de expresión y los derechos humanos, condena con vehemencia los asesinatos de honor que son práctica más o menos corriente en la región, y expresa una y otra vez su convicción de que el islam, el verdadero, no oprime a la mujer. ?Personalmente creo que el islam por sí mismo no oprime a las mujeres y no las restringe?, dijo a CNN en el 2008, ?pero ciertas personas eligen interpretarlo de una manera que disminuye a la mujer para responder a condenables proyectos personales y políticos?. En una zona donde el fundamentalismo gana terreno día a día, palabras como esas requieren cierta dosis de coraje. Como también su decisión de no usar velo, salvo en situaciones extraordinarias, una actitud que provoca algunas críticas dentro de su país. ?Yo opino que mientras sea una elección propia no tengo nada en contra, pero no estoy de acuerdo en que las mujeres se vean presionadas a llevarlo?, af irma.
OMNIPRESENTE EN LA ESCENA INTERNACIONAL
Desde que se convirtió en reina, en el plano nacional Rania se dedicó a su trabajo filantrópico para mejorar los servicios educativos, apoyar los esfuerzos para el empoderamiento de las mujeres y los niños, e incentivar el microcrédito y el diálogo con empresarios. También ha ayudado a mejorar las capacidades de los jóvenes a través de becas y asociaciones con universidades extranjeras, y ha creado premios para maestros y grupos de individuos que benefician las comunidades locales. En alguna ocasión, hasta dio clases.
Internacionalmente, su agenda es aún más impresionante. Rania participa en incontables programas educativos con la UNICEF, que la llevan frecuentemente por todo el mundo, y desde el 2006 es miembro del consejo de directores de la Fundación de Naciones Unidas. Asimismo, una de las principales causas que defiende es el diálogo intercultural e interreligioso para fomentar una mayor comprensión y tolerancia, y usa su estatus para intentar corregir lo que ella estima son malentendidos sobre el mundo árabe. Por ese trabajo recibió numerosos premios, entre ellos el del Consejo de Europa, el Peacemaker Award y, recientemente, el premio Walther Rathenau por promover la paz y la comprensión entre Occidente y Oriente, de manos de Angela Merkel.
FOTOGALERÍA: LA LABOR DE RANIA DE JORDANIA
UNA MUJER CIBERNÉTICA
Rania no es complaciente y no anda con rodeos cuando se trata de exponer una situación crítica. Al hacerlo, no escatima ningún medio para transmitir su mensaje. Una y otra vez ha demostrado su capacidad de comunicadora en escenarios globales ante líderes mundiales o ante los más humildes interlocutores y, en particular, en estudios de TV, donde, con sus argumentos sólidos, seduce tanto a periodistas experimentados como a animadores populares.
Pero es sobre todo en las redes sociales, de las cuales es una ávida usuaria, donde ha demostrado su gran habilidad. ?Los medios sociales pueden cambiar el Mundo, crear una comunidad de defensores que pueden usar sus voces en nombre de los que no la tienen?, dice.
Por supuesto, Rania no solo fue una de las primeras soberanas en desarrollar su página web, sino que en el 2008 lanzó su propio canal en YouTube , en el que entrevista a personalidades y al que sube videos sobre temas que le preocupan o le apasionan. (Rania también tiene un gran sentido del humor: al aceptar ese año el premio YouTube Visionary Award, envió un video en el que, para explicar las razones por las que había lanzado su canal, hizo una parodia de los Top 10 del presentador David Letterman.) También es miembro de Facebook, donde cuenta con más de cinco millones de seguidores, y usa Twitter para reaccionar sobre temas de actualidad. En Instagram, donde define su perfil como ?una mamá y una esposa con un trabajo realmente cool?, sube fotos de sus actividades y de su familia, acompañadas de mensajes enternecedores como el que le escribió a su hija, quien estudia en Estados Unidos: ?Hermosa Iman, no veo el momento de que vuelvas a casa?. También puso una imagen suya haciendo gimnasia con su hijo Hussein, ?mi compañero de ejercicios favorito?. Gran entusiasta de todos los adelantos tecnológicos, cuando Google lanzó Street View en Jordania, Rania apoyó el proyecto en el Google Blog: ?Ahora todo el mundo tiene una ventana hacia nuestro hermoso reino?, afirmó.
Incansable, cuando se trata de transmitir su mensaje de paz, también los niños son su meta. Para ellos escribió tres libros destinados a hacer conocer su cultura: The King?s Gift, Maha of the Mountains y The Sandwich Swap, todos ellos best sellers.
ÍCONO DE MODA
Pero si todavía hay gente que desconoce la dimensión de su tarea, nadie ignora el impacto que causa su presencia. Rania se ha convertido en un auténtico icono de moda y se ve a menudo con modelos de Armani, Oscar de la Renta o Gucci, o de diseñadores árabes como Krikor Jabotian, Aennis Eunis y Elie Saab, quien creó el vestido que llevó en su coronación como reina.
En cada una de sus apariciones, Rania despierta admiración por su belleza y elegancia, y por el arte con que sabe coordinar innovación y tradición, un delicado ejercicio de estilo que, como soberana musulmana, domina a la perfección.
A los 45 años, y tras 17 como reina, es una verdadera referencia de estilo para las otras soberanas y primeras damas.
Rania sabe atraer la atención, pero está consciente de que cada una de sus apariciones será muy observada por los medios de todo el mundo, así como por sus propios súbditos, que esperan de ella una representante neutra y discreta. Las expectativas no son las mismas. Como soberana musulmana, ella desarrolló un look adaptado: el largo de falda (bajo la rodilla), los colores sólidos, los zapatos (en general pumps, con una preferencia por Prada) y los accesorios discretos; pero nunca repite ropa ni cae en la monotonía. Fue ella quien puso de moda el uso de las faldas de gala combinadas con camisas blancas de corte sport. Resultado: Rania siempre luce fabulosa. Y no es casualidad que haya sido elegida como la reina más glamorosa, que fuera incluida entre las 50 personas más hermosas del mundo, que Vanity Fair la incorporara en su Hall of Fame de las mejor vestidas por la frecuencia que ocupa en su lista anual, y que el sitio web Rich Lifestyle la catapultara en el 2014 como la primera dama más bella del mundo.
FOTOGALERÍA: LA LABOR DE RANIA DE JORDANIA