La reina Máxima de Holanda hizo un recorrido por Colombia y Perú a favor del desarrollo económico
Si bien la conocemos por su elegancia, distinción y gusto por el color, en el reciente viaje a Colombia y Perú de la reina Máxima de Holanda primó la sobriedad. Nada de despliegues de moda y joyas, sino discretos y prácticos atuendos. La soberana del país europeo llegó a Bogotá, Colombia, invitada por el ministro de Hacienda y Crédito Público Mauricio Cárdenas Santa María, como asesora especial del Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon sobre la Inclusión Financiera para el Desarrollo. Estuvo tres días, en los que se reunió con empresarios de diversos sectores industriales, como la Federación Nacional de Cafeteros, y con Asobancaria para discutir temas relacionados con el suministro de servicios financieros a hogares de bajos ingresos.
También visitó un proyecto de microfinanzas para áreas rurales, ejecutado por la Fundación de la Mujer. Acompañada por la primera dama María Clemencia Rodríguez de Santos, la reina pudo ir a centros educacionales y a otros dedicados a la nutrición y el cuidado de niños en las áreas más pobres de Bogotá, como Ciudad Bolívar.
A la izquierda, durante su discurso en Colombia como asesora especial del Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon sobre Inclusión Financiera para el Desarrollo. A la derecha, con Juan Valdez, después de reunirse con la asociación de cafeteros.
De Colombia viajó a Perú. Desde el aeropuerto se trasladó a algunos barrios de los alrededores de Lima. También participó en una mesa redonda que exploró la inclusión financiera y en un simposio sobre la banca electrónica con el propósito de facilitar el acceso a las áreas más remotas del país. En su discurso de clausura, la reina comentó que “he observado que los países que progresan más rápido por la inclusión finan- ciera gozan de un fuerte compromiso entre los sectores público y privado”.
Con su carisma, simpatía y calidez, al despedirse de Perú, la reina dijo en una entrevista: “Afortunadamente, veo en este país un gran compromiso... Por ello me voy con una sonrisa de vuelta a Holanda”.
A la izquierda, en una hacienda de cultivos cítricos, operada por su dueña, María Lucinda Sanabria, en Lebrija, Colombia. A la derecha, con su típica calidez saluda a la gente de uno de los barrios más pobres de Lima, Perú.