Millonarias americanas que salvaron la aristocracia europea

Millonarias americanas que salvaron la aristocracia europea

Muchas estadounidenses se casaron sin amor, por conveniencia, como si fuera un intercambio comercial: ellas tenían fortunas y ellos, títulos nobiliarios y palacios

Solo basta buscar quiénes fueron las abuelas y bisabuelas de los aristócratas de hoy para quedarnos sorprendidos de que muchos títulos y famosos apellidos tienen origen en Estados Unidos. Hasta la princesa Diana desciende de la millonaria neoyorquina Frances Work, quien se casó con un aristócrata inglés arruinado. ¿Y por qué ocurrió esta oleada de matrimonios, que generalmente no fueron por amor sino por conveniencia mutua y muchos terminaron con gran infelicidad? Pues porque los americanos ricos de aquellos años vivían fascinados con los títulos nobiliarios, y las madres de chicas en edad casadera estaban obsesionadas con que sus hijas se casaran con algún royal y pudieran agregar a su papel de cartas o a los monogramas de sus sábanas una coronita, el título de condesa o duquesa, y hasta de princesa o reina. En la teleserie inglesa Downton Abbey, Cora -la madre de la familia? era una estadounidense muy rica, que había salvado con su fortuna el patrimonio de su marido.

En toda Europa encontramos casos de este fenómeno social. Se dice que fue una nativa de Brooklyn, la muy bella Jennie Jerome, socialité y exeditora de revistas ?quien se casó por amor en 1874 con lord Randolph Churchill, segundo hijo del 7º duque de Marlborough, y fue la madre del célebre Winston Churchill? la que inició esta moda matrimonial. Pronto, sus amigas hicieron lo mismo, como la rica cubanoamericana Consuelo Yznaga al casarse con el vizconde Mandeville, futuro duque de Manchester en 1876, y la millonaria Consuelo Vanderlbilt, más tarde duquesa de Marlborough, y dueña de Blenheim, una de las casas-palacio más bellas de Europa.

En sus memorias, Consuelo explicó que su madre, la ambiciosa Alva Vanderlbilt, estaba empeñada en casarla ¡a toda costa! con alguien que tuviera un título europeo. Y hasta fingió estar enferma de muerte para que su hija la complaciera y se casara con el duque de Marlborough, aunque estaba enamorada de otro. Consuelo cuenta lo desgraciada que fue en su matrimonio, y cuando después de tener dos hijos varones decidió divorciarse en 1906, provocó un escándalo en la sociedad inglesa. Lo más interesante es que la infidelidad (tanto de esposas como de esposos) era más o menos aceptada, como ?algo que se sabe, pero se mira para otro lado y se pretende que no existe?.

La aristocracia inglesa encontraba a las mujeres americanas ?alegres y espontáneas? y les encantaban las fortunas que con generosidad llenaban las arcas vacías de familias de gran abolengo, pero con palacios con goteras, sin calefacción y baños deteriorados. Tan pronto se casaban, los padres de las herederas se apresuraban a arreglar y a gastar una fortuna en hacerles la vida cómoda a sus hijas, tal como vivían en Estados Unidos. ¿Un caso curioso? El de Mary Leiter, quien en 1895 se casó con lord George Nathaniel Curzon y llegó a ser virreina de India, donde su marido fue virrey, y fue la tatarabuela de Cressida Bonas, la exnovia del príncipe Harry de Inglaterra.

Es poco sabido que antes de que Grace Kelly fuera princesa de Mónaco, Alice Heine, hija de un banquero judío de Nueva Orleans, y ya viuda del francés duque de Richelieu, fue la segunda esposa en 1880 del príncipe Alberto I de Mónaco, tatarabuelo del actual príncipe Alberto. Alice fue quien trajo a Mónaco la ópera, el ¡y el juego! Y cuando en 1902, cansado de sus infidelidades, el príncipe Alberto la abofeteó en público, ¡Alice se marchó a París encantada de la vida!

A comienzos del siglo XX, muchas norteamericanas se habían casado con ingleses de alcurnia, convirtiéndose en duquesas, condesas y baronesas. Y si se casaban con aristócratas de otros países de Europa como Austria-Hungría, España, Francia, Alemania, Italia y España, podían aspirar a ser princesas. Este fue el caso de Nonie ?Nancy? May Stewart Worthington Leeds, hija de un rico comerciante de Ohio, quien se convirtió en 1920 (¡era su tercer matrimonio) en la princesa Anastasia de Grecia y Dinamarca.

Mary Esther Lee ?hija de ricos comerciantes americanos? fue la princesa alemana Schleswig-Holstein-Sonderburg- Augustenburg; la divertida Mathilde ?Tilly? Davis fue después la princesa italiana Lante Montefeltro della Rovere; Anna Gould ?hija del millonario Jay Gould? fue la marquesa de Castellane y más tarde duquesa de Sagan. La poderosa lady Maud Cunard era la norteamericana Maud Alice Burke. Y la política vizcondesa Nancy Astor fue Nancy Shaw Witcher Langhorne.

Margaret Rockefeller Strong De Larrain, nieta de John D. Rockefeller, se convirtió en marquesa de Cuevas en 1927; la neoyorquina Margaret Copley Thaw Carnegie fue la condesa de Périgny en 1923, dueña de un chateaux divino, y la multimillonaria Barbara Hutton, heredera de F.W. Woolworth, protagonista de muchos escándalos amorosos y a quien le encantaba usar tiaras, con los millones de la familia se casó varias veces y compró varios títulos: el de condesa von Haugwitz-Reventlow, en 1935; princesa Igor Troubetzkoy, en 1947, y baronesa von Cramm, en 1955.

Relacionado