Henri Marie Jean André de Laborde de Monpezat se convirtió en el príncipe Henrik cuando su esposa, Margarita II, se convirtió en la reina de Dinamarca. Pero él nunca obtuvo el título de rey consorte y ocupó un papel secundario en la Corte Danesa. Aquí la historia de un príncipe que siempre quiso ser rey.
Nació como Henri un 11 de junio de 1934, en la localidad Talence, en Francia, ubicada cerca de Burdeos. Sus padres eran el periodista y agricultor André de Laborde de Monpezat y su madre, Renée-Yvonne Doursennot. La infancia de Henri transcurrió en Indochina, donde su padre trabajaba administrando plantaciones familiares hasta que la Segunda Guerra Mundial los expulsó.
Estudió el bachillerato en Hanoí y de carrera optó por Ciencias Políticas. Hablaba con fluidez vietnamita y chino, e inició una carrera diplomática. Estaba trabajando como tercer secretario en el departamento de Asuntos de Oriente en la cancillería francesa en Londres cuando conoció a Margarita. El flechazo ocurrió durante una cena en la embajada de Francia en Londres, ciudad en donde ella estudiaba en la Escuela Económica.
Henrik de Monpezat, el príncipe consorte
La historia de amor de Margarita y Henri se desarrolló rápidamente, se conocieron en 1966, se casaron en 1967 y su primer hijo nació en 1968. Durante ese breve tiempo, muchas cosas pasaron: cambió de nombre a Henrik, renunció a su nacionalidad francesa para convertirse en danés y cambió su fe católica por el protestantismo.
Henrik hizo muchas cosas por amor, pero no toleró todas: “Acepto jugar el juego. Pero es muy duro para un hombre no ser considerado en el mismo plano que su esposa”, expresó con amargura en “El destino obliga”, sus memorias que fueron publicadas en 1997.
No fue lo único que escribió, fue autor de varios libros de poesía e, incluso, tradujo del francés al danés el libro Tous les hommes sont mortels, de Simone de Beauvoir. Además de su amor por las letras, también era un enólogo entusiasta… en otras palabras un bon vivant.
Herik tenía muchas cualidades ante los ojos de Margarita, pero la opinión pública no consideraba lo mismo. Carmen Gallardo, en Vanity Fair, enlista algunos de los desplantes más escandalosos del príncipe: como declarar a la prensa que se sentía “relegado e inútil”, en 2002; sacó la lengua a los fotógrafos en un posado oficial en 2007; dijo que uno de sus platos favoritos era con carne de perro “Es como el conejo o la ternera, solo que más seco”, e, incluso, en el marco de un referéndum sobre la equiparación de sexos en Dinamarca, aprovechó para comentar: “ Soy hombre, estoy casado con una reina y espero que los varones alcancen la igualdad con la mujer. Durante años he sido el número dos en Dinamarca y después de tantos años, no quiero verme relegado al tercer rango, yo soy el primer hombre, no mi hijo”.
Margarita II se vuelve reina; su esposo, no
Henrik, que era un hombre independiente y de carácter fuerte, no estaba contento con su papel como consorte real y esto se agravó cuando la reina Margarita II asume el trono en 1972, y se vuelve en una situación intolerable tras el nacimiento de sus dos hijos, los príncipes herederos al trono: Federico (quien será proclamado rey el 14 de enero) y Joaquín.
Además de amor, la relación de Margarita y Henrik de Dinamarca estuvo marcada por el deseo frustrado de Henrik de ser nombrado rey. Si bien estuvieron casados durante más de 40 años y la reina Margarita II de Dinamarca siempre ha destacado la importancia de la familia y el amor en su vida, como era de esperarse, las cosas no terminaron bien.
En sus últimos años, la relación entre Henrik y Margarita se volvió más tensa, con algunos desplantes y salidas de tono por parte del príncipe consorte. Hasta que Margarita II, en le mensaje de la cena de Año Nuevo del año 2016, expresó: “Mi marido ha decidido que había llegado el momento de quitar el pie del acelerador o, para hablar en danés corriente, de jubilarse. Es su decisión. Estoy profundamente agradecida por todo el apoyo, la ayuda y la inspiración que me ha dado a través de todos estos años. Espero poder continuar con todas mis tareas, siempre con su apoyo, aunque ya no me acompañe en el coche”.
Al ver que nunca obtendría el título de rey, Henrik decidía abandonar sus actividades oficiales como príncipe consorte de Dinamarca, claro, siguió dando alguna que otra entrevista. Para el 6 de septiembre de 2017, los especialistas del Hospital del Reino comunicaban que el príncipe Enrique padecía demencia y en febrero de 2018 se comunicaba su deceso.
Entre sus famosas declaraciones dijo: “Si la reina quiere que me entierren con ella, tendrá que nombrarme rey”. Como ésto no sucedió, su cuerpo fue incinerado y sus cenizas fueron esparcidas a partes iguales en el mar danés y en los jardines privados del Palacio de Fredensborg, de Dinamarca.
Esta nota podría titularse como la historia de amor que protagonizó Margarita II y Henrik de Dinamarca, sin embargo, no nos queda más que hablar de la tolerancia de una reina ante los desplantes de su esposo y los deseos de un príncipe consorte por ser rey.