Aquella pequeña princesa nacida el 14 de julio de 1977 no tenía mucho de qué preocuparse. La hija del rey Carlos Gustavo de Suecia no llevaría la responsabilidad de convertirse en monarca, aunque fuera la primogénita de la casa Bernardotte, ya que la ley sálica aún imperaba en la Suecia de los 70; sin embargo, el rey fue informado por sus médicos que su esposa, la reina Sylvia, entonces de 34 años, ya no tendría más hijos. Así, el gobierno sueco actuó a fin de que se reformara la ley para que el primogénito se convirtiera en heredero a la Corona sin importar su sexo.
Se rumora que a Carlos Gustavo no le gustó la decisión y que la aceptó a regañadientes. Más tarde su esposa volvió a embarazarse y el 13 de mayo de 1979 nacía el deseado varón, Carlos Felipe, para alegría, orgullo y tranquilidad del rey, que de inmediato lo nombró heredero al trono.
El gusto le duraría poco y es que la nueva década transformó la vida de al menos tres personas en la casa real: la abolición de la ley sálica tres años atrás, impulsada por grupos feministas, fue retroactiva en 1980, a pesar de que ya había nacido el hijo varón del monarca. De este modo, la vida cambió en la casa de los Bernardotte: al bebé Carlos Felipe se le quitó el título de príncipe heredero y la princesa Victoria inició su trayecto como futura reina de Suecia, un camino que no fue exactamente un cuento de hadas.
Las preocupaciones de una niña
Tras ser considerada heredera, con sólo tres años de edad, los obstáculos no tardaron en empezar para ella, Victoria padecía dislexia (trastorno que afecta la habilidad para leer y por tanto el proceso de aprendizaje), al igual que su padre y su hermano, según confesó ella misma a la televisión pública sueca al cumplir 40 años. Dicha condición provocó el acoso de sus compañeros, que se burlaban porque no aprendía tan rápido como ellos. “Antes de saber qué ocurría pensaba que era tonta y torpe”, reveló en agosto de 2002 durante un seminario en la Universidad de Örebro que abordaba el acoso psicológico en las escuelas.
Aquella vez Victoria contó que aunque parece ‘simple’, se trata de un trastorno grave. “Pero no puedes vencerte. Mi madre contrató a un profesor particular para que no me atrasara (en la escuela) y estuviera en mi nivel… Yo prefería jugar, pero con un poco de sacrificio conseguí ir al mismo ritmo que mis compañeros”. Y sí, la pequeña Victoria logró prepararse bien en la escuela pública, a la que asistió hasta la mayoría de edad; pero dos años después comenzaría a padecer otro trastorno severo.
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Cuando a los 18 años fue nombrada heredera al trono, las imágenes mostraban a una joven princesa feliz, con un vestido azul intenso, una tiara, collar y aretes de perlas. Victoria se veía radiante y ligeramente regordeta. Era el 14 de julio de 1995.
No obstante, en 1997 las fotos evidenciaban a una princesa muy guapa, sí, pero delgada en extremo y estilizada. El contraste era evidente, por eso provocó suspicacias. Los rumores comenzaron en la prensa sueca y, antes de que se hiciera un chisme monumental, la Casa Real hizo un ejercicio de transparencia y emitió un comunicado para confirmar los rumores: la princesa Victoria padecía anorexia.“Todo el tiempo quería hacer y ser mucho más de lo que podía”, expresó entonces. Y podría pensarse que la presión de ser heredera determinó esta situación; pero aseguró no ser así en una entrevista a la televisión pública sueca con motivo de su cumpleaños 40: “Hay tantas razones en el mundo para sentirse mal como persona”.
La princesa tomó terapia en Estados Unidos, según Reuters, y aunque ello retrasó su ingreso a la universidad, el resultado fue estupendo pues asegura que en su recuperación aprendió a “poner nombre a los sentimientos, a marcar límites y a no exigirme demasiado”. De esa etapa, la ansiedad aún persiste, pero ha sabido sortearla. Ya recuperada, tomó clases de Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de Yale; trabajó en Naciones Unidas en Nueva York y en la embajada de su país en Washington DC, todo entre 1998 y 2000. Además, vivió en Alemania, Estados Unidos y Francia para dominar los idiomas de esos países.
En 2004 continuó su preparación como futura reina y jefa de Estado (aunque las funciones del soberano son protocolarias y no políticas en su país) al estudiar Ciencias Políticas con especialidad en gestión de crisis y cooperación internacional en el Colegio Nacional de Defensa de Estocolmo. Cinco años después, casi a punto de casarse, terminó la licenciatura en estudios sobre la paz y conflictos en la antigua y prestigiosa Universidad de Uppsala, Suecia.
Cómo conoció a su príncipe
Como buena royal moderna, no se comprometió con su primer novio ni con un aristócrata. Si hay algo que siempre ha distinguido a Victoria es su discreción, lo cual no está mal para una mujer que ha estado en el ojo público desde que nació, pero parecería que con su primer amor, Daniel Colbert, hijastro de un banquero, además de su compañero en la universidad, llevó las cosas al extremo. El noviazgo duró ocho años y terminaron, al parecer, por una infidelidad de él con una rubia espectacular que participó en el Big Brother sueco.
La ruptura de su hija con Colbert coincidió con el regreso de ésta de Estados Unidos. Para su nueva vida en Suecia, la princesa necesitaba seguir con un estilo de vida saludable, y numerosos medios registran que fue su hermana, Magdalena, quien le sugirió probar en el gym de moda en Estocolmo, Master Training. Era 2002 y ahí comenzó la historia con el amor de su vida: Daniel Westling. Daniel le dio confianza y apoyo, lo que cimentó una amistad que se volvió amor al poco tiempo, concretamente en 2003.
¡Qué papá no habría querido un yerno así, emprendedor y que ayudara a su hija a tener confianza en sí misma! No obstante, el suyo no fue comprensivo, al menos en ese momento. Carlos Gustavo no estaba de acuerdo con el noviazgo. Lo peor era que ni el Parlamento ni el pueblo suecos ‘aprobaban’ al prospecto de Victoria.
¿Cuál era el problema? En realidad eran varios: a pesar de ser empresario, era plebeyo, inculto y de origen humilde. Al terminar la secundaria en su natal Örebro, Daniel sólo había estudiado deportes y salud. Así, salió de su ciudad y se estableció en Estocolmo.
A pesar de ser su novio, el rey no lo invitaba a los actos oficiales. En 2009, Carlos Gustavo otorgó el permiso para que se casaran. A través de un comunicado, los reyes se expresaron así de su futuro yerno: “… Lo recibimos con los brazos abiertos… Hemos conocido a Daniel y advertido que es un hombre que trabaja de forma dura y seria”.
Un desenlace de cuento
A sus 46 años, Victoria de Suecia tiene el amor de su esposo, sus hijos, sus padres y sus hermanos, con quienes lleva una gran relación. Asimismo, está preparada para asumir su rol como reina. Ha enfrentado retos que ha superado y ha trascendido las reticencias de su padre; el rey mismo ha reconocido en público el trabajo de su hija, incluso con los desplantes que los medios creen ver en algunas actitudes de él hacia la princesa.
Los escándalos también han sido ajenos a ella, a diferencia de su padre, y eso ha influido para que los suecos, que apoyan a la monarquía, la respeten y aprueben como su próxima reina.
Con estas credenciales, Victoria sería la cuarta monarca que ha tenido Suecia en toda su historia y la primera de la casa Bernardotte. Y, quizá más importante, sería la primera reina contemporánea en ser producto del feminismo, que presionó para abolir la ley sálica en 1980. Con ella seguirá imponiéndose lo femenino en su país al menos durante una generación más cuando Estelle, su primogénita, llegue al trono.
Para la princesa Victoria, el principal obstáculo ha sido su padre, sin embargo, la futura reina ha logrado mediar las controversias y superar los retos. ¿Conocías su historia?