¿Cómo comportarse?, ¿cómo criar a los futuros reyes o reinas?, ¿amamantar o no? Todo a lo que se han tenido que enfrentar como madres nobles.
Ser una mamá miembro de la realeza podría sonar fácil, pero no lo es. A lo largo de los años, reinas, princesas o duquesas han sido educadas no solo para convertirse en flamantes esposas, sino también para ser excelentes madres, mucho más cuando se tenía a un heredero real. Afortunadamente, algunas de estas normas o protocolos han cambiado con el paso del tiempo. Ahora las reglas son más flexibles para ellas, sobre todo con respecto a la crianza y el desarrollo de sus pequeños. Hacemos un recuento de los protocolos que evolucionan para una madre real. (Fotos: Archivo)
RIGUROSO COMPORTAMIENTO
Primero que nada, una noble debe conocer de la A a la Z todo sobre su casa real, otras casas reales y el funcionamiento de las instituciones públicas. Ellas cuentan con una cocinera personal, quien se encarga de los alimentos de la familia y de algunos quehaceres del hogar. Las miembros reales debían de tener siempre en mente la forma en que se comportan frente a los demás: cuidan sus gestos, el vocabulario y cuándo hablar o callar. Por ejemplo, en la etapa victoriana en la monarquía británica, el comportamiento oficial de la propia reina Victoria, el resto de su familia y la nobleza inglesa estaba bajo estricta vigilancia de los maestros del protocolo, llamados ?chambelanes? o mayordomos mayores de la corte real. Actualmente, ya es posible que puedan expresarles sus emociones a sus hijos. En el pasado, además, quienes se convertían en madres, por lo regular, contrataban mucamas que tuvieran diversas responsabilidades, como pasear al perro, encargarse del lavado de la ropa, pulir los objetos de plata y también ayudar con el cuidado del (o la) heredero (a). Sin embargo, se esperaba que las nanas e institutrices se encargaran de todo lo referente al cuidado de los niños y que se dedicaran a ellos a tiempo completo. A pesar de ello, las madres debían involucrarse directamente en la crianza de sus hijos con la ayuda de estas niñeras y la participación de los abuelos.
Protocolos que evolucionan para una madre real
Todo empezó a cambiar a partir de la princesa Diana, debido a que ella no le agradaba que la primera niñera del príncipe William, Barabara Barnes, se extralimitara al comportarse como una madre sustituta, lo que justamente se esperaba de quienes se encargaban de los herederos al trono. Para Lady Di era muy importante que los príncipes también tomaran conciencia de lo privilegiado de su posición e intentó inculcarles el espíritu caritativo, que ella muchas veces expresó ante los medios. Después de que los príncipes de Gales se separaron, en 1996, el príncipe Carlos contrató a una niñera poco convencional, Tiggy Legge-Bourke, para ayudarlo con el cuidado de sus hijos. La joven los acompañaba cuando tenían que salir y fue como una especie de hermana mayor y amiga para los príncipes.
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¡AMAMANTAR, JAMÁS!
En los siglos XVIII y XIX se generaba una gran controversia cuando las madres de la realeza decidían amamantar a sus hijos. Un claro ejemplo de ello fue cuando la reina María Antonieta de Francia recibió una carta en la que su madre la reprendía porque había decidido seguir una de las premisas de la Ilustración con respecto a la crianza de su primogénito: darle de mamar. Otro caso fue cuando la reina Victoria se enteró de que sus hijas estaban amamantando a sus bebés. Se molestó tanto que nombró a una de las vacas de sus establos princesa Alicia (nombre de una de sus hijas). Afortunadamente, después de muchos años, la lactancia de una madre a su hijo ya es considerada como primordial. Muestra de ello, la decisión de Diana de darle de mamar a sus hijos, acto que fue alabado por la gente. En la familia real inglesa, las madres nunca amamantaban a sus hijos, pero ahora los bebés pueden recibir, el que los expertos señalan como “el mejor alimento para un bebé", gracias a la reina Isabel II.
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¿CÓMO EDUCAR A LOS FUTUROS REYES O A LAS FUTURAS REINAS?
Esa misma decisión, 40 años atrás, puso en jaque a la reina Sofía de España. Después de entrevistarse con docenas de profesores y directores de colegios se decidió por la escuela Santa María de los Rosales para su hijo Felipe. Sin embargo, yéndonos a años muchos más atrás, la educación que se les impartía a los príncipes u otros miembros de la realeza era infundada por institutrices en las residencias reales. En la actualidad, en España, la reina Letizia no soporta la permisividad y trata de educar a sus hijas -la princesa Leonor y la infanta Sofía- de una manera tradicional. El mismo tipo de educación que ella recibió como plebeya. Por el contrario, el rey Felipe -su esposo y padre de las niñas- se ha impuesto en algunas decisiones al respecto al querer la mejor educación para sus pequeñas. Es por ello que la princesa y la infanta cuentan con una profesora particular que acude a su casa varias horas a la semana. También acuden al Santa María de los Rosales ?el mismo colegio al que fue su padre-. Para Letizia, el inglés protocolario ha sido todo un hándicap y no quiere que lo sea para sus hijas. En cuanto a la familia real británica, ya no solo es Kate quien tiene que supervisar la manera en la que sus hijos serán educados, sino que cuenta con la participación equitativa del príncipe William. Los duques de Cambridge han intentado encontrar un buen equilibrio entre sus obligaciones, el trabajo y su vida familiar. Tanto que llevan personalmente al príncipe George y a la princesa Charlotte a su colegio, algo que jamás se había visto en la monarquía de esa nación. Holanda no ha sido la excepción, hace algunos años, sus reyes, Máxima y Guillermo, llevaron a sus tres hijas en su primer día de colegio. Sus hijas asistieron a una institución pública y fueron tratadas como cualquier otro infante del país. No cabe duda que el ser mamá es una extraordinaria responsabilidad y requiere, muchas veces, de un gran sacrificio, pero, a la vez, es una enorme satisfacción como mujer, inclusive, para aquellas que podrían tener una “vida solucionada”.
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