No es posible pensar en la trayectoria de la fallecida reina Isabel II sin traer a cuenta la entrañable relación que tuvo con la naturaleza, específicamente con los perros, quienes representaron una fiel compañía para ella hasta el final de sus días.
En toda su vida, la monarca tuvo 32 perritos, 30 de ellos de la raza corgi, un tipo de can muy popular entre la realeza. Los otros dos distintos a esta denominación fueron de tipo dorgi.
Tras el fallecimiento de la madre del actual monarca, en septiembre de 2022, el imaginario colectivo no pudo evitar volcarse hacia las tiernas mascotas, preocupándose por el lugar donde terminarían después de haber perdido a su reina.
Los corgis de la reina encontraron otro lujoso hogar
Al momento de su deceso, a la reina únicamente le sobrevivían dos pequeños corgi: Muick y Sandy, los cuales le fueron obsequiados por su hijo el príncipe Andrés.
Si bien, durante toda su vida la reina gustaba de la crianza de grandes camadas de perros, descendientes de la primera perrita que le fue regalada en su cumpleaños número 18, de nombre Susan, en los tiempos en cercanos a su muerte ya no fue asidua a esta actividad, ya que no podía dedicarles los cuidados y amor necesarios a los que estaba acostumbrada.
Por ser únicamente dos ejemplares, le resultó fácil a Andrés de York y Sarah Ferguson ser quienes se encargaron de tomar el cuidado de los corgis tras el fallecimiento de Isabel II, dándoles refugio en las inmediaciones del Royal Lodge de Windsor, la lujosa finca que el príncipe comparte con su exesposa.
En su nuevo hogar, se especula que los canes mantienen el excéntrico estilo de vida al que estaban acostumbrados, recibiendo un trato digno de cualquier otro miembro de la realeza.