Desde 2011, su historia sufrió un cambio total, y luego de pasar años en los tribunales por el caso Nóos y el alejamiento de su familia, la exduquesa de Palma vive una profunda depresión
Desde 2011 su historia sufrió un cambio total, y luego de pasar años en los tribunales por el caso Nóos y el alejamiento de su familia, la exduquesa de Palma vive en una profunda depresión.
Dicen que por amor hacemos muchas cosas, incluso renunciar a nuestras raíces o, en el caso de los royals, a un título no biliario. Y si algo debemos reconocerle a Cristina de Borbón es que, justo por este sentimiento, ha dejado todo lo que alguna vez la hizo de las favoritas de la Corona española. En tanto, soltar una vida para pasar a otra, cansa, y no hay duda de que el rostro de la infanta es prueba de ello. Fue a finales de 2011 cuando se hizo pública la implicación del exbalonmanista español Iñaki Urdangarin (su marido desde 1997) en un escándalo de corrupción, el llamado caso Nóos.
Y a lo largo de siete años, ambos viven en un permanente altercado por el desvío de fondos. La infanta ha permanecido inamovible, sorteando vientos y mareas y viviendo en un autoexilio en Suiza. Pero su estoica actitud le ha pasado la cuenta y se rumora que se encuentra sumida en una gran depresión, y quizá no es para menos, pues su amado esposo está a poco de pisar la prisión y de permanecer en ella por una larga temporada aún por definirse (se rumora que serán 10 años). Así, la familia Urdangarin se encuentra en una cuenta regresiva de sus últimos momentos unida y mientras más se acerca la fecha decisiva, la exroyal no puede evitar desmoronarse, por lo que en un notable gesto de apoyo, su hermana Elena y sus hijos pasaron las fiestas navideñas a su lado en Roma, mientras que su madre, la reina Sofía, ha dedicado algún espacio para verla. Esta actitud de ambas no causa sorpresa, pues ellas han hecho un frente para apoyarla y, a pesar de las críticas, jamás la han abandonado.
Alarma con su salud
Cada vez más delgada y demacrada, suponemos que su situación legal la mantiene en un constante estrés, y es de sospechar que, más que nunca, necesita tener a sus allegados brindándole amparo total.
Aún cuando el año pasado la infanta fue absuelta de haber participado en el escándalo financiero que sacudió a la Corona española, la noticia de un diario portugués ha alertado sobre su decadente salud, y las fotografías publicadas en las últimas fechas respaldan lo dicho. Sin embargo, una de las señales definitivas ha sido la inesperada visita a Ginebra que le hizo el rey emérito Juan Carlos I, la cual coincidió con el cumpleaños número 50 de Urdangarin, quien no es del todo su yerno favorito.
Apenas semanas antes se habían celebrado los 80 años de su padre, levantando polémica el hecho de que Cristina no haya estado presente en los festejos, a pesar de que su hermana Elena consiguió la autorización de Felipe VI para que asistiera, eso sí, sin su marido, pero ni en un día tan importante para la familia real se le vio. En cambio, continuó sus vacaciones por Roma, quizá las últimas que pase por un tiempo con su cónyuge en libertad.
Pero de Felipe, nada
Si algo ha lastimado a Cristina de Borbón durante este complicado suceso ha sido la lejanía de su querido hermano, el rey Felipe VI, quien apoyado al ciento por ciento por su mujer, Letizia, no sólo la ha abandonado a su suerte, también la ha rechazado de manera reiterada, tanto en el plano familiar como en la Corte española, y la herida se ha hecho más grande.
Todo empezó cuando él pedía que ella aceptara hacer a un lado a su esposo Iñaki Urdangarin de los actos públicos y privados con la familia real, y que en el juicio del caso Nóos declarara que ella había sido engañada y utilizada por él. Por supuesto, ocurrió lo contrario, y hasta el día de hoy ella ha permanecido leal a su esposo.
Y si esos ya eran detalles que desgastaron el cariño entre la infanta y su hermano, la gota que derramó el vaso tuvo lugar en el 2015. El culpable: un fax. Por medio de esta vía electrónica, Cristina envió a Felipe una carta escrita a mano en donde le informaba que renunciaba al ducado de Palma de Mallorca (el cual su padre le había otorgado cuando se casó), debido a las ?acusaciones sin fundamento? que el Sindicato Manos Limpias había hecho en su contra. Ella demostró, a través de su abogado, que había enviado este documento el día primero de junio de ese año, justo 10 días antes de que el rey hiciera pública su decisión de quitarle el nombramiento sin titubeo alguno.
En este punto, una cosa queda clara: el único apoyo seguro que tiene Cristina es el de la infanta Elena y de su madre, la reina Sofía, y quizá ahora el de su padre, quien podría fortalecer su estado emocional aportándole la energía necesaria para sobrellevar las próximas semanas, mismas que serán decisivas para el clan Urdangarin Borbón, puesto que será con la llegada de la primavera cuando se dicte sentencia a Iñaki, y pese a que la postura del rey Felipe VI ha sido muy clara respecto de este caso, habrá que esperar las reacciones que surjan en los miembros de la familia real.
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