Muchas de las fotografías, pinturas o retratos que muestran a la reina Victoria de Inglaterra evidencian como vestía de negro sin importar la ocasión. Esto, sin embargo, tiene que ver con un triste motivo que la marcó para siempre y que hoy trataremos de averiguar juntos.
Victoria siempre se caracterizó por tener un carácter fuerte y decidido, sin embargo, como muchos otros monarcas en la historia, se vio obligada a casarse con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, para mantener su posición y poder gobernar al trono británico. Pero, afortunadamente, el amor entre ambos era genuino y verdadero, y no como en otras relaciones en las que no existe ni cariño.
La reina británica se casó el 10 de febrero de 1840 con el príncipe Alberto en la capilla real del Palacio de St. James, en Londres, y para ella, fue uno de los días más especiales de su vida. “Estoy en un paraíso de amor y felicidad, algo que nunca esperaba sentir. (...) Nunca podré agradecer suficientes veces tener un marido así, que me llama con nombres tiernos como nunca antes me han llamado, ha sido una increíble bendición. Este ha sido el día más feliz de mi vida”, detalló Victoria en su diario, según recoge Vanitatis.
Asimismo, este matrimonio duró 20 años y en el lapso de tiempo en el que estuvieron casados, procrearon a un total de 9 hijos: Victoria, Eduardo VII, Alicia, Alfredo, Helena, Luisa, Arturo, Leopoldo y Beatriz. Mientras que también en sus diarios, Victoria de Inglaterra evidenció el intenso amor que ambos sentían y lo mucho que se querían.
La muerte del príncipe Alberto, el inicio de una vida de luto
Sin embargo, el destino tenía unos fatídicos planes para este matrimonio real, ya que el príncipe consorte murió en 1861, a la edad de 42 años, debido a una fiebre tifoidea. Por lo que la reina quedó desconsolada y se sumió en una profunda depresión.
De hecho, se dice que no se dejó ver en público por 3 años. Mientras que, partir de esta pérdida, durante los siguientes 40 años, la reina Victoria guardó un estricto luto y se vistió de negro, hasta su propia muerte.
Incluso, registros históricos apuntan a que las habitaciones del fallecido Alberto se conservaron como si viviera, y diariamente contaba con agua caliente para que el príncipe de afeitara (como si su presencia estuviese ahí).
Por último, si bien se rumora que Victoria I de Inglaterra tuvo un par de amantes, la verdad es que la monarca decidió jamás volverse a casar, dejando claro que el príncipe Alberto fue siempre el amor de su vida.