Incontables lágrimas de emoción, 3 rondas de 27 salvas, 9 hurras y un beso histórico fueron algunos datos que marcaron la proclamación de Federico X, pero ¿por qué no usó corona el nuevo rey? Éste y otros detalles curiosos te los contamos aquí.
A sus 55 años, Frederik André Henrik Christian se convirtió en el soberano, el jefe de Estado, y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Dinamarca, dentro de una jornada histórica.
“Mi esperanza es convertirme en el rey del mañana. Es una responsabilidad que asumo con respeto, orgullo y mucha alegría. Afronto el futuro con la certeza de que no estoy solo”, dijo Federico desde el balcón del Palacio Christiansborg.
Unidos, comprometidos por el Reino de Dinamarca
Un rey sin corona
A diferencia de Inglaterra, en Dinamarca no hay monarquía absoluta, sino constitucional. De ahí que, aunque sí exista una corona e incluso la moneda danesa sea llamada corona, el rey no es coronado.
La disolución del absolutismo ocurrió en 1840. Desde esa fecha los reyes sólo portan la corona una vez en la vida: cuando están muertos. Durante el Castrum doloris, que en latín significa “lecho del dolor”.
Sobre la corona, esta existe. De hecho, hay varias coronas y están resguardadas en el Castillo de Rosenborg, en Copenhague. La más antigua data del 1596 y fue utilizada por Cristián IV y la que visualmente es más popular es la de Cristián V, ésta fue hecha entre 1670 y 71 y pesa dos kilos .
Por eso, la ceremonia del 14 de enero, que inició con la abdicación de la reina Margarita y oficialmente culminó en un emotivo acto en el balcón del Palacio Christiansborg, se llama proclamación e involucró la presencia de, en esta caso, Mette Frederiksen, la primera ministra de Dinamarca.
Federico: sangre vikinga y apellido francés
Cada uno de sus nombres tiene un significado especial. Se llama Federico porque todos los reyes son o Federico o Christian, por tradición de la familia real danesa; Andrés por su abuelo paterno (Andrés de Laborde de Monpezat); Enrique en honor a su padre (Henrik), y Christian, por su su bisabuelo.
No sólo hay historia tras los nombres de Federico, también la hay en el linaje de la monarquía danesa, la más antigua del mundo, su origen se remonta a la época vikinga, al reinado de Gorm el Viejo, fallecido en 958.
Pero hay algo más en el linaje del Federico X. Su padre, el diplomático y príncipe consorte Henrik Laborde, conde de Monpezat (1934-2018), además de su carácter, legó su sangre y apellido franceses.
La pequeña familia real danesa
Aunque había dicho que nunca abdicaría en vida, Margarita fue dejando todo en orden, ¡ya hasta tiene el sepulcro hecho! También se ocupó en fortalecer el papel de la monarquía en su país y de preparar el terreno para el futuro rey, aún a costa de la armonía familiar. Recordemos que Margarita les quitó los cargos (y sus correspondientes beneficios económicos) a la mitad de sus nietos (los hijos de Joaquín).
La ahora reina regente tuvo decisiones controversiales, pero de avanzada, todo con el objeto de modernizar la imagen de la monarquía. Bien lo dijo Federico en su dicurso como rey: “Mi madre ha gobernado durante 52 años. Durante medio siglo se ha mantenido al día con los tiempos”.
Para siempre, mi madre será recordada como una regente más allá de lo común
Una casa real popular y de bajo costo
Quizá su familia no entienda el por qué de algunas de sus acciones, pero la reina Margarita II logró ganarse el corazón de los daneses y unirlos detrás de la monarquía. SE sabes que cuando ascendió al trono, en 1972, sólo el 45 por ciento apoyaba la monarquía. Ahora, el apoyo ha aumentado a más del 80 por ciento.
En este momento, cuatro de cada cinco daneses creen que el nuevo monarca será un buen rey. El reto de Federico X está en su lema: “Unidos, comprometidos por el reino de Dinamarca”.
En su juventud se le dijo el “príncipe turbo” por su gusto por la velocidad, ahora se espera que sea un “rey unificador”.
Aunque su papel es representativo y protocolario, el monarca preside formalmente la formación del gobierno y se reúne de manera periódica con él. Mientras que el gobierno le asigna un monto de dinero para hacer frente a sus gastos privados y la administración de la corte real. Según cálculos publicados en Monarquías, la monarquía cuesta 9 euros anuales a cada uno de los ciudadanos daneses.
Federico X es un rey sin corona, pero posee una joya más grande: el cariño y respeto de los daneses. El reto de su reinado está en no ceder en sus curiosos gustos extramaritales y conservar la unidad de su familia y su país.