Para muchos, el Palacio de Buckingham es el máximo estandarte de la realeza británica en cuanto a propiedades reales se refiere, y aunque vivir en este majestuoso recinto puede ser el sueño de cualquiera, para la reina Isabel jamás lo fue. De hecho, a Carlos III ni a su esposo tampoco les convence hacer su vida en este lugar.
¿Pero por qué el disgusto de los reyes de Inglaterra por este palacio que, a todas luces, parece ser el lugar apropiado para el líder del trono? Hoy te contamos los motivos y razones por las que consideran que no es un buen lugar para vivir.
El Palacio de Buckingham, el lugar menos favorito de la reina Isabel y Carlos III
Como ya dábamos cuenta al inicio, de todas las propiedades de la realeza, parece ser que es Buckingham el que menos es del agrado para quienes se convierten en reyes del Reino Unido. Si no nos crees, solo hace falta echar un vistazo a la historia de los últimos dos monarcas que han estado en el trono.
Así pues, fue la reina Isabel, quien primero no le encontró el gusto a este palacio. De acuerdo con el libro The Firm, de la biógrafa real Penny Junor, la reina se resistía a mudarse allí: quería seguir viviendo en Clarence House después de que muriera su padre Jorge VI , según recoge La Nación.
Pero fue Winston Churchill el que la convenció de residir en el palacio. “Ninguno de ellos quería ir”, dice la autora. “Les encantaba Clarence House; era una casa familiar, pero Winston Churchill, que entonces era Primer Ministro, insistió con ese pedido”.
Si bien ya sabemos que Isabel II accedió a la sugerencia de Churchill, tampoco logró enamorarse de este recinto que cuenta con más de 700 habitaciones.
Por otro lado, el actual rey de Inglaterra, Carlos III, tampoco le gusta vivir en Buckingham Palace, pues para él no es moderno ni sostenible, de acuerdo con lo que recoge El País del diario The Sunday Times.
La misma publicación menciona que “Él no lo ve como un hogar futuro o una casa que se ajuste al propósito en el mundo moderno. Siente que su mantenimiento, tanto desde el punto de vista económico como ambiental, no es sostenible”. Algo que parece razonable si tomamos en cuenta que solo la remodelación del recinto costará 440 millones de euros.