Con gran agenda social, actividades benéficas y excelente economía y un clima divino, es un lugar paradisíaco
El minúsculo principado en la costa del Mediterráneo es el país más pequeño del mundo con 0,7 millas cuadradas (1,8 kilómetros cuadrados) y una población de 32.000 habitantes, que se rige bajo una monarquía constitucional y tiene como jefe ejecutivo al príncipe Alberto II. Es él quien elige al primer ministro, por lo que tiene un enorme poder sobre la legislatura.
Con motivo de la elección del Papa Francisco, este año viajó a Roma con la princesa Charlene para la misa de inauguración del nuevo sumo pontífice. Poco después tuvo la oportunidad de conocer al nuevo amor de su sobrina Carlota Casiraghi durante el Baile de la Rosa; la chica llegó feliz y sonriente a uno de los eventos más importantes de la sociedad monegasca; iba del brazo de su pareja, el actor y comediante Gad Elmaleh, y así le dio un toque oficial a la relación. Como de costumbre, esa noche estaba en la fiesta la princesa Carolina, hermana del príncipe Alberto.
Para la investidura del rey Guillermo Alejandro, el príncipe viajó a Holanda y participó en las celebraciones. También, junto al arzobispo Bernard Barsiy su esposa Charlene, asistió a la inauguración del Liceo Técnico y Hotelero de Mónaco. Entretanto, con el nacimiento en marzo de Sacha Casiraghi --primogénito de Andrea Casiraghi y la heredera colombiana Tatiana Santo Domingo--, Carolina se convirtió en abuela. Este fue un evento muy agradable para la princesa, después de experimentar los desatinos de su esposo Ernesto de Hannover, de quien está separada; el último fue durante el verano en Ibiza, cuando él estuvo persiguiendo a dos turistas que confundió con paparazzi. También ha sido reconfortante para Carolina ver crecer a su hija pequeña, la princesa Alexandra de Hannover, quien a los 14 años le gusta esquiar.
FOTOGALERÍA: MÓNACO, UN PRINCIPADO QUE SEDUCE
A los seis meses de nacer Sacha, Tatiana y Andrea contrajeron matrimonio en el palacio de Mónaco, durante una ceremonia privada con influencia bohemia, lo que no es de extrañar, porque ese es el estilo de la novia. Ya para ese momento se había observado que Carlota parecía estar embarazada de Gad Elmaleh. Ambos lucían estar profundamente enamorados; se observaban miradas cómplices entre ellos y compartían un piso en París. De pronto, en el verano, Carlota comenzó a llevar un anillo de diamantes; con ello desató las especulaciones entre los miembros de toda la prensa, no solo del corazón, que hasta la vistieron de novia y la llevaron a la iglesia. La burbuja de rumores mediáticos estalló en septiembre cuando Elmaleh, de gira por Norteamérica con su espectáculo Sans Tambour, durante una entrevista con el Washington Post respondió: “No, no estoy comprometido”. Carlota no dijo una palabra, pues ha comentado que aprecia enormemente su privacidad. La futura mamá siguió con sus actividades y lanzó la última fase de una campaña de Gucci, en la que luce radiante, tocada por una luz tierna y maternal. Acompañó a su madre, a su hermano y a su tía Estefanía en deberes oficiales, mientras los príncipes Alberto y Charlene estaban fuera de Mónaco, y lo hizo con elegancia y gran estilo. El Príncipe, quien preside el Comité Olímpico Monegasco, visitó Rusia en octubre con Charlene, donde recibieron la antorcha Olímpica. Allí se reunieron con el presidente Vladimir Putin, quien les ofreció una cena de gala.
Carlota regresó a París, donde se le vio de compras, tanto en el mercado en busca de comida, como en las tiendas, para adquirir objetos que le sirvieran para arreglar la habitación de su hijo. Dicen que si Elmaleh está fuera por cuestiones de gira. Carlota ha expresado que le gusta pasar parte del tiempo en la ciudad y otra en el campo, así que proyecta seguir viviendo entre París y Mónaco, dado que tiene una red de apoyo en los dos lugares y estos están bien conectados por carretera, tren y aire. Después de todo, el diminuto principado es un paraíso. Y la historia de los Grimaldi es uno de sus principales atractivos.
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