Este miércoles 31 de octubre, los duques de Sussex concluyeron su primera gira oficial internacional que los llevó con éxito por Australia, Fiji, Tonga y Nueva Zelanda, con la que dejaron muy buena impresión tanto en los países que visitaron, como en los ojos internacionales que siguieron sus pasos. Este viaje comenzó con el anuncio del embarazo de Meghan por lo que, más aún, todos sus looks fueron analizados bajo la lupa. Muchos vimos a una duquesa con un estilo propio y definido, el cual va puliendo poco a poco, aunque, como todos, tuvo algunos fallos fashion, según los expertos. Su último día inició con la visita de la pareja a Te Papaiouru Marae, donde fueron invitados a una ceremonia de bienvenida en maorí, seguida de un almuerzo oficial. Para la ocasión, Markle eligió un vestido azul marino de corte sobrio, de Stella McCartney, que combinó con sus ya clásicos zapatos Manolo Blahnik. Luego, la pareja fue cubierta con el manto maorí de la ocasión, el cual portaron con mucho orgullo.
Después, para involucrarse más con el pueblo, la duquesa de Sussex no dudó en quitarse los zapatos y quedarse descalza durante un momento, como manda la tradición local. También lució uno de los colgantes más especiales del viaje: el pounamu, accesorio con diseño maorí diseñado por Kiri Nathan. Esta pieza, según la página web oficial, remarca la “integridad, fuerza, estado y poder de una persona”. Además, este accesorio fue un regalo por parte del gobernador de Nueva Zelanda, por lo que los guiños no dejaron de sucederse ante una Markle visiblemente emocionada en su último día de tour.
Ahí también conocieron a una comunidad oriunda de la montaña, con quienes se saludaron con el tradicional hongi, que consiste en acercar sus caras y apretar las narices como gesto de cariño. La anécdota vino cuando el príncipe Harry habló durante un minuto intercalando palabras en maorí, hasta que usó la palabra ‘whaiaipo’, que significa ‘cariño’, que levantó el fervor de los allí presentes. Por la tarde, Harry y Meghan se trasladaron hasta Rainbow Springs, donde asistieron a un programa de conservación del pájaro nacional: el adorable kiwi,y ahí pusieron nombre a dos polluelos de ave que nacieron recientemente. Para este evento, la pareja se cambió de ropa y Meghan lució un vestido con falda midi en 3D de tonalidad azul de Givenchy, una de sus firmas predilectas, y misma que fue la creadora de su vestido de novia. Dicho vestido ha dado mucho de qué hablar, ya que cuando el sol le daba creaba un efecto de transparencia que seguramente la duquesa no se esperaba y muchos han opinado que no es correcto que la duquesa haya dejado ver su ropa interior (aunque sea parte de la falda) y otros aplaudieron dicho “atrevimiento”.
Su tercera parada fue una vertiginosa pasarela de puentes colgantes de 700 metros de largo ubicada entre la flora local. Este sería su evento número 76 y el último del tour. Para la ocasión, la exactriz se puso más cómoda con un pantalón pitillo negro y unos zapatos planos, look que completó con una chaqueta de plumas que le tomó prestada a su atento esposo Harry.