A principios de año, los duques de Sussex se mudaron del palacio de Kensington, que se convirtió en su hogar temporal tras la mudanza de la antigua actriz a Inglaterra y en los meses posteriores a su enlace, a Windsor para instalarse definitivamente y convertir Frogmore Cottage en su casa familiar. Aunque todo apunta a que la pareja se habría adaptado a la perfección a su nueva vida, gracias en parte a que les habría permitido ganar parcelas de independencia en el seno de la familia real británica y reformar a gusto su nueva vivienda, sus antiguos vecinos no se han adaptado con tanta facilidad a esos cambios.
Su vida en Kensington
Jean-Pierre Jouyet, el embajador francés en Reino Unido, ha reconocido que echa de menos tener a Harry y Meghan como los ocupantes de la propiedad contigua a la suya. “Todo es mucho más silencioso ahora que se han ido. Antes solían organizar fiestas que duraban toda la noche, y había fuegos artificiales, con amigos y familiares yendo y viniendo. Ahora lo único que se escuchan son los helicópteros despegando y aterrizando. Es muy aburrido”, reconoció Jouyet en declaraciones al tabloide The Sun. El nieto de Isabel II y su flamante esposa siguen manteniendo la costumbre de recibir a sus seres queridos en Frogmore Cottage, aunque ahora se trata por lo general de visitas como la de Jessica Mulroney, íntima amiga de Meghan, para conocer al pequeño Archie.