Un imperio como ningún otro
La dinastía Románov no se ha parecido a ninguna otra. Quizá por su vasto territorio, el clima feroz, las costumbres o el idioma tan distinto, la Rusia de los zares no tenía un gramo de gentileza; al contrario, fue conocida por su ambición desmedida, conspiraciones de poder y continuas guerras para ocupar territorios cercanos. Asimismo, por el maltrato de millones de campesinos, en cuyos hombros recaía el fuerte trabajo en los campos, las malas condiciones de trabajo de los obreros y la presencia de zares débiles, gobernantes corruptos y aristócratas con escandalosas vidas privadas.
Siglos de dominio
Los Románov, rodeados de lujo, con cientos de palacios y sirvientes, gobernaron Rusia como zares y emperadores durante 300 años. Y una sola familia de autócratas transformó un reino arruinado en uno de los mayores imperios de la historia que con el tiempo dominó Europa. Pedro el Grande, fue su mayor reformador político, quien creó (con el estilo europeo que adoraba) la bella ciudad de San Petersburgo (aunque la historia cuenta que era un tirano y un hombre muy cruel). Mientras que la emperatriz Elizabeta fue una mujer fuerte, promiscua y vanidosa, pero una gobernante efectiva, de mano dura. Y después de ella emergió Catalina la Grande, quien derrocó y mandó a asesinar a su propio marido para tomar el poder; una estadista brillante que junto a una colección de ambiciosos amantes, se mantuvo en el trono por décadas.
Nicolás II, el legendario zar timorato
‘Desmenuzando’ la historia
Cuando en 2015, Rusia abrió el caso penal del asesinato de los Románov, los amantes de la realeza sentimos una nueva curiosidad por conocer más sobre ellos (¡y hasta YouTube reportó miles de hits en los videos existentes sobre la familia real!). Sin embargo, años antes, al descubrirse los restos del clan asesinado (los cadáveres de la gran duquesa Marie y el pequeño Zarevich Alexei fueron hallados en 2007, separados del resto del grupo; con posterioridad todos fueron enterrados en la fortaleza de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo), comenzamos a tejer el relato de su muerte.
Sin alternativas
Simon Sebag Montefiore relata todo ello con detalles y pruebas históricas en su libro Los Románov, igual que aborda el asesinato del monje Rasputín que tanto daño hizo a la familia real con sus mentiras.