Los duques de Sussex ya pueden respirar aliviados: las faraónicas obras del que será su nuevo hogar y su residencia oficial, Frogmore Cottage, por fin han concluido tras medio año de intenso trabajo.
¿En qué consistió?
Las reformas que se emprendieron para hacerle un lavado de cara al edificio histórico, que se encontraba “en muy malas condiciones”, han afectado tanto al interior de la vivienda, que se necesitó actualizar la instalación eléctrica, las ventanas, el sistema de calefacción y las tuberías del agua, como a los edificios adyacentes y al jardín. Todo esto ha costado alrededor de tres millones de dólares. En contra de lo que se había especulado en un primer momento, el matrimonio no ha aprovechado la oportunidad para añadir un estudio de yoga con tarima de madera flotante para que la antigua actriz pueda practicar una de sus aficiones favoritas.
¿Cómo se pagó?
Además, el coste total para convertir la propiedad en una casa familiar no se ha financiado con el fondo que la reina Isabel II, abuela del príncipe Harry, recibe del gobierno británico y que, en consecuencia, sale de los impuestos de los contribuyentes. Según explicó Sir Michael Stevens, asesor financiero de la soberana, Frogmore Cottage iba a ser sometido a una intensa reforma de todas formas como parte de la labor para preservar en buenas condiciones los palacios de la monarquía y evitar que entren en estado de ruina. Con base en esa obligación, los trabajos estructurales sí se pagaron con dinero de la corona, pero cualquier extra -como muebles, decoración de interior o ampliaciones y mejoras consideradas no de primera necesidad- fue pagado del bolsillo de Harry y Meghan.