El relato de cómo una mujer argentina pasó de trabajar para firmas bancarias a convertirse en una de las figuras más importantes de la realeza europea resulta fascinante en todos los aspectos, por lo que nunca está de más conocer los detalles más interesantes que han rodeado la vida de Máxima de Holanda.
Indagar acerca de la vida de la esposa del rey Guillermo Alejandro y de la Casa Real a la que pertenece no sólo aporta información a nuestro bagaje de datos curiosos, sino que también ayuda al crecimiento de nuestra noción general de la historia que entrelaza Latinoamérica con Europa.
En esta ocasión, mezclando asuntos que tienen que ver con la moda y la historia, haremos un zoom al contexto que poseen 5 de las joyas más emblemáticas de la Casa Orange Nassau, las cuales han sido modeladas por Máxima Zorreguieta y permanecen guardadas en su joyero.
Tiara de rubíes de Mellerio
Para comenzar el recuento de las joyas más increíbles de Máxima de Holanda es preciso mencionar a la tiara firmada por Masin para la joyería Mellerio, cuya historia se remonta a 1888, cuando Guillermo III sorprendió a su segunda esposa, Emma, en su 30 cumpleaños con el regalo de esta joya y otras que en conjunto dan una colección exclusiva de rubíes.
La lujosa pieza ha sido lucida por cinco generaciones de reinas, siendo la primera de ellas la princesa Amalia.
Tiara Stuart
Su nombre proviene de la dinastía Estuardo y es una pieza que Máxima ha lucido en múltiples ocasiones.
Esta se trata de la pieza más valiosa del joyero de los Orange Nassau, ya que en su diseño cuenta con un gran diamante de color azul pálido de casi 40 quilates, el cual fue comprado en 1690 por el rey Guillermo III.
Como dato curioso, cabe mencionar que su valor es tan alto, que la princesa Beatriz de Holanda, a quien le correspondía su uso, nunca llegó a utilizarla.
Tiara de Zafiros
Esta ha sido considerada por los expertos en realeza como la favorita de Máxima y cuenta en su diseño con 31 zafiros cachemira y 655 diamantes de Sudáfrica, su zafiro central, de 44 quilates.
Esta importante pieza, la cual es considerada la segunda más relevante del joyero, fue diseñada en 1867 por la joyería parisina Mellerio siguiendo la técnica ‘pampille en tremblant’.
Esta llegó con los Orange cuando el rey Guillermo III de los Países Bajos la compró como regalo para su esposa, la reina Emma.
Tiara Wurtemberg
Esta pieza, adornada especialmente con perlas Württemberg, fue creada para la reina Guillermina en 1897, quien la heredó a la reina Juliana, quien apreciaba tanto el valor de la joya que a mediados del siglo XX creó una fundación encargada de custodiarla para que siempre permanecieran dentro de su Casa Real.
Collar de esmeraldas con colguije “de huevo”
No solo las tiaras tienen relevancia en el joyero de Máxima de Holanda, sino también los collares e imperdibles. Un ejemplo de dicho tipo de joyas es el collar de esmeraldas cabujón con morfología de un huevo de pato, o de paloma.
Los rastreos históricos indican que tal prenda fue adquirida por la princesa Federica Sofía Guillermina de Prusia, madre de Guillermo I, a finales del siglo XVIII.