De sus amores pasados
Mientras él ha sido discreto en cuestiones del amor, pues además de salir con Pippa sólo tuvo otra relación notable con Natalie Hicks-Lobbecke (exnovia del príncipe William, durante una corta temporada), situación que lo colocó en la mira, Lady Gabriella ha tenido una historia más intensa; basta recordar el lazo que mantuvo con el periodista Aatish Taseer, distinguido por su aventurada vida social y sus explosivas declaraciones a la prensa, por ejemplo, no tuvo reparo en confesar algunas de sus innumerables andanzas junto a ella; reveló que no sólo habían probado drogas sino nadado desnudos en la alberca del Palacio de Kensington. Asimismo, fue relacionada con el exesposo de Madonna, Guy Ritchie, poco después de que ellos rompieran en 2008, sin embargo todo fue un rumor; lo cierto es que ambos son muy buenos amigos, y lo más seguro es que sea uno de los invitados a la boda.
Amantes de la libertad
Las metas en común de la pareja sumaron para que en 2016 iniciaran una relación más cercana. En la actualidad los dos disfrutan de la vida en libertad, les fascina conocer nuevas e interesantes culturas y tienen un espíritu altruista que canalizan de distintas maneras. Thomas trabajó durante un largo periodo en el Instituto de la Paz iraquí e intervino en negociaciones para la liberación de rehenes. Gabriella, de 37 años, es directora de la fundación Playing for Change, un proyecto que exalta el poder de la música y reúne a artistas de distintas nacionalidades para interpretar y componer temas con el objetivo de recaudar fondos en beneficio de decenas de comunidades que están en desventaja para su desarrollo. Además, son trotamundos de corazón. “Me siento londinense pero también viajera, me gusta conocer a gente... y aprender de otras culturas, me encanta el sentido de perspectiva que te da viajar, te recuerda que hay otro mundo diferente ahí afuera”, ha expresado la futura novia.
Una boda discreta
Este año Inglaterra se vestirá de gala para ser testigo de este matrimonio; no obstante, la posibilidad de que sea una celebración ostentosa es prácticamente nula. Lady Gabriella pertenece a la monarquía, pero hay una enorme diferencia entre su familia y la de sus parientes reales: su padre, Michael de Kent, mejor conocido como el “Príncipe pobre”, no recibe dinero de los contribuyentes ingleses y debe trabajar para cubrir sus necesidades como cualquier otra persona; al casarse con la baronesa María Cristina de Reibnitz se vio obligado a renunciar a su derecho de formar parte de la línea de sucesión, pues ella es de religión católica; sin embargo, al ser anglicanos, sus hijos Frederick y Gabriella preservan un sitio como herederos a la corona.
Lejanos a la reina
Aunque Isabel II procura el bienestar de su familia, no lleva una buena relación con su primo Michael y mucho menos con su esposa, mientras que a sus sobrinos los trata por cortesía. ¿La razón? A pesar de sus grandes esfuerzos por lograr la armonía, María Cristina, su prima política, se pasa la vida haciendo comparaciones entre su familia y el resto de los Windsor, y por supuesto, siempre pone por encima de todos a sus hijos, a quienes califica como los más inteligentes, educados e incluso con mayor linaje que los demás, un factor de peso para que la monarca no tenga concesiones en el próximo enlace de Lady Gabriella. Tampoco se debe olvidar que Thomas Kingston, el flamante prometido, posee su propia fortuna y bien podría costear una boda digna de la aristocracia, y quizá Isabel II, fiel a su principio de ver por su familia, tenga algún detalle con los Kent. Con todo el revuelo que suele acompañar una celebración real, éste es un nuevo caso en el que el amor ha triunfado y el anuncio del compromiso enmarca a la perfección los poco más de tres años de compañerismo, complicidad y amor que Lady Gabriella y Thomas han vivido.