Fabiola de Bélgica: gran personalidad y belleza única

Fabiola de Bélgica: gran personalidad y belleza única

Recordamos a la reina europea, en su aniversario de nacimiento, haciendo un recorrido por su interesante historia


Fabiola de Mora y Aragón nació el 11 de junio de 1928 en el palacio de Zurbano, en Madrid, España. Sus padres, don Gonzalo de Mora y Fernandez, marqués de Casa Riera, conde de Mora, y doña Blanca de Aragón y Carrillo de Albornoz Barroeta-Aldamar y Elio, marquesa de Casa Torres, eran profundamente católicos y la bautizaron con los nombres de Fabiola Fernanda María de las Victorias Antonia Adelaida de Mora y Aragón. Cabe destacar (como un designio de su destino excepcional) que su madrina fue la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, el rey de España.

Según Lady Leana, autora de la biografía Queen Fabiola: the Woman Behind the Hairdo, el día del nacimiento de Fabiola, una estufa de queroseno explotó en las dependencias del personal del palacio. Uno de los sirvientes comentó:

?Un día se encenderán fuegos artificiales para esta niña. ¡Cuánta razón tenía! Unos 30 años más tarde, esa misma bebé sería la reina de los belgas.

Fabiola fue la cuarta de los siete hijos de don Gonzalo y doña Blanca: Gonzalo ?Gonzalito?, Ana María ?Annie?, Jaime ?Jimmy?, Alejandro, María de las Nieves ?Neva? y María Luz, que era menor que Fabiola y también la hermana con la que se llevaba mejor. Varias fuentes dicen que Fabiola y María Luz se llamaban entre sí ?mi gemela?.

El suntuoso palacio de Zurbano tenía 45 habitaciones, con una escalera imperial impresionante, cuadros de pintores de renombre y un inmenso jardín.

Don Gonzalo era fiel colaborador y amigo del rey de España Alfonso XIII y no era raro que este lo visitase en el palacio de Zurbano, donde jugaban a las cartas y hablaban de la situación del país.

Las elecciones municipales que se realizaron en España resultaron mayoritariamente republicanas y antimonárquicas. Don Alfonso suspendió el ejercicio del poder real (aunque no abdicó formalmente) y abandonó el país, exiliándose en París, a la vez que se proclamaba la Segunda República en 1931 y en las calles de Madrid gritaban: ?¡Muerte al rey!?.

Para escapar de la crisis, los Mora y Aragón, temiendo las consecuencias de un gobierno izquierdista, cerraron el palacio de Zurbano y se fueron con sus hijos y parte de su servidumbre a Biarritz, la ciudad costera francesa cercana a la frontera española. Fabiola aún no tenía 3 años. Josephine, su institutriz alemana, la cuidó mientras sus padres dieron varios viajes a París para entrevistarse con Alfonso XIII, quien estaba realizando varias gestiones en busca de apoyo con la esperanza de regresar a España pronto. Pero el gobierno republicano confiscó todos los bienes de la monarquía.


FOTOGALERÍA: MOMENTOS ESPECIALES DE LA VIDA DE FABIOLA DE BÉLGICA


Cuando el general Francisco Franco restableció la paz en 1933, don Gonzalo decidió regresar a Madrid, pero tres años más tarde el descontento estalló otra vez y comenzó la Guerra Civil Española. Don Gonzalo estaba en París con su esposa y dos de sus hijos en ese momento, mientras Fabiola y los otros niños se encontraban en la residencia de verano en Zarauz, España. La institutriz Josephine quiso sacar a los niños del país, pero el hijo mayor, Gonzalito, decidió quedarse y luchar. Josephine trató de escapar a Francia con los niños en tren.

?Pero todos los trenes estaban tan cargados de refugiados, que los ejes se rompieron ?contó ella.

Luego trató de sacar a los niños en un barco británico, para lo cual tenían que fingir ser ciudadanos británicos. Todos los niños hablaban inglés con fluidez, pero un secretario del consulado británico los descubrió y los hicieron desembarcar.

Días más tarde, Josephine intentó la misma táctica, pero con un barco alemán. Los niños también hablaban alemán con fluidez, y gracias a Josephine y el mayordomo, quien era austríaco, esta vez tuvieron suerte y todos pudieron escapar de España y llegaron a salvo a Biarritz, donde se reunieron con sus padres.

La familia se trasladó a París, donde tenían un departamento. Pero las noticias de la guerra española llegaban a la capital francesa. ?Había manifestaciones de protesta por todo París, y cualquier persona que parecía ser un noble español estaba en peligro de sufrir abusos verbales y físicos ?escribió un cronista.

Don Gonzalo decidió trasladarse a Lausana, en Suiza, un país neutral. La familia residió en el hotel Royal durante tres años.

Fabiola
y María Luz asistieron al Colegio de la Asunción, en Lausana, y aprendieron a hablar, leer y escribir francés.

En la casa, su familia seguía las tradiciones españolas. Años más tarde ella declaró al periódico El País:

?En Lausana mis padres hablaban todo el tiempo de nuestro hogar en el palacio de Zurbano, en Madrid, y yo sentía añoranza por regresar a recuperar esas memorias.

En diciembre de 1938, Franco sorprendió a todos al revocar el decreto republicano que había arrebatado a Alfonso XIII la ciudadanía española y todas sus propiedades. Y surgió la esperanza de una posible restauración de la monarquía.

En 1939, la Guerra Civil Española terminó. Con la ayuda de Hitler y Mussolini, el general Franco ganó. La familia Mora y Aragón regresó a Madrid para encontrar un panorama desolador. Su hogar, el palacio de Zurbano, estaba en ruinas. En su ausencia, la dirigente comunista Dolores Ibárruri, ?La Pasionaria?, lo había convertido en la sede central de operaciones de las mujeres revolucionarias y estaba destrozado. Pero algo los llenó de alegría:

?Nuestra amargura disminuyó al poder abrazar a Gonzalo, nuestro hijo mayor, de 20 años, que había sobrevivido a la guerra y se había convertido en un suboficial ?confesó doña Blanca.

Emocionado, don Gonzalo dijo a su familia y a su servidumbre de toda la vida:

?¡Animo! Con el esfuerzo de todos arreglaremos este desastre.

?Para comenzar, celebremos una ceremonia de bendición oficiada por un sacerdote ?dijo doña Blanca.

Don Gonzalo se encargó de la reconstrucción del palacio y doña Blanca se dedicó a la decoración. Pronto recuperaron su lugar en los más altos círculos sociales.

Fabiola daba muestras de cierta independencia al tomar el autobús sola, para ir y regresar de la escuela. En el trayecto, ella observaba los destrozos, la miseria y el hambre que había dejado la guerra y un profundo sentimiento de querer ayudar a la gente más desprotegida la invadía.

Fabiola era una niña discreta, soñadora y sensible, y siempre quería hacer sentir bien a los que trataba, así fuese la servidumbre. Por sus modales sus hermanos la llamaban ?la reina?, sin sospechar que un día en eso se convertiría.

La familia comenzó a ir de vacaciones a Villa Carmen, en Zarauz, como hacían antes.

Los aires de guerra que se respiraban en Europa eran tema de conversación en la mesa de la familia. También se preocupaban por el delicado estado de salud física y mental del rey Alfonso XIII, quien estaba en el exilio.

El general Franco, inicialmente aliado con Hitler y Mussolini, no comprometió del todo a España en la Segunda Guerra Mundial; solo envió tropas voluntarias a combatir junto a los alemanes contra la Unión Soviética.

El rey refugiado en la Italia fascista abdicó en favor de su hijo Juan antes de morir, el 28 de febrero de 1941. Este asumió el título de rey como Juan III; tenía 27 años y se dedicó a la tarea de tratar de restaurar la monarquía en España como su legítimo heredero.

La vida de Fabiola continuó de forma normal para una jovencita de su clase social, pero no era frívola ni caprichosa como otras amigas suyas. A los 18 años llegó el momento de su presentación en sociedad y lució un vestido del gran diseñador español Balenciaga, quien era amigo de la familia. Aunque era hermosa y alegre, no era amante de las fiestas y regresó a su casa antes de la medianoche.

Fabiola tenía como rutina ir todas las mañanas temprano a la parroquia cerca de su hogar, donde conoció al padre jesuita Cavestany, quien se convirtió durante muchos años en su guía espiritual y con quien compartió sus inquietudes. Además, tenía la costumbre de visitar el Santísimo en la Iglesia del Perpetuo Socorro o en la de San Fermín de Navarros.

Fabiola hacía trabajo voluntario en los barrios pobres de Madrid, ayudando a las personas sin hogar, a los ancianos de un asilo y a los niños huérfanos. Recolectaba alimentos, ropa, zapatos, mantas y medicinas, y les conseguía consultas médicas y dentales.

Cuando llegaba a casa, su madre siempre le preguntaba:

?¿Estás cansada? ?Algo, pero muy contenta ?le respondía ella.

Todos sus hermanos se habían casado y estaban teniendo hijos, pero Fabiola se había quedado en casa con sus padres, para disgusto de su madre, quien pensaba que nunca se casaría. Cuando le tocaba el tema, ella le aclaraba:

?Nunca me casaré, a menos que ame realmente a un hombre.

Fabiola era muy femenina y se ocupaba de su apariencia, aunque sin exageraciones. Se hizo una cirugía estética en la nariz para suavizar los rasgos de su rostro y se puso a dieta para adelgazar, ya que tenía unos kilos de más.

La música y la pintura la apasionaban, al igual que escribir. En 1952 se inscribió en la Sociedad General de Autores, pero por timidez utilizó el seudónimo de ?Cleopatra?.

Sus sobrinos la llamaban la tía Queen (tía reina) y ella los adoraba. Fabiola les hacía cuentos de su propia imaginación, y lo mismo hacía con los niños que visitaba en el hospital.

En 1955, Fabiola decidió publicar un libro financiando los gastos y seleccionando 12 historias suyas que reflejaban su propio carácter. Lo tituló Los 12 cuentos maravillosos, e incluía Kiyi y Yogo, Flip, El enanito barbudo, Wynn, el hijo del molino, Los nenúfares indios, El príncipe de la Montaña Blanca, El hostal de las tres doncellas, El rey de las aguas, La reina Myrta, El jabón verde, La niña de los mitones y La pequeña misionera. No tuvo éxito y decidió recoger los libros del mercado.

?Los repartiré personalmente entre los niños necesitados ?dijo.

Ella ya manejaba su propio automóvil.

En noviembre de 1957, inesperadamente don Gonzalo sufrió una caída de un escalón en una iglesia mal iluminada. Se fracturó una cadera y fue operado, pero se complicó y falleció a los pocos días, casi al cumplir 71 años. Su muerte dejó a la familia inconsolable. En esos momentos difíciles, Fabiola mostró su fortaleza espiritual, fue el paño de lágrimas de los demás y cuidó con esmero de su madre.

La muerte de su padre la impresionó tanto, que le hizo darse cuenta de cuál era su vocación. Fabiola le dijo a su madre: ?He decidido estudiar enfermería.

Como había terminado su educación básica, enseguida inició los cursillos de capacitación para Damas Auxiliares de Sanidad Militar, y luego se incorporó a los cursos de enfermería privada en el hospital militar Gómez Ulla, en Carabanchel, Madrid.

En 1958, Fabiola compró su propio apartamento, no lejos de la casa paterna, a pesar de que ella tenía sus propias habitaciones en el palacio de Zurbano, como le reclamó su madre.

?Es que siento que necesito emanciparme, responsabilizarme de mí misma, tener mi propio lugar ?le dijo.

Fabiola sin duda apoyaba y defendía los derechos de igualdad de mujeres y hombres, y así lo haría durante toda su vida.

Sus días de entonces continuaron la misma rutina de siempre. En la mañana, asistía a la iglesia. Después visitaba a su madre y desayunaban juntas. Durante el día estudiaba y trabajaba en el hospital militar. Luego les daba la vuelta a los pobres, y por la noche regresaba a casa de su madre para la cena.

En el verano de 1959 recibió su diploma de enfermera y continuó trabajando en el hospital militar, dedicándose compasivamente a los pacientes más delicados, a los más necesitados de atención, a los que no tenían familia. Ya Fabiola tenía 29 años de edad.

Según el biógrafo Fermín J. Urbiola en su libro Nacida para Reina, la casamentera madrina de Fabiola, la reina Victoria Eugenia, quería que ella participara en una reunión social que había organizado en su hogar de Lausana, acompañando a su nieta Pilar, hija de los condes de Barcelona, para presentarle a un invitado muy especial que quería que conociera: al rey Balduino de Bélgica, uno de los solteros más codiciados de Europa.

Algunas de las mejores amigas de Fabiola le aseguraron que entre la infanta Pilar y Balduino surgió una amistad que no prosperó, porque al parecer ella no encontró en él al hombre que hubiera querido para esposo. Pero otros autores como Philipp Séguy y Antoine Michelland citan en su libro Fabiola, la reina blanca, a Ana Alejandra Marone-Cinzano, otra nieta de la reina Victoria Eugenia, a quien esta había querido presentarle a Balduino.

Pero en esa reunión, Fabiola fue la que llamó la atención del rey Balduino, y ella experimentó lo mismo. Dicen que después, los dos se encontraron en secreto en diversas partes de Europa, pero esto nunca fue confirmado.

Desde 1995, la teoría más comúnmente creída acerca de su reunión es la historia que cuenta el cardenal Suenens en su libro Balduino: El secreto del rey. Suenens fue uno de los confidentes más cercanos del rey y habló de su papel como casamentero clerical. Balduino, de acuerdo con el cardenal, le había informado que estaba desesperado por casarse y le pidió su ayuda. El purpurado le presentó al rey a Verónica O?Brien en marzo de 1960. Después de una larga conversación y de recibir una visión nocturna de la Virgen María, Verónica fue a Madrid, donde conoció al nuncio papal monseñor Antoniutti. El la envió a la directora de una escuela de niñas, quien la refirió a Fabiola de Mora y Aragón.

En su primera reunión, Verónica vio una foto en el apartamento de Fabiola, con la que ella había soñado la noche anterior. Vio esto como un presagio y trató de convencer a la joven de aceptar la mano del rey. Pero Fabiola amablemente le explicó que tenía sus raíces en España y que no estaba interesada en un matrimonio con el rey belga. Verónica no cedió. En una carta al rey, ella describió a Fabiola como ?hermosa y llamativa?. Y a pesar de que Fabiola rechazó la oferta al principio, accedió a reunirse con el rey después de una intervención del nuncio papal. Se encontraron en el apartamento de Verónica, en Bruselas. Aquí el cardenal se vuelve muy discreto al describir la cita a ciegas que él había ayudado a organizar: ?No es apropiado describir cómo las rosas se abren y florecen?, escribió.

Según esta historia, la pareja se reunió por segunda vez en Lourdes, Francia, a principios de julio de 1960. Los dos se quedaron en el mismo hotel, pero en habitaciones separadas. Pasaron mucho tiempo hablando, orando y caminando por las calles de la ciudad. Tres días después de su llegada, se dirigieron a Tarbes y Fabiola de repente le pidió a Balduino que estacionase el coche en la orilla de la carretera. Oraron juntos tres Ave María, después Fabiola se volvió hacia el rey y le dijo:

?Ahora es sí, y no voy a mirar hacia atrás nunca más. De esta manera aceptó su propuesta de matrimonio.

En sus diarios, Balduino solo admitió la historia de la aceptación en Lourdes, no la de su primer encuentro. Y Fabiola, en más de una ocasión, dijo:

?Tengo mi historia también ?indicando que el cardenal Suenens se había tomado alguna libertad en su libro.

La historia de cómo la pareja informó a sus respectivas familias también varía, pero la realidad es que el viernes 16 de septiembre de 1960, Bélgica se paralizó cuando el primer ministro Gaston Eyskens anunció el compromiso de su amado rey con una desconocida señorita española: Fabiola de Mora y Aragón. Los políticos se quedaron sin palabras. Los dignatarios de la corte estaban asombrados. El portavoz del palacio tenía solo un día para organizar la conferencia de prensa más importante de su vida. Nadie sabía quién era, cómo era y de donde venía la prometida.

Cuando Fabiola fue presentada a la prensa en los jardines del castillo de Ciergnon, los periodistas no pudieron encontrar las palabras para describir a su futura reina. Aunque no era una belleza, Fabiola encantó a la prensa con su carisma, su sonrisa y su franqueza.

El rey sonrió feliz al presentar a su futura esposa a su pueblo. Unos días antes, había hecho una broma cuando los periódicos publicaron un artículo en el que se especulaba si el rey, tan religioso, tomaría los hábitos. El comentó a un periodista que había estado indeciso durante mucho tiempo:

?Trapense (una orden de monjes) o matrimonio... Y parece que ya he elegido.

Sí, el rey había elegido.

?Pero ¿cómo se conocieron? ?preguntó un periodista invitado. Fabiola y Balduino se miraron, sonrieron y dijeron:

?Esa es una historia que la contaremos a nuestros hijos. Ellos nunca rebelaron ese secreto.

Las monarquías del mundo entero conocieron a Fabiola de Mora y Aragón cuando se comprometió con el rey Balduino. En España la noticia causó un inmenso júbilo general y Fabiola se hizo famosa de la noche a la mañana. Muchos comerciantes le pusieron su nombre a sus negocios y los panaderos crearon en su honor un tipo de pan, ?la Fabiola?, que aún hoy se consume. Su libro Los doce cuentos maravillosos fue publicado en una edición de lujo y traducido a 70 idiomas. Fue un best seller en Bélgica, y cuando grabaron en un álbum algunos cuentos, fue exitoso y ella donó las ganancias a unas cuantas causas benéficas. El parque temático Efteling, en Holanda, reprodujo en una atracción el cuento Los nenúfares indios.

La prensa mundial alababa la serena belleza de Fabiola, su educación aristocrática, su fluidez al hablar en francés, inglés, alemán, italiano y español. La revista Time la describió como una mujer joven y atractiva. A diversas plantas les pusieron el nombre de Fabiola. Según el Antarctica Detail, el explorador Guido Derom llamó Montañas reina Fabiola a una gama de montañas que recientemente había descubierto en la Antártida.

Los súbditos belgas la comparaban con la muy querida reina Astrid, la madre de Balduino, quien murió a los 29 años en un accidente automovilístico, cuando iba manejando su esposo, el rey Leopoldo III de Bélgica, quien salió ileso.

Balduino tenía 30 años de edad y Fabiola, 32. Se casaron el 15 de diciembre de 1960, en una fría mañana invernal, pero eso no impidió que la gente saliera a las calles con flores y ondeando miles de banderas de España y Bélgica para saludar a su nueva reina.

?¡Viva la reina! ¡Viva España! ?vitoreaban en español. La boda civil se realizó en el Salón del Trono del Palacio Real de Bruselas, y la boda religiosa se celebró en la Catedral de St. Miguel y Santa Gúdula, también en Bruselas. Dignatarios y jefes de estado de todo el mundo asistieron, excepto la reina Isabel II de Inglaterra, quien envió en su lugar a su hermana, la princesa Margarita.

Fabiola llevó un vestido de Balenciaga. En la cabeza, una tiara de 1926, que había sido un regalo del estado belga a la madre de su esposo, la reina Astrid. Ese día Fabiola se convirtió en la quinta reina de Bélgica. Y en su recorrido por las calles, el cariño que el pueblo le demostraba hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.

La ceremonia fue retransmitida por televisión y seguida por millones de personas en todo el mundo. Los recién casados pasaron su noche de bodas en Hornachuelos, Córdoba, en la finca San Calixto.

El carácter de Fabiola era una extraña mezcla de una mujer conservadora y moderna. Cuando el pueblo belga enfrentó una dificultad, ella estuvo junto a su esposo para ayudar y dar consuelo, y servía como enfermera.

Pronto ella puso en marcha sus obras de caridad y así dio muestras, año tras año, de su gran corazón y capacidad.

?Doña Fabiola es la primera reina de Bélgica que tiene una secretaría social y la ha organizado de manera tal, que funciona con la máxima eficiencia ?escribió un columnista belga.

Su secretaría daba ayuda financiera solo a los más necesitados. También actuaba como mediadora entre el pueblo y los organismos oficiales para resolver los problemas que confrontaban. Ella tenía el don de escuchar a la gente.

?Su interés no es fingido, le nace del corazón ?declaró una mujer indocumentada, a quien Fabiola ayudó.

Para hacer sus diligencias, Fabiola manejaba su propio auto por toda Bruselas. Fue la primera figura pública en abrazar y besar a un paciente de SIDA frente a las cámaras para dar el ejemplo. Creó un hogar de discapacitados mentales que podían vivir más o menos independientes, casarse e integrarse a la sociedad. La más famosa causa de los reyes fue su lucha contra los traficantes de mujeres. La pareja real no tuvo descendencia, ya que cinco embarazos de la reina terminaron en aborto involuntario. En el 2008, Fabiola habló abiertamente sobre esto al

VTM Het Nieuws.

?Se aprende algo de esa experiencia. Al final, creo que la vida es hermosa ?comentó.

El dolor de la pareja por no tener hijos se convirtió en un amor incondicional por todos los belgas y todos los niños.

El rey murió de un ataque al corazón el 7 de septiembre de 1993 en su residencia de verano Villa Astrida, en Motril, España, a los 62 años. Había reinado durante 42 años. El país lloró con Fabiola. Robert Serrou, autor del libro El rey Balduino, escribió que este fue un rey moderno que hizo atractiva la monarquía.

En una ocasión Balduino le pidió a Fabiola que si él se moría antes que ella, vistiera de blanco en el funeral. Ella se lo prometió y lo cumplió. Hasta entonces, Fabiola había recibido el tratamiento de Su Majestad Fabiola, reina de los belgas. Como viuda, su título cambió a Su Majestad, la reina Fabiola de Bélgica.

A la muerte de Balduino le sucedió en el trono su hermano menor, que se convirtió en el rey Alberto II, casado con la princesa Paola Ruffo di Calabria. Esta fue la reina consorte hasta la coronación de su hijo Felipe en el 2013.

Fabiola siguió viviendo en Bélgica y continuó muy activa en sus causas sociales.

El 16 de enero de 2009 fue hospitalizada con neumonía y su condición fue descrita como grave. Pero se recuperó y asistió a sus funciones públicas en el mes de mayo.

En julio recibió amenazas de muerte anónimas. Fabiola se negó a dejarse intimidar y respondió a esas amenazas con frialdad, presentándose durante la celebración de la fiesta nacional el 21 de julio.

El Helow!, Daily News la fotografió agitando una manzana en el aire a la multitud, cuyo gesto era una referencia al héroe popular suizo Guillermo Tell, quien disparó a una manzana sobre la cabeza de su hijo. Ella desató una oleada de risas entre la multitud. Apoyándola en el desfile, su sobrino, Felipe, y su esposa, la princesa Matilde, también se rieron de su audacia. La reina Fabiola había estado mal de salud desde hacía años, sufría de osteoporosis y nunca se recuperó de la inflamación pulmonar que había padecido en el 2009.

La noche del 5 de diciembre de 2014, el Palacio Real anunció que la reina Fabiola había muerto en el castillo de Stuyvenberg. Tenía 86 años. Sus funerales se celebraron con todos los honores. Asistieron miembros de varias familias reinantes de Europa. Y el pueblo belga, a quien había entregado su corazón, demostró que también le había entregado el suyo, acompañándola para decirle adiós.

El legado de la querida reina Fabiola de Bélgica fue que vivió exclusivamente para hacer el bien.


(Debemos aclarar que el género de la novela biográfica no es un género puro. Tiene tanto de historia y realidad como de ficción y fantasía. La biografía tiene como mérito estudiar e historiar al personaje en su entorno real. Decir obligadamente la verdad lógica de los hechos. Sin embargo, el mérito de la novela es darle forma a la historia. El autor la adorna con su imaginación. Crea diálogos y presenta los personajes según su concepción personal).


FOTOGALERÍA: MOMENTOS ESPECIALES DE LA VIDA DE FABIOLA DE BÉLGICA

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