Sin ser estrictamente de la realeza, Napoleón y Josefina fundaron un imperio, donde la importancia de los símbolos y la decoración eran fundamentales. Para su coronación se crearon joyas de un belleza espectacular y un valor incalculable, entre ellas destaca una magnifica tiara de diamantes y rubíes que ahora forma parte de los tesoros de una importante casa real.
El origen de la tiara para la coronación de Napoleón
Creada con motivo de la coronación del emperador Napoleón en 1804, la tiara fue realizada especialmente para la ceremonia. Napoleón mismo asigno los fondos suficientes para que las esposas de sus mariscales de confianza lucieran espectaculares del día del importante evento.
Entre los mariscales considerados destacó el nombre del héroe militar Jean-Baptiste Bernadotte. Sin duda alguna Bernadotte tenía un gusto exquisito, pues encargó una fabulosa tiara de diamantes y rubíes para su esposa, Désirée Clary. En 1818, Jean-Baptiste es nombrado rey de Suecia y Noruega, y su esposa, Désirée se convirtió en la reina consorte. Así iniciando el linaje de los Bernadotte, cuyo legado está vivo en el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia.
Cabe hacer un paréntesis en la historia para comentar que Désirée estaba comprometida con Napoleón, pero él la dejó al conocer a Josefina de Beauharnais. Dicen que este desaire le cayó fatal a la futura reina de Suecia y Noruega, llegando a expresar una frase de desamor legendaria:
Has hecho mi vida miserable, pero soy bastante débil para perdonarte
De Francia a Dinamarca
En 1815, el imperio de Napoleón cayó. En ese momento, la histórica tiara ya estaba en manos de la familia real sueca. Se sabe que la bisnieta de Désirée, la princesa Lovisa, se casó con el príncipe heredero Federico VIII de Dinamarca en 1869. Así que Lovisa aportó las joyas de los Bernadotte y los Leuchtenberg a la colección danesa. Fue así cómo la histórica tiara se trasladó a Dinamarca y, desde entonces, ha permanecido en la familia real danesa.
Una joya que sigue brillando
La tiara de la corona de rubíes es una joya con una historia fascinante. Es un símbolo de la historia del imperio francés, de la relación entre Dinamarca y Suecia, y de la belleza y el glamour de la realeza europea.
La princesa heredera Mary de Dinamarca es una de las mujeres reales más elegantes del mundo. Es conocida por su gusto exquisito en cuanto a moda y joyas. La tiara de la corona de rubíes es una de sus favoritas, y la ha lucido en numerosas ocasiones, incluida su propia boda con Federico de Dinamarca, en 2004.
La tiara de la corona de rubíes es una joya que ha recorrido el mundo y ha sido admirada por generaciones de personas. Es un símbolo del poder, la riqueza y la historia, y sigue brillando como una de las joyas más icónicas de la realeza europea, por la delicadeza de su diseño.
Esta joya bicentenaria es una maravillosa muestra de artesanía, con deslumbrantes hojas de diamantes engastadas en pavé que sostienen racimos de rubíes en forma de bayas. ¿Quién diría que un joya que presenció la coronación de Napoleón sigue deslumbrando?