La sorprendente historia de Toria de Inglaterra, conocida como la “princesa desgraciada”

Descubre la trágica vida de la princesa Victoria de Inglaterra, cuya devoción a su familia le impidió vivir una vida propia

princesa Toria

La princesa Toria, siempre al lado de su madre, la reina Alejandra, sacrificó su vida personal por el deber real.

ESPECIAL

La historia de la realeza británica está llena de figuras fascinantes, pero pocas han sido tan enigmáticas y menos conocidas como la princesa Victoria de Inglaterra, comúnmente llamada “Toria”. Hija de Eduardo VII y hermana del futuro rey Jorge V, Toria fue una figura clave en la corte victoriana, pero su vida estuvo marcada por la tragedia, el deber y el sacrificio personal, lo que le ganó el sobrenombre de la “princesa desgraciada”.

La vida de la princesa Toria: la sombra de un destino familiar

Victoria Alexandra Olga Mary, más conocida como Toria, nació el 6 de julio de 1868 en Marlborough House, Londres. Como la hija menor de Eduardo VII y la reina Alejandra, creció en una familia que valoraba profundamente la tradición y la lealtad a la monarquía. Sin embargo, su vida estuvo lejos de ser un cuento de hadas. A diferencia de sus hermanos, quienes se casaron y tuvieron sus propios hogares, Toria permaneció al lado de su madre, la reina Alejandra, durante la mayor parte de su vida.

A pesar de ser descrita como una joven encantadora y de tener varios pretendientes, incluida una propuesta de matrimonio del zarévich Nicolás de Rusia (el futuro zar Nicolás II), Toria nunca se casó. Según diversas fuentes históricas, su madre se oponía ferozmente a su matrimonio, ya que no quería perder a su hija más fiel y la mantuvo a su lado para hacerle compañía. Esta devoción hacia su madre fue vista tanto como un deber real como una prisión emocional para la princesa.

A lo largo de los años, Toria se convirtió en el apoyo constante de la reina Alejandra, especialmente tras la muerte de su padre, Eduardo VII, en 1910. Para entonces, ya era evidente que Toria nunca dejaría el hogar familiar para formar su propia familia. Se le conocía por su amabilidad y su lealtad a la monarquía, pero también se le veía como una figura triste y aislada. Esta vida dedicada al servicio familiar le ganó el título de “princesa desgraciada”, ya que nunca pudo disfrutar de la libertad y el romance que sus contemporáneas experimentaron.

Historiadores como John Van der Kiste, autor del libro “George V’s Children”, sugieren que la vida de Toria fue un ejemplo del sacrificio personal en nombre del deber real. A pesar de tener una vida privilegiada, sus oportunidades fueron limitadas debido a la presión familiar y al deber hacia la monarquía.

La princesa Victoria pasó sus últimos años en relativa reclusión. Tras la muerte de su madre en 1925, finalmente tuvo la oportunidad de vivir una vida independiente, pero ya era demasiado tarde para experimentar las cosas que había sacrificado durante su juventud. Murió en 1935 a los 67 años, sin haber experimentado un matrimonio o una vida fuera de las obligaciones reales. Su muerte fue una nota al pie en la historia de la realeza británica, eclipsada por figuras más prominentes como su hermano, el rey Jorge V.

toria

A pesar de su posición privilegiada, la princesa Toria vivió una vida solitaria, marcada por la devoción a su familia.

ESPECIAL

Hoy en día, la historia de la princesa Toria es un recordatorio de las complejidades de la vida en la realeza, donde el deber a menudo supera los deseos personales. Su vida ha sido objeto de interés por parte de historiadores que analizan cómo la monarquía británica ha gestionado las vidas de sus miembros, especialmente de las mujeres.

El caso de Toria resalta las tensiones entre el deber familiar y la vida personal, un tema que sigue siendo relevante en la monarquía moderna. Aunque nunca ocupó un trono ni tuvo un papel significativo en la política, su historia es un testimonio silencioso del precio que algunos miembros de la realeza pagan por el privilegio de su linaje.

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