Como suele suceder con todos los asuntos personales de la realeza, la muerte de la reina Isabel II se manejó con total discreción, ya que, a pesar de que ahora se sabe que la salud de la monarca se encontraba deteriorada, aún no se sabe la causa exacta por la que falleció aquel 8 de septiembre de 2022, en las inmediaciones del Castillo de Balmoral.
Al funeral de la royal, conocida en su juventud como la princesa Lilibet acudieron todos los representantes actuales de la monarquía: su hijo mayor, el rey Carlos III; sus nietos, los príncipes William y Harry; sus bisnietos, los pequeños príncipes de Gales; y también el resto de sus vástagos, el príncipe Andrés, el príncipe Eduardo y la princesa Ana de Edimburgo.
Y, aunque al momento, ninguno de ellos se atrevió a hablar acerca del dolor que les había ocasionado la pérdida de su matriarca, fallecida a los 96 años de edad, después de haber transcurrido más de 15 meses, la princesa Ana, única hija de la reina y Felipe de Edimburgo, y apoyo incondicional del rey Carlos III, se ha atrevido a romper el silencio y hablar al respecto del inesperado deceso de su longeva madre.
Las primeras declaraciones de la princesa Ana de Edimburgo sobre la muerte de la reina Isabel II
A pesar de ser uno de los miembros de la realeza británica más discretos, la princesa Ana ha decidido ser la primera en hablar abiertamente de cómo fue su proceso para superar la muerte de su madre, la reina Isabel II.
En un documental transmitido por la BBC de Londres, la royal también conocida como “la princesa más austera” reveló que a la muerte de su madre se sintió “extrañamente aliviada”, pues para su anciana madre habían acabado las responsabilidades reales.
La hermana menor del rey Carlos III confesó también que al momento de la muerte de su madre ella solo se encontraba en Balmoral, Escocia, por casualidad, pero está agradecida de haber podido acompañar a su madre hasta sus últimos momentos de aliento.
“Hubo un momento en el que sintió que sería más difícil si moría en Balmoral. Intentamos convencerla de que eso no debía importar en la toma de decisiones. Esperamos que al final sintiera que era lo correcto, porque es lo que hicimos”, recordó la décima en la línea de sucesión al trono británico.
“Me sentí extrañamente aliviada. Ya está. Se acabó. Su responsabilidad había sido transferida”, agregó la princesa Ana, quien aseguró que sintió calma al momento en que sacaron la corona imperial del cajón de su madre. Cuenta que fue hasta ese momento en el que pudo relajarse y empezar el duelo de haber perdido a su madre, quien, tras más de 70 años de reinado, se convirtió en una de las figuras más importantes de la historia contemporánea.