El rey Carlos III, además de ser la figura más importante del reino británico por jerarquía, es también el representante real que más excentricidades ha registrado en su historial, superando incluso a Isabel II, quien se dice que solicitaba que sus sábanas fueran planchadas por una hora, de manera que no le quedara ni un sólo rastro de arrugas.
Sin embargo, entre todas sus exóticas solicitudes, el hijo mayor de Isabel ha destacado por una, que bien podría provenir de su nieta Charlotte o del pequeño Louis.
Harry, duque de Sussex, ha revelado en sus memorias que su padre duerme aún en su vejez con un oso de peluche, el cual ha acompañado al rey toda la vida y que ahora se encuentra en un muy mal estado, debido a todo el ajetreo de la vida real al que se le ha sometido.
¿Qué representa el oso de peluche para Carlos III?
De acuerdo a la narración de Harry y a las declaraciones del experto en realeza Christopher Andersen, el osito de peluche con el que carga el rey Carlos a todas partes es una representación de su nana de la infancia, quien llevaba por nombre Mabel Anderson.
Mabel representó por mucho tiempo uno de los afectos más íntimos del monarca, por lo que resultó difícil para él separarse de ella al momento de ingresar al colegio Gordonstoun de Escocia, un internado con normas super estrictas, donde Carlos, según Harry, también sufría de acoso por parte de sus crueles compañeros.
Ante momentos tan difíciles, al rey únicamente le quedaba como consuelo su preciado oso de peluche, al que solía abrazarse y ahora conserva la costumbre de dormir a su lado.
Nadie puede tocar el oso de peluche del rey Carlos III
Además, la cita textual de Spare (2023), la polémica biografía de Harry, menciona: “El peluche estaba en un estado lamentable, con las patas rotas y las costuras deshilachadas, y agujeros remendados aquí y allá. Imaginé que ese habría sido el aspecto de mi padre si los matones se hubieran cebado con él”, refiriéndose a la etapa de estudiante de Carlos III.
Cabe mencionar, que si bien, el peluche podría estar aún en óptimas condiciones, no es así ya que la única persona que estaba autorizada para tocarlo y repararlo era su nana Mabel, y ahora nadie que no sea el monarca puede siquiera pensar en tener acceso a remendar al peculiar y querido juguete.