La duquesa de York admite que la educación de los hijos no es nada fácil
A pesar de que sus hijas son ya dos mujeres adultas e independientes, Sarah Ferguson, más conocida como la duquesa de York, sigue manteniendo una estrecha relación con las princesas Beatrice y Eugenie para guiarlas y aconsejarlas en la nada fácil tarea de compaginar el cumplimiento de sus responsabilidades como miembros de la Casa Real británica y su deseo de llevar una vida como la de cualquier joven de su edad, trabajando en algo más que en las fundaciones benéficas que apoya su familia.
“Mis hijas gozan de buena salud y tienen un gran corazón, les va muy bien. No me preocupo por ellas porque sé que se cuidan, que comen bien, hacen ejercicio y cuentan con un gran apoyo emocional, así que no sufren ningún estrés”, explicó la exmujer del príncipe Andrés en conversación con la revista HELLO! “Las chicas y yo nos referimos a nosotras mismas como el trípode porque estamos muy unidas. Siempre me llaman cuando consideran que tienen un problema. Y han aprendido de mis errores, de los miles que he cometido. Es maravilloso”.
A la hora de afrontar la educación de sus hijas, Sarah Ferguson y su exmarido han conseguido seguir siendo dos padres muy unidos sin importar que se separaran en 1996 tras diez años de matrimonio. De hecho, el hijo de Isabel II y la duquesa son considerados dos de los divorciados mejor avenidos del Reino Unido debido al frente unido que presentan en infinidad de actos públicos, que ha provocado que en más de una ocasión se especule con una posible reconciliación que nunca ha sido formalmente confirmada ni desmentida.
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“Somos una familia y tratamos de dar siempre ejemplo”, asegura ella sobre su relación con su exmarido. “Nos apoyamos a nivel emocional y en cualquier otro sentido. Y al menos cada dos semanas nos reunimos los cuatro, sin nadie más, para hablar y contar nuestras cosas. Hablamos de lo que estamos haciendo, de trabajo y de cómo nos encontramos”.
La principal motivación de la famosa pelirroja en el papel más importante de su vida, el de madre, ha sido ofrecer a sus retoños la estabilidad que a ella tanto le faltó en su infancia, después de que sus padres se divorciaran.
“Debería darle las gracias a mi propia madre, porque ella abandonó el barco cuando yo tenía 12 años. Me hizo darme cuenta de que yo jamás les haría algo parecido a mis hijos. El resultado ha sido que me he convertido en una muy buena madre, aunque esté mal que lo diga yo misma, pero creo que las chicas son la prueba de ello?, concluyó Sarah.
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