Los rumores que atribuyen una rivalidad a las duquesas de Cambridge y Sussex debido a sus maneras radicalmente opuestas de entender su papel institucional no han parado de circular desde que la última entrara a formar parte de la familia real británica.
Siempre con las miradas puestas
En consecuencia, cada una de sus apariciones públicas conjuntas es analizada con lupa en busca de pistas que confirmen o desmientan esa teoría y su paso por la final femenina del torneo de Wimbledon el pasado fin de semana no fue una excepción. El público estaba especialmente pendiente de su actitud porque apenas unos días antes habían coincidido acompañadas de sus hijos en un partido de polo en el que jugaban sus respectivos maridos y apenas se les vio cruzar palabra frente a las cámaras. Bien sea porque habían tomado nota de los comentarios que provocó esa aparente frialdad entre ellas o porque, sencillamente, no estaban tan ocupadas atendiendo a sus retoños, lo cierto es que el sábado ambas se dejaron ver muy sonrientes e intercambiando gestos de complicidad.
Cero asperezas
Al tratarse de un acto oficial, por cuestiones de protocolo se espera que actuaran de manera neutral en las gradas a pesar de que Meghan es íntima de una de las dos jugadoras, Serena Williams, que finalmente fue derrotada por Simona Halep, pero al final del partido varios testigos vieron cómo Catherine rodeaba con el brazo a su cuñada y le frotaba la espalda para tratar de consolarla por la derrota de su amiga, tal y como explicaron ahora al portal People. “Daba la impresión de que su relación se está fortaleciendo”, aseguró una fuente. Ese gesto recordó a otro que tuvo lugar justo a la inversa en la tradicional misa de Navidad en Sandringham el año pasado, cuando la esposa del príncipe Harry se acercó a la del príncipe William y le colocó una mano en la espalda mientras le hacía un comentario.
Ese mismo medio atribuye su nueva cercanía al hecho de que las dos sean madres y ahora tengan más en común.