A pesar del control férreo que ejercen todos aquellos periodistas y fotógrafos que hacen guardia en las inmediaciones del centro penitenciario de Brieva, Ávila, desde hace once días, cuando el exduque de Palma, Iñaki Urdangarín, ingresó en esta cárcel para cumplir una condena de casi seis años privado de libertad, la infanta Cristina se las arregló el pasado domingo para pasar desapercibida a su llegada las instalaciones y, como informa el diario El País, pudo ver a su marido durante cuarenta minutos antes de volver a casa sin que nadie se percatara de su presencia. Según varias fuentes consultadas por el mismo periódico, la visita de su esposa ha sido la única que ha recibido de momento el cuñado del rey Felipe VI -culpable de delitos tales como prevaricación, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias y fraude fiscal- desde su llegada al privilegiado módulo penitenciario en el que se encuentra estos días, el cual contaría con patio propio, comedor y hasta una sala para encuentros privados. La hija del rey emérito tuvo que cumplir, al igual que los familiares de todos los reos, con cada uno de los trámites que impone la secretaría general de Instituciones Penitenciarias para garantizar el buen funcionamiento del centro, el cual fue elegido personalmente por Urdangarín -su solicitud fue aprobada sin mayores problemas- para pasar sus cinco años y diez meses entre rejas. Sin embargo, y quizá para evitar cualquier revuelo en el exterior que pudiera traducirse en incidencias dentro de la prisión, la dirección de la cárcel decidió cambiar la hora de la visita poco antes de que se produjera: una circunstancia que sin duda contribuyó a que la llegada de la infanta haya podido mantenerse en secreto hasta ahora.
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Por: Bang Showbiz / Foto: Getty Images