La coronación de Isabel II no solo fue un hecho histórico por marcar el inicio de su reinado, también por los cambios que esta icónica celebración experimentó con la llegada de la hija del rey Jorge VI del Reino Unido al trono.
El 2 de junio de 1953, el mundo fue testigo de un acontecimiento sin precedentes: la coronación de la reina Isabel II, un evento que no solo marcó el inicio de una nueva era para el Reino Unido, sino que también se transformó para siempre de la manera en que las monarquías se mostraban al público. A sus 27 años, la joven monarca introdujo varios cambios radicales que sorprendieron tanto a sus súbditos como a la comunidad internacional.
La televisión, la gran protagonista en la coronación de Isabel II
Uno de los cambios más notables (y polémicos en su momento) fue la transmisión televisada de la coronación, una decisión personal de Isabel II que rompió con siglos de tradición. Por primera vez en la historia, millones de personas en todo el mundo pudieron ver el interior de la Abadía de Westminster y presenciar los rituales sagrados de la coronación. Según datos de la BBC, más de 27 millones de británicos vio la ceremonia por televisión, y otros 11 millones la siguieron por radio.
Isabel II, una reina cercana a su pueblo
Otro aspecto revolucionario fue el énfasis en la conexión con el pueblo. Isabel II comprendió que debía representar una monarquía más accesible y moderna. La decisión de abrir el evento al ojo público no solo fue estratégica, sino profundamente simbólica: mostró una monarca dispuesta a acercarse a sus ciudadanos en tiempos de cambio.
Incorporación de Commonwealth
La coronación también reflejó el nuevo rol de la monarquía dentro de la Commonwealth, destacando la diversidad y amplitud del imperio británico en transformación. Delegaciones de distintos países miembros estuvieron presentes, y la ceremonia incluyó referencias al compromiso de la reina con esta comunidad internacional.