En noviembre de 2011, el ex marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin y sus socios fueron investigados en el caso Babel, derivado de la investigación del caso Palma Arena, del cual a su vez se deriva el caso Nóos, el cual consistió en el desvío de dinero público desde el Instituto Nóos que presidía el ex balonmanista.
Tras darse a conocer su implicación en el grave caso de corrupción, el Palacio de Zarzuela emitió un comunicado en el cual se informaba que Iñaki Urdangarin sería apartado de sus actos oficiales, porque su comportamiento no era “ejemplar” para la Casa Real.
Días después, el 29 de diciembre, el padre de Juan, Pablo, Miguel e Irene fue imputado por el juez José Castro por los cargos de malversación, estafa, fraude a la Administración, prevaricación, falsedad, dos delitos contra la Hacienda Pública y blanqueo de capitales.
Finalmente, después de todo un procedimiento jurídico, se llegó a la resolución de que Iñaki tenía que ingresar a la cárcel de Brieva, en Ávila, donde, según los reportes de la prensa española, recibió un trato preferencial por ser el yerno de Juan Carlos I, quien en su momento hizo un pacto con Urdangarin para ayudarlo a su reintegración al momento en el que saliera de prisión.
Sin embargo, se sabe que aquella promesa que el padre de la Infanta Cristina hizo a su entonces yerno quedó completamente incumplida, debido a que aquel 9 de abril de 2018, cuando Iñaki logró terminar con su condena, Don Juan Carlos ya se encontraba desterrado de España.
¿Cómo fue la estancia de Iñaki Urdangarin en la cárcel?
De acuerdo con el libro de Nacho Gay “Urdangarin, relato de un naufragio”, el ex esposo de la infanta Cristina durante su estancia en la cárcel tuvo una vida privilegiada, con respecto a otros convictos. Según el autor, esos beneficios estaban justificados, ya que la prisión a la que fue asignado el ex duque de Palma era de mujeres.
“Eso obligaba a estar en un módulo solo, y por lo tanto disfrutar de todos los espacios del módulo solo, y también de los compartidos. Era solo para Urdangarin, porque era el único”, sentencia Nacho.
El mismo autor acota: ” [Iñaki] no era un preso cualquiera, era el cuñado del rey de España y había que tener mucho cuidado. Era un preso al que había que proteger de una forma muy especial”, dejando en claro que a pesar de que la promesa de Juan Carlos I nunca fue cumplida, la vida del ex deportista no fue tan tortuosa como bien pudo haber sucedido, en caso de haber sido un corrupto sin influencias.