Este 19 de septiembre se cumplen 2 años de haberse llevado a cabo el funeral de la reina Isabel II, quien falleció el 8 de septiembre de 2022, a los 96 años de edad, en la residencia real del castillo de Balmoral, en Escocia. A pesar del paso del tiempo, el mundo sigue recordando con nostalgia el último adiós a la monarca más longeva en la historia del Reino Unido, rememorando cada uno de los momentos que albergó el evento.
Al respecto, resaltan en la memoria colectiva generalidades como el reencuentro del príncipe Harry con el resto de la Familia Real, o bien la asistencia de representantes de otras Casas Reales. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido un pequeño detalle del hecho, el cual fue perceptible sólo ante los ojos de los seguidores y expertos reales más perspicaces.
Resulta que, además de los miembros de la Casa Real Windsor, en el funeral de la longeva soberana estuvo presente el que en algún momento fuera el novio de la reina, Terry Pendry, quien tomó la decisión de acudir al evento junto a una especial compañía: el caballo de la difunta monarca “Emma”, animal que durante la solemne procesión del féretro, permaneció de pie en un mar de ofrendas florales.
¿Por qué se dice que la presencia de Emma fue el detalle más oculto del funeral de la reina Isabel II?
Emma es un caballo de tipo poni fell y estuvo al lado de Isabel durante sus últimos años de vida. Se dice que la presencia de este animal en el funeral resultó casi secreto debido a que, no conforme con estar presente, el animal portó amarrado sobre su silla de montar un curioso accesorio: una de las famosas bufandas Hermès de quien fuera su dueña, específicamente el diseño que fue creado a la medida para que la reina acudiera al Royal Windsor Horse Show de 1993, según se menciona en el blog Carre de Paris .
En una entrevista con el podcast “Rosebud” el ex novio de la reina, Pendry, reveló que tenía miedo de que la entrada del poni al funeral fuera prohibida, por lo que no contó su idea a nadie hasta no verla ejecutada. Es por eso que nadie se esperaba ese detalle y permaneció en calidad de secreto los ocho días que transcurrieron desde la muerte de la monarca hasta su ceremonia de despedida, la cual tuvo lugar en los terrenos del Castillo de Windsor.