Era 3 de septiembre de 2011 cuando en la parroquia de San Salvador de Deva, en Gijón, se celebró una de las bodas de más rancio abolengo en Asturias. Ese día Hilda Armada Falcó, prima de Tamara Falcó y nieta del conde de Revillagigedos y el ejecutivo Borja Márquez unieron sus vidas en matrimonio, sin sospechar siquiera lo que sucedería más tarde con una de las prendas más lujosas que la novia seleccionó para portar en aquella celebración.
Enfundada en un vestido blanco impoluto, con pronunciado escote en V, la ahora condesa de Güemes, portó aquel día sobre su cabeza una emblemática tiara llevada desde Madrid hasta la Quinta de la Peña de Francia del conde de Revillagigedo, la cual lucía esplendorosa y tenía con un valor de un millón de euros, pero que más tarde se vio desaparecida para siempre.
Resulta que después del glamuroso enlace, en el que, por supuesto estuvieron presentes importantes invitados como la VI marquesa de Griñón, Ana María Abascal y la condesa de Villanueva de las Hachas, la preciada tiara fue dejada por la novia en el lugar de la recepción, donde, supuestamente, quedaría resguardada.
Sin embargo, más tarde, todo intento por querer recuperarla fue en vano, ya que, al parecer, los encargados de cuidar el lugar donde se aguardó la pieza estaban coludidos con una banda latinoamericana de ladrones, quienes llegaron en mayo de 2012 a Gijón y sustrajeron la pieza que Hilda Armada Falcó había colocado en una caja fuerte de la finca asaltada.
Los asaltantes de la finca fueron identificados
Hilda Armada Falcó, la última condesa que usó la tiara del millón de euros. Mi tema de @LaOtraCronica pic.twitter.com/XUJmQFAti6
— Marina Pina Uruburu (@marinapinau) March 5, 2016
El caso del robo no quedó impune, ya que las autoridades abrieron una investigación al respecto. Sin embargo, pese a que los culpables fueron identificados y castigados por su crímen, nunca más se volvió a ver la tiara. Muchos sospechan que esta fue desmantelada pieza por pieza para ser vendida por separado, aunque no se tiene certeza de ello.
De lo que sí se tiene seguridad es de las conclusiones de la Guardia Civil, encargada de esclarecer la desaparición de la joya, las cuales señalan que la tiara viajó hasta Bolivia en manos de la sexta acusada y fue en dicho país latinoamericano donde los brillantes incrustados en la pieza vieron su destino final.
“La investigación se cerró entonces, no hay esperanzas de que aparezca”, aseveró en 2014 la Guardia Civil en conversación telefónica con LOC. Hilda no volverá a ver la pieza que la acompañó en su gran día, ni podrá heredarla a sus hijas, pero por lo menos ha quedado grabada en la memoria colectiva sobre los mayores misterios detrás de piezas nupciales.
