Desde su juventud, Ernesto de Hannover ha sido el gran protagonista de la prensa del corazón, tanto por la facilidad con la que suele cambiar de novia como los escándalos ocasionados por su espíritu rebelde.
Hace casi una década dejó de compartir el techo con su esposa, Carolina de Mónaco (quien se ha negado a firmar el divorcio para no perder el título de princesa de Hannover), pero hay algo más grave: en los últimos meses se ha intensificado su problema de alcoholismo, por lo que en un breve periodo ha tenido que recibir atención especializada.
Fuera de control
A mediados del pasado marzo, el menor de sus hijos varones, Christian de Hannover, se casó con Alessandra de Osma en su natal Perú, y ni siquiera en ese día tan especial pudo mantenerse sobrio. Acompañado de su novia en turno, la condesa de origen portugués, Maria Madalena Bensaude, el primo de la reina Isabel II dio rienda suelta a su gusto por la bebida durante la celebración, al grado de perder el conocimiento y pasar dos días hospitalizado a consecuencia de un coma etílico.
¿Tocará fondo esta vez?
Las campanas de alarma han sonado y es que a semanas de haber sido dado de alta, fue reingresado de urgencia en una clínica de una pequeña localidad austriaca, pues tuvo que ser operado con celeridad debido a una úlcera duodenal. Si bien ya fue dado de alta y salió caminando del sanatorio, es un hecho que se le ve desmejorado; ahora, requiere de atención integral para abordar los daños físicos y deberá someterse a una terapia de desintoxicación, acceder a apoyo psiquiátrico, puesto que ya vive en carne propia los efectos del delirium tremens que ni siquiera le permite distinguir en dónde se encuentra.
Dependiente de todo
Su condición es tan delicada que su familia considera que ya no es responsable de sí mismo y requiere de alguien quien decida por él, tal como ocurrió con la cantante estadounidense Britney Spears, pues a la fecha depende de su padre, encargado de tomar las decisiones en todo lo relacionado a sus cuentas bancarias y a la educación de sus hijos. El panorama de Ernesto de Hannover cada vez se torna más oscuro y los excesos de toda una vida empiezan a cobrarle factura; atrás quedaron esos tiempos de adolescente cuando las consecuencias ‘graves’ a su rebeldía consistían en retirarle la licencia de conducir.
Le restan presencia
Sus hijos tomaron la decisión de internarlo en una clínica de rehabilitación en Austria, sin su consentimiento. Quizá el descalabro más fuerte que sufrirá el príncipe es el hecho de que Carolina de Mónaco podría convertirse en su tutora, lo que significa que todas las decisiones importantes las tomará ella. De hecho, a inicios del año pasado, Ernesto de Hannover ya había comenzado la lucha para recuperar la presidencia de la Fundación Herzog von Cumberland, cargo ocupado hoy por su hijo Ernesto Augusto, aunque ahora menos que nunca tendría éxito.
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