En el mundo de la realeza, la idea de convertirse en princesa es un privilegio al cual se accede de manera gustosa y complacida, sin embargo, en el caso de Charlène de Mónaco parece que la cosa no fue así, o al menos eso fue lo que demostró el día de su boda con el príncipe Alberto, lo que hizo que se ganara el apodo de la “princesa triste”.
Pero por si no lo sabías, esta pareja comenzó con polémicas desde antes de casarse, ya que la prensa, tanto nacional como internacional, apuntaban a que habían vivido varias crisis desde que se hicieron novios.
El origen de la “princesa triste”
Cómo ya adelantábamos, el noviazgo de Charleène con Alberto estuvo lleno de rumores de separación y crisis. Muchos medios hacían eco de los supuestos desencuentros de la pareja e incluso se decía que la ex nadadora habría descubierto que Alberto podría haberle sido infiel y que de esa relación había nacido un hijo.
De hecho, fue el periódico L’ Express quien publicó tres días antes de la boda que Charlène había intentado salir de Mónaco y regresarse a su país, pero que fue retenida para que no se marchara. Este rumor escaló demasiado que se manejaba que el príncipe le había confiscado su pasaporte para que no pudiera viajar y que además le habría hecho firmar un acuerdo para estar casados durante un plazo determinado.
Así pues, teniendo en cuenta este contexto, la boda se realizó el 1 de julio de 2011 y, lejos de que estas nupcias acallaran los rumores, lo que provocaron es que tomaran más fuerza debido al semblante que tenía Charlène ese día.
La novia lucía con un rostro triste y abatido, mientras que durante el evento estuvo llorando de manera fluída, tanto en la ceremonia como a la salida de la iglesia, lo cual llamó bastante la atención puesto que no parecían ser lágrimas de felicidad y tampoco su cara dibujaba una sonrisa de oreja a oreja, como sí lo haría la de cualquier novia feliz y vestida de blanco.
De ahí que se le denominara como la princesa triste, un apodo que seguro no le hace tanta gracia y que a la fecha sigue vigente, pues la prensa no deja de resaltar su aspecto cabizbajo y serio en la mayoría de sus apariciones públicas. Eso sin tomar en cuenta que en los últimos años, su salud tampoco ha sido la mejor, ya que sufrió una infección otorrinolaringológica que la mantuvo alejada del principado de Mónaco durante más de un año.